Vecinos de Jaume I de Reus, hartos de convivir con el mal olor de un edificio vacío

El bloque en cuestión no se terminó de construir y, aunque está tapiado, se ha llenado de palomas y excrementos

22 mayo 2019 08:01 | Actualizado a 24 mayo 2019 12:57
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En la avenida Jaume I de Reus hay un edificio a medio construir. Puertas y ventanas están cerradas y tapiadas desde hace, aproximadamente, un año, pero el espacio sigue siendo «un foco de palomas y malas olores, pero también de mosquitos y cucarachas». Así lo describen los principales afectados por esta situación: Verónica Muñoz y Jordi Santís, dos vecinos que viven justo al lado de este edificio que está sin terminar, propiedad de un banco. 

El problema principal se encuentra en el patio interior que comparte su vivienda con el bloque en cuestión. Las ventanas están cerradas, pero las palomas se han hecho con todas las repisas y los excrementos se acumulan a grandes cantidades. El olor empieza a ser fuerte, «y espérate a que llegue verano, que es cuando esto ya se hace insoportable y, además, se llena de mosquitos», exclaman. De hecho, han dejado de tender la ropa en esta zona de la casa por los malos olores.

Jordi siempre ha vivido en el número 79 de la avenida Jaume I y recuerda que hace algo más de 10 años que empezaron las obras de construcción del bloque de al lado, «que ha sido un problema desde, prácticamente, el minuto cero». Una parte del edificio se terminó, «pero la otra se quedó a medias, con las ventanas y puertas abiertas durante años, con gente que entraba y salía constantemente», dice. 

Estos vecinos explican que, en los bajos, hubo un ocupa, «hasta que un día provocó un incendio y, pasado un tiempo, es cuando tapiaron el edificio, pero, eso sí, con las palomas vivas dentro. A lo primero, se oían los golpes que se daban las aves contra las ventanas porque querían salir», dice Verónica. Aun así, no se han librado de las palomas, que se acumulan a decenas por las repisas y balcones de este bloque abandonado. De hecho, Jordi explica que «con tanta porquería», los desagües están atascados y, cuando llueve, el patio interior se inunda.

«Hace aproximadamente un año, ya no podíamos más y llamamos la Guàrdia Urbana. Vinieron, inspeccionaron el bloque y nos dijeron que no podían hacer nada, sino que tenía que ser la propiedad quien actuase, que resulta que es un banco, pero no sabemos cuál», dice Verónica. Al cabo de unos meses es cuando se procedió a tapiar el edificio «y se hizo un poco de limpieza», recuerdan, «pero ya está. Por aquí no ha venido nadie más en un año y seguimos con las palomas, sus excrementos, los mosquitos, las malas olores...», se quejan. 

Además, la suciedad se hace visible desde la misma calle, donde hay los bajos del edificio. Están cerrados, pero a través de los cristales se ve ropa y todo tipo de desechos de cuando había un okupa. El techo está quemado a raíz del incendio y se ven las tuberías rotas, por donde se filtra el agua. La consecuencia es que el ambiente es totalmente húmedo y todo el suelo de los bajos está impregnado por una capa verde de moho. 

«Esto es totalmente insalubre», señalan Verónica y Jordi, que están desesperados. Aseguran que en más de una ocasión han llamado a Guàrdia Urbana, pero ya no saben qué hacer para que alguien limpie el edificio. «Dicen que hacen acciones para combatir las colonias de palomas... ¡Que vengan aquí! Con esta olor no se puede vivir», se quejan desde su tejado, que da justo al patio interior del edificio a medio construir». Verónica ya hace 5 años que vive con esta situación, «y otro verano así no se puede aguantar», lamenta. Y es que es entonces cuando las olores se potencian y la situación se vuelve insostenible.

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