«Estamos muy contentos de que se haya materializado el entendimiento entre las partes y esperando regresar. Volvemos a casa y el viaje será largo pero ya ha comenzado». Son palabras del presidente del Bravium Teatre, Ferran Figuerola, sobre el acuerdo que el gobierno de Reus y el Arzobispado de Tarragona cerraron el miércoles para la rehabilitación, la cesión por 50 años al Ayuntamiento y el mantenimiento de la actividad cultural del espacio escénico del Centre Catòlic.
El lugar era el hogar del mismo Bravium, de la Associació de Mags i Il·lusionistes de Reus y de la Cobla Reus Jove hasta 2021, cuando se vació por «problemas estructurales». El documento ahora rubricado prevé impulsar la rehabilitación del edificio para su función cultural. El Ayuntamiento debe redactar el proyecto e iniciar los trabajos, que costarán 2.479.324 euros y se alargarán dos o tres años.
«Desconocemos el plan de acción», señala Figuerola, que aventura que «tal vez todo empiece a moverse en 2024» y apunta que «queda un tiempo de exilio, pero la primera piedra ya se ha puesto y nuestra presencia en el teatro está dentro del convenio». El Bravium habita actualmente en la calle Sant Llorenç, en una nave que ha dado en llamarse Sala Waterloo, y actúa en el Orfeó Reusenc.
Del viejo equipamiento de la calle de la Presó «probablemente no se recuperará nada» y se hará de nuevo.
El periplo del Bravium «es un viaje de la ciudad, que tendrá un tercer teatro», indica Figuerola. Y, aunque «no sabemos si este se denominará Bravium», sí que «nos gustaría». Cuando la rehabilitación culmine, se elaborará un convenio que regule la actividad en el espacio y el Ayuntamiento también programará.
Por su parte, el presidente de la Associació de Mags i Il·lusionistes de Reus, Ramon Castells, recuerda que «desde que nos echaron del Centre Catòlic, hacemos una reunión a la semana en la tienda de un compañero, tenemos mucha menos regularidad y nuestras actuaciones se han visto muy mermadas».
«La intención es volver», precisa Castells, pero «el parón y la incertidumbre supusieron un revés que nos ha hecho daño y ha obligado a remar a contracorriente». «Estar en el Bravium era estar en casa», expresa.
Coincide con él el presidente de la Cobla Reus Jove, Eduard Sendra: «Habíamos hecho nuestro el Bravium». La entidad, que gestiona un archivo de partituras con cerca de 5.000 títulos y 75.000 folios, tuvo que trasladar ese fondo igualmente a Sant Llorenç «gracias a que nos abrieron las puertas». Los ensayos, desarrollados en el Orfeó, «los hemos reducido a la mitad, aunque se mantuvieron las actuaciones».
«Hemos tenido que buscarnos la vida, pedir favores, aprovechar las casas de los músicos... Nos hemos sentido huérfanos, deambulando», señala Sendra. A la Cobla le preocupa «acabar siendo un daño colateral» y «querríamos volver al Bravium, pero no creemos que la situación vaya a ser la que había. Se perderá espontaneidad y seguramente el derecho preferencial».