¿Por qué la Federación Nacional de Comunidades de Regantes visita Reus?
Celebramos una junta en Catalunya porque la situación en cuanto al agua está difícil. Tradicionalmente, las sequías afectaban a la cuenca del Guadalquivir, al Guadiana... Y la de estos años llega a más puntos. La Agència Catalana de l’Aigua declaró la emergencia de 150.000 habitantes. El conjunto de regantes apoyamos a los de Catalunya: en la zona del Ter, de Girona y Lleida, estamos cerca del 20% de capacidad y los regantes del Delta del Ebro están al 50% de las dotaciones, algo nunca visto.
¿Cuál es el impacto directo de la sequía?
Genera un incremento de los costes del agua. El agua superficial de los ríos –recursos normales– tiene un coste por metro cúbico razonable. Pero, en sequía, hay que ir a recursos extraordinarios. Por ejemplo, subterráneos, de depuradoras o agua desalada. Y el mix de origen de suministros implica aumento de costes. A eso se une el problema de la disminución de producción. Que los canales de Urgell cierren comporta pérdidas.
¿Cómo repercute eso en el territorio?
Uno de los principales sectores industriales a nivel de Catalunya es el agroalimentario y su base es el regadío. El 15% de la superficie dedicada a cultivos en España, que son los regadíos, supone más del 60% de la producción final agraria. Una hectárea de regadío produce seis veces más que una de secano. Al disminuir la producción, hay un incremento de precios. La del aceite, de los olivos, ha caído un 50%. Es un problema grande.
¿Y sobre el resto de la cadena?
Esa producción agrícola es la base de la industria agroalimentaria, la del transporte, el funcionamiento de las cooperativas... Hay una economía inducida por el regadío que se ve afectada. Si se analiza toda la cadena de producción, toda ella se ve perjudicada.
En la provincia, hubo comunidades que se quedaron sin regar este verano. ¿Qué salidas tiene el agricultor que se ve en esa tesitura?
Hablamos de la sequía con macrocifras, pero deberíamos descender al caso de quienes tienen en la agricultura su medio de vida. Son muchos y se han encontrado sin el recurso esencial, y hay verdaderos dramas. Reclamamos a las administraciones públicas que reaccionen a la reconversión a la fuerza que la sequía provoca. Pedimos ayudas. Que se aprueben decretos de sequía, porque existe posibilidad de poner en marcha pozos y hay obras de regulación de embalses y conexiones aprobadas. Queremos que se ejecuten esas obras de emergencia, resolviendo y simplificando trámites. Pedimos reducción del IBI, no pagar las tarifas y cánones; que se exima a los regantes que no van a recibir agua.
¿Parar el riego para asegurar el agua en las casas es buen sistema?
Asumimos que el abastecimiento de población es prioritario y puede usar recursos asignados al regadío. Solo pedimos que se haga respetando la ley. Las aguas se obtienen mediante concesiones. Si hay unos regantes que han obtenido una y han pagado infraestructuras para usar el agua y ahora la administración dice ‘no la cojas, hay que darla al abastecimiento’, habrá que evaluar la posibilidad de establecer indemnizaciones.
¿Hay que tomar medidas inmediatas o a largo plazo?
A corto plazo, buscar recursos extraordinarios. Y, a medio y largo plazo, debemos acabar de modernizar el regadío, el ahorro. Y eso que más del 80% del de España ya o está: el 55% riega a gotero y el 25%, por aspersión. Y ese 80% debe incorporar tecnologías; se puede ahorrar agua en la gestión. Y a largo plazo, son necesarias las obras hidráulicas, los embalses. El 80% del agua que se usa cuando un ciudadano abre un grifo o un regante riega un campo, es de ahí.