Además de llegar a equipamientos municipales y hogares, la energía solar está irrumpiendo también en la empresa privada en un momento en que el elevado coste de los suministros propicia la búsqueda de alternativas. Es el caso de la reusense Valira. La fabricante de utensilios de cocina instaló placas fotovoltaicas en la cubierta de su complejo de Agro-Reus en abril. «El motivo fue reducir la factura de la luz y, también, ser más sostenibles», explica Javier Vázquez, responsable de seguridad, calidad y medioambiente de la compañía. El paso adelante de entonces «mantiene la viabilidad de Valira».
Por las particularidades de su producción, la empresa tiene un consumo «muy elevado, de más de un millón de kilovatios al año, y eso suponía unas facturas muy elevadas», precisa Vázquez. Por eso, «a través de una ingeniería energética, nos hicieron un estudio, miraron la capacidad de metros cuadrados de cubierta que teníamos y, con su mejor oferta, llegamos a poner alrededor de 600 placas que ahora tenemos en el techo», dice. Eso implica «unos 270 kilovatios».
Desde entonces, Valira ha reducido el recibo de la electricidad «en cerca de 25.000 euros, en total» y «la experiencia resulta muy positiva». El responsable de medioambiente de la compañía indica que «ha habido meses, como por ejemplo abril, en que la reducción fue de 4.000 o 5.000 euros». Sin embargo «en julio, al haber más horas de sol y hacer más calor, como la placa capta más, el ahorro ha sido mayor, de unos 10.000 euros».
Las 600 placas consiguen que la empresa sea autosuficiente en, más o menos, un 40%, que «es bastante». Vázquez detalla que «aún seguimos comprando electricidad a la red pero dejar de necesitar un 40% hace que el coste baje muchísimo, cerca de un 30% teniendo en cuenta los impuestos. Queremos llegar al 100% de autoconsumo y comercializar el excedente». Los estudios realizados por la compañía le permiten esperar que la inversión en fotovoltaicas quede amortizada en tres años.
«Con la subida de la luz, si no tuviésemos las placas puestas, habríamos pagado un 30 o un 40% más de coste de energía», concreta. Eso «no se sabe lo que habría supuesto», considerando que «la situación ya de por sí es crítica, no solo por la luz sino por el precio del gas, el gasoil, la materia prima...». En este contexto, «si conseguimos reducir uno de los factores, es perfecto» y «eso nos ha permitido mantener la viabilidad de la empresa», especifica Vázquez.
La idea de colocar las placas surgió de la dirección general. A la hora de hacer números, Valira tuvo en cuenta el 50% de bonificación al IBI que aplica el Ayuntamiento por cinco años. «Este 50% nos ayudó a tomar la decisión. Al final, todo suma», valora el responsable de medioambiente de la empresa. Además de la cuestión económica, «detrás de todo hay también un tema de sostenibilidad y reducción del CO2», concluye.