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Reus: de la arquitectura hostil a una ciudad con más espacios para que la gente socialice

Bancos individuales, barandillas o vallas son diseños que buscan evitar el incivismo, pero perjudican a colectivos. Poco a poco, la ciudad cambia la mirada y apuesta por la integración

29 abril 2023 19:54 | Actualizado a 30 abril 2023 07:00
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¿Se han preguntado alguna vez por qué en la calle hay bancos individuales? En Reus los hay en zonas como la plaza Cultura de la Pau, al lado de la iglesia Sant Joan o también en el arrabal de Santa Anna. Por un lado, impiden que se sientan grupos numerosos y, por lo tanto, pueden evitar botellones. Pero también imposibilitan que alguien se tumbe, por lo que perjudican a personas sintecho. Este sería solo un ejemplo de lo que se denomina arquitectura hostil o también urbanismo defensivo. Es decir, diseños urbanos que tienen el objetivo de impedir ciertas actividades consideradas incívicas o la presencia de ciertos colectivos.

$!Bancos individuales, en la plaza Cultura de la Pau. FOTO: Alba Mariné

Reus va avanzando hacia una ciudad con más espacios de encuentro, con mayor protagonismo del peatón, espacios de estada y con una mirada también más feminista. Desde hace un par de años que la ciudad cuenta con un plan de acción de urbanismo feminista, que plantea una nueva mirada más integradora del espacio público. Pero queda mucho trabajo que hacer y en sus calles hay todavía numerosos ejemplos de este urbanismo defensivo.

Los bancos individuales son solo un ejemplo. Y es que, a pesar de que quizá el concepto es poco conocido, hay muestras en todas partes. También lo son las barandillas de la plaza de la Llibertat que quieren disuadir a los skaters, los bancos tipo respaldo de la calle Llovera, «incomodísimos y en los que no puedes sentarte demasiado rato», argumenta una persona que pasa por la zona. También se consideran hostiles los espacios vallados que inicialmente estaban abiertos al público, como pueden ser los Blocs Bofill, o los alféizares inclinados.

$!Estructura tipo respaldo, en la calle Llovera. FOTO: Alba Mariné

La investigadora y profesora en la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de Reus Júlia Valero prefiere evitar el uso de la palabra ‘arquitectura’ y definir este tipo de diseños como «estrategias» para impedir actos concretos. Como recuerda, «la arquitectura es, precisamente, el oficio de ofrecer espacios habitables, por lo que nunca puede ser hostil porque, entonces, no es arquitectura».

Aunque preguntando por la calle, prácticamente nadie conoce de antemano el concepto, al explicar de qué se trata, la gente empieza a rumiar y salen algunos ejemplos. «Incluso, en cierta forma, podría ser el arte urbano que se hace en paredes y muros. Son artistas que han pintado con permiso y, a la vez, disuaden a los grafiteros. Antes de pintar sobre algo que es arte, seguro que se lo piensan dos veces», reflexiona un vecino de la calle del Vent.

Por otro lado, un joven que practica deportes urbanos recuerda que, en los últimos años, la plaza de la Llibertat se ha equipado de elementos que impiden la práctica del skate. Actualmente pocos patinadores se ven por la zona, pero años atrás era habitual. Explica que sobre todo han desaparecido de la plaza a raíz del nuevo skatepark, construido en la zona de las piscinas municipales, pero la instalación de vallas hacía ya tiempo que impedía su práctica. El consistorio tomó la primera medida hace unos diez años, cuando perimetró la zona elevada que hay entre las columnas del Kursaal y la entrada al parking subterráneo. Posteriormente, hace unos cinco años, se instalaron unas barandillas semicirculares en los bancos de granito de la zona de la parada de taxis, elementos que también impiden el uso indebido del mobiliario urbano.

$!Unas barandillas en la plaza de la Llibertat impiden el ‘skate’. FOTO: Alba Mariné

Júlia Valero relata que las ciudades, hasta el momento, han tendido a negar espacios a ciertos colectivos, «dando la espalda a niños, a la tercera edad, sintecho...». Pero percibe un cambio «y poco a poco se hacen nuevas lecturas y se va hacia espacios más amables e integradores». En esta línea, relata que la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura ha colaborado con varios Ayuntamientos, entre ellos el de Reus, para hacer planes de mejora. «Se busca facilitar las relaciones», y es que, bajo su punto de vista, no se trata de optar por estrategias defensivas, sino por disponer de más servicios.

En intervenciones urbanísticas, como la peatonalización del arrabal de Santa Anna, el consistorio ha buscado, precisamente, la creación de nuevos espacios de encuentro, como los parklets, los elementos de madera con jardineras que funcionan como bancos y que permiten sentarse cara a cara. En esta misma línea también se plantea la transformación de la calle Ample y la plaza del Pintor Fortuny, donde se pone el foco en el peatón y se prevé incorporar nuevas zonas enjardinadas, de juego y de estada.

Fuentes municipales consultadas también destacan el plan de acción con perspectiva de género y feminista de la ciudad como apuesta hacia un Reus más ‘habitable’. Un plan presentado en 2021 y que determina directrices a seguir en cualquier actuación urbanística que se haga en Reus siguiendo varios criterios.

Aquí entran distintas perspectivas, desde la cura a personas mayores, con calles accesibles, cruces con mayor visibilidad o una red de bancos alrededor de los CAP y residencias; a la cura de niños pequeños, con más zonas infantiles; o la configuración de áreas para que la gente pueda relacionarse y crear redes comunitarias. En este último caso, se trata de mezclar varios usos y actividades en un mismo espacio, ubicar más elementos urbanos, como bancos, zonas de sombra, o proporcionar espacios para reuniones de entidades.

Más de 500 puntos detectados en Barcelona y L’Hospitalet

Arrels Fundació, entidad que atiende y orienta a personas sintecho que viven en las calles de Barcelona, ha detectado, al menos, 500 elementos de la denominada arquitectura hostil en Barcelona y L’Hospitalet de Llobregat. De estos, 334 puntos han sido localizados por 500 estudiantes de 14 centros educativos que han colaborado con la entidad, fotografiando todos los ejemplos encontrados. El resultado fue presentado el pasado mes de febrero y han sido incorporados al mapa digital que Arrels creó en 2018 y que ya contaba con algunos ejemplos de este tipo de barreras que, como denuncia la entidad, «dificultan la vida a la calle a personas sin hogar».

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