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    Sandra Ovejas: «Tenemos un sistema educativo que machaca la creatividad»

    El Taller Art Ceràmic lleva una década en Reus ofreciendo clases para diferentes edades y cursos de verano, y también cuenta con una pequeña exposición de piezas propias y encargos personalizados

    24 diciembre 2022 13:59 | Actualizado a 24 diciembre 2022 17:29
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    La artista Sandra Ovejas siempre había soñado con abrir su propio taller de cerámica y su proyecto se hizo realidad con Art Ceràmic. Ahora, es un espacio de creatividad donde el arte fomenta el empoderamiento femenino, pues la pasión se ha convertido en un negocio que comparten madre e hija.

    ¿Cómo empezó el proyecto?

    Yo estudié en la Escola Massana, estuve unos años sin ejercer, tenía el taller pero lo usaba solo a nivel personal. Por circunstancias de la vida me quedé sin trabajo y decidí impulsar, emprender la ilusión de mi vida: abrir un taller de cara al público. Empecé hace ya diez años, en el callejón de Nolla, que era un sitio muy pequeño y tenía allí los dos hornos, los tornos y estaba todo muy compactado y lleno; casi no cabíamos. Vino la Covid y, entonces, mi hija Cèlia se incorporó al taller, ella lleva las redes sociales y son dos manos más, y decidimos trasladarnos a un local más grande. Seguimos manteniendo los hornos en la otra calle, si hay pedidos importantes vamos allí y aquí (calle de Espronceda) hacemos las clases.

    ¿Cómo se introdujo en el mundo de la cerámica?

    A mí todo lo artístico siempre me ha gustado, siempre me he orientado hacia ramas de arte y cuando acabé lo que era BUP y COU, decidí formarme en cerámica. Lo que pasaba es que en Bellas Artes no hacen cerámica, en Valencia sí, pero aquí en Catalunya no está reconocida y las mejores ceramistas de la época estaban todas en La Massana y por eso fui allí.

    ¿Qué caracteriza sus piezas?

    En Art Ceràmic empezamos de cero. Desde amasar el barro, que es lo básico, es igual que hacían en la prehistoria y hacemos piezas personalizadas. En las clases, cada alumno hace la suya, ellos desarrollan su producto y yo les ayudo. También, trabajamos con esmaltes propios, son fórmulas artesanales, fabricamos nuestros esmaltes, no hay nada comprado.

    ¿Y cómo se organizan las clases?

    Los niños pueden venir a partir de los 6-7 años porque tienen que tener la psicomotricidad de las manos bien desarrollada, sino es imposible trabajar con ellos el barro. Los alumnos vienen un día por semana, es una clase de dos horas y es un horario lectivo. No hay dinámicas marcadas, algunos eligen el torno y a otros no les gusta, también hay algunos que se orientan hacia cerámica escultórica y otros que prefieren hacerse la típica vajilla. Traen ideas muy originales y a veces hasta complicadas, intentamos hacerlo y se rompen las piezas, hay que volver a empezar.

    ¿Ha sido complicado darse a conocer?

    En ese sentido, ha sido clave la tarea de Cèlia en redes sociales, nos ha ayudado mucho para tener visibilidad sobre todo a nivel local. Ha sido un gran avance para el taller, nos ha abierto a la gente.

    De hecho, han realizado proyectos en el territorio.

    Hicimos unos murales para los lavaderos que restauraron en Montbrió del Camp. Me dejaron total libertad para elegir, todas las baldosas las hice a mano una a una y fue un proyecto muy bonito y alentador. También trabajamos con el Ayuntamiento de Reus, hacemos cursillos en los centros cívicos cada verano, con diferentes colegios... Y colaboramos también con el Ayuntamiento de Tarragona y estamos abriendo sinergias con otros municipios.

    ¿Qué perspectivas tiene para el taller?

    El taller funciona, la gente se interesa mucho por la cerámica, buscan mucho las cosas hechas por uno mismo, necesitan un espacio propio para desarrollar su creatividad. Pienso que la creatividad está muy ‘machacada’ por el sistema educativo, lo veo con los niños que son muy creativos y en los adolescentes ya se va perdiendo. Este es un espacio totalmente creativo, la gente buscan tener su tiempo y también de relajación: el barro tiene vida y si no lo mimas y quieres un poco se rompe.

    Eso sirve de aprendizaje a los alumnos.

    Claro, a tener más cuidado y sobre todo aprenden a esperar. Se tiene que educar la paciencia. El proceso es muy largo, una pieza que empiezan hoy, entre que se seca, cuece, esmalta... igual no la pueden recoger hasta dentro de mes y medio.

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