Videojuegos, cómo no perder el control

Estudios de ámbito internacional asocian el mal uso o abuso con la agresividad física y verbal y la ira

23 febrero 2022 19:20 | Actualizado a 24 febrero 2022 18:11
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El parricidio de Elche de hace dos semanas, en el que un menor confesó haber matado a sus padres y su hermano, ha vuelto a poner en el punto de mira el mal uso, abuso y adicción a los videojuegos y hasta qué punto pudieron ser una o la causa de dicho comportamiento violento. Al respeto, el Dr. Joan Boada-Grau, Catedrático de Psicología Social de la Universitat Rovira i Virgili (URV), dice que «no disponemos de datos estadísticos para determinar si estamos ante un caso aislado o si es una señal de una futurible tendencia como consecuencia de una adicción a las nuevas tecnologías», aunque sí hace referencia a «estudios de ámbito internacional que asocian la adicción a Internet y a los videojuegos con la agresividad física y verbal, la ira, la impulsividad y la hostilidad».

En cualquier caso, el experto en Psicología Social de la URV indica que «en el caso de Elche habría que ver si existen circunstancias más profundas, de base, según la personalidad del adolescente y los valores familiares transmitidos, o si solo es una cuestión de adicción a Internet o los videojuegos», ya que advierte que «vivimos en un sistema social en la que se prioriza estar conectado o comunicarse por Internet y no cara a cara».

El Dr. Joan Boada-Grau no propone que «tengamos que abandonar Internet, pero cabría encontrar un equilibro entre las relaciones personales y las tecnológicas, puesto que hoy en día coger un móvil y enviar un WhatsApp es más fácil que quedar para hacer un café con otra persona y charlar». «Quién no ha visto a una familia en un restaurante que, entre plato y plato, en lugar de hablar entre ellos, prefiere mirar el teléfono móvil o chatear», pregunta el especialista.

Señales

En cuanto a las señales que deberían alertar a las familias y a la sociedad de que una persona, sea adolescente o adulto, incurre en el mal uso, abuso y adicción a las nuevas tecnologías y videojuegos, el Dr. Joan Boada-Grau sugiere preguntarse sobre «qué criterios de personalidad y circunstancias familiares promueven que algunas personas acaben siendo adictas». Entonces, sigue explicando, «esto significa que si a una persona que presenta cierta agresividad, una conducta impulsiva, baja autoestima, inestabilidad emocional, le añades el hecho de convivir, por ejemplo, en un entorno familiar desestructurado, es posible que acabe por engancharse a Internet». En consecuencia, «si nosotros debemos evitar la adicción a Internet y/o a los videojuegos debemos estar atentos a qué valores sociales y familiares transmitimos a los adolescentes», añade el Catedrático en Psicología Social.

Entonces, ¿es posible que los videojuegos nos vuelvan violentos? «La violencia es el extremo, por lo que habría que ver qué situaciones de pre violencia se han producido con anterioridad», señala el experto. «Esto es como los accidentes de tráfico, solo somos conocedores de los accidentes que habido, pero hay situaciones de pre accidente que no han provocado un choque o un atropello», afirma.

Una analogía que si se traslada al ámbito de la agresividad, «hay situaciones de pre agresividad y de baja intensidad que se dejan pasar. Nunca sabremos si en el caso del crimen de Elche ha habido indicios que hiciesen sospechar de que este joven podía tener un brote psicótico», afirma el Catedrático en Psicología Social, quien recuerda que «la pandemia ha ayudado a potenciar este tipo de inestabilidad emocional».

Valores sociales

Él mismo también advierte que «en la medida que educamos en una cultura de la agresión –y competitividad extrema– y no de la paz, que no digo que sea este el caso de Elche, evidentemente, se transmiten unos valores que hacen que el resultado sea uno u otro». Por ello, el Dr. Joan Boada-Grau recuerda que «en el ámbito de la Psicología Social existen unos modelos de educación que dicen que las personas aprendemos por imitación, esto significa que en entornos familiares agresivos o de hostilidad los niños y los adolescentes aprenden esta hostilidad, ya que no tienen la capacidad crítica para discernir lo que está bien de lo que está mal, y poder cambiar de modelo». El resultado es que «los modelos se repiten, aunque sean hostiles o agresivos», afirma el experto, quien apunta que «hay investigaciones que dicen que los maltratadores son personas maltratadas que han vivido el maltrato en su entorno familiar y/o próximo».

¿Cómo podemos cortar la cadena para que estos patrones no se repitan? «Con madurez, responsabilidad y una educación crítica», afirma el Dr. Joan Boada-Grau. También habría que mirarse al espejo para vislumbrar si el modelo de crianza familiar es el adecuado. «Existen tres modelos parentales, el primero es el errático, es decir, un día se dice una cosa y al siguiente otra totalmente distinta; el segundo es el autoritario que se basa en un poder exagerado; y el tercero es el constructivista que plantea una convivencia familiar basada en el razonamiento y en la inteligencia emocional». Este último modelo se sustenta en «la responsabilidad que se debe trabajar desde la infancia y en la familia, con algo tan sencillo como recoger los juguetes», afirma el Catedrático en Psicología Social, quien añade que «hay estudios que indican que la responsabilidad es un buen antídoto ante la inestabilidad emocional y la adicción a Internet, por lo que en lugar de escandalizarnos por casos como el de Elche, lo que deberíamos hacer es dedicar todos los esfuerzos y recursos para prevenirlos».

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