Un hombre que ejercía la mendicidad con su compañera sentimental la maltratando en diversas ocasiones. Ahora, la Audiencia Provincial de Tarragona lo ha condenado a dos años y medio de prisión por un delito de lesiones y otro de malos tratos.
Además, no se podrá acercar a menos de 500 metros de la víctima durante cuatro años y medio. En cambio, el hombre ha sido absuelto de los delitos de trata de seres humanos, uno continuado de agresión sexual con penetración, de coacciones, de maltrato habitual y contra la intimidad.
El acusado es un ciudadano rumano que mantenía una relación sentimental –iniciada en Rumanía–, con convivencia con la víctima. Desde el inicio de dicha relación acudieron a España en diversas ocasiones, de mutuo acuerdo, para ejercer la mendicidad. Una vez en este país, permanecían entre tres o cuatro meses y volvían a Rumanía.
En febrero de 2022 vinieron nuevamente a España, también de mutuo acuerdo para ejercer la mendicidad. Convivieron en una casa abandonada situada en la carretera de Santa Oliva, en El Vendrell.
Discusión
El 5 de junio, mientras se encontraban en el mencionado domicilio, tras una discusión generada por el dinero que habían obtenido ejerciendo la mendicidad, el acusado golpeó a su pareja por todo el cuerpo. También utilizó una navaja para causarle un corte en el brazo.
Al día siguiente, sobre las cuatro de la tarde, cuando ambos estaban en la estación de tren de Vilafranca del Penedès, el acusado estiró de la blusa a la víctima. Durante el trayecto en tren hasta la estación de El Vendrell, en el seno de la discusión, forcejearon. Él la mordió en el brazo y, tras propinarle varios golpes y puñetazos, le quitó la mochila que portaba.
Para los magistrados, el relato de la denunciante tiene una «debilidad incriminatoria relevante» que les impide condenar al acusado de la mayoría de los delitos que pesaban sobre él.
En este sentido, por la testifical de la mujer durante el juicio no quedó demostrado que él la engañara para venir a España ni que le impidiera regresar a Rumania, o que la obligara a permanecer en España reteniéndole su documentación.
Incluso ella llegó a decir que la última vez que vinieron a España fue ella la que le convenció de hacerlo para ganar dinero, que tenía libertad de salir siempre donde quería y que llevaba la documentación encima. Incluso que cuando ella llegaba a casa borracha y lesionada, él no sabía de dónde venía.