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    La Necròpolis de Tarraco: 30 años cerrada y un proceso judicial abierto

    La historia reciente de la Necròpolis es la de cómo deben hacerse las cosas en gestión patrimonial

    30 mayo 2022 20:16 | Actualizado a 31 mayo 2022 07:00
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    En 1923 los trabajos de construcción de la fábrica de tabacos pusieron al descubierto restos arqueológicos relacionados principalmente con una extensa necrópolis formada a lo largo de los siglos III-V dC a orillas del río Francolí. Se documentaron 2.051 tumbas de diferentes tipologías y los elementos epigráficos superan el millar, siendo uno de los cementerios tardorromanos mejor conocidos y conservados del Imperio romano.

    El complejo forma parte del conjunto monumental Patrimonio Mundial de la Humanidad, por parte de la Unesco, y declarado como Bé Cultural d’Interés Nacional en la categoría de monumento. Pese a ello, su visita no forma parte de los circuitos turísticos y muchos tarraconenses la desconocen. Y es que la Necròpolis es el claro ejemplo de como no deben hacerse las cosas.

    En 1992 decidía cerrarse el recinto y tan solo se mantuvo abierta una pequeña sala, equivalente al 1% del espacio total ¿El motivo? Es una pregunta que nunca ha quedado clara. En 1993, con motivo de la celebración en Tarragona del Congreso Internacional de Arqueología Clásica, este yacimiento recibió una inversión de 120 millones de pesetas –el equivalente a unos 720.000 euros– que se destinaron a adecuar el espacio funerario y a rehabilitar el Museo Paleocristiano. El proyecto contemplaba la supresión de barreras arquitectónicas, la sustitución de las cubiertas que protegían los restos situados en un espacio abierto y el cierre del acceso que había en el Passeig de la Independència para construir uno de nuevo en la Avinguda Ramón y Cajal.

    La Fiscalía de Tarragona abrió una investigación contra el exdirector del MNAT

    No todas las actuaciones previstas se acometieron y un año después de haberse ejecutado las obras, el museo y el área de tumbas fue cerrado al público, sin que nunca se explicara el motivo. En 1998 el entonces director del Museu Nacional Arqueològic, Josep Maria Carreté, presentó un proyecto para transformar este espacio en el Museu de la Mort. El objetivo era transformar esta área funeraria en el recinto más importante de occidente dedicado al mundo de la muerte en la época romana. Pero el proyecto no se ejecutó y, aunque todas las entidades vinculadas con el patrimonio y desde el Ayuntamiento se reivindicó por activa y por pasiva la reapertura de este espacio, pasaron los años y varias generaciones de tarraconenses se quedaban sin poder conocerlo.

    El espacio –titularidad del Estado y gestionado por la Generalitat a través del MNAT– reabrió finalmente a inicios de 2012, tras una inversión de 225.000 euros. Se adecuaron los restos para hacerlos más comprensibles y se hizo una limpieza, sin embargo, fue una reapertura ‘en precario’ y parcial, ya que el museo no ha vuelto a abrir. Finalmente, a finales de 2016 la Fiscalía de Tarragona presentó una denuncia contra el exdirector del MNAT, Francesc Tarrats, por haber mantenido este conjunto arqueológico cerrado más de dos décadas. Se le acusó de los delitos de sustracción de bienes a su utilidad social, daños al patrimonio cultural y prevaricación. Asimismo, se apuntó que el conjunto fue objeto de un abandono «inadmisible» y un deterioro progresivo. Incluso en algún momento se registró el robo de materiales.

    Tarrats fue imputado, pero el procedimiento se ha dilatado en el tiempo y la causa judicial sigue abierta, sin que se hayan depurado responsabilidades.

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