Alba Navarro: «Mis colecciones de joyas son como espectáculos»

La violinista, docente y artesana tarraconense cuenta cómo es su vida en Brooklyn, la pandemia en Nueva York y la salida de Trump del poder. Desvela las peculiaridades de sus diseños, solidarios y hechos a mano

11 diciembre 2020 13:19 | Actualizado a 12 diciembre 2020 08:24
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Alba Navarro Hierro es una artista multidisciplinar. Violinista, diseñadora y docente, esta tarraconense se formó en el Institut Pons d’Icart y en el Conservatori de la ciudad, desde donde pasó al Liceu de Barcelona. En su trayectoria figuran desde el máster Música como arte interdisciplinario hasta la cocreación de la compañía de espectáculos Mots de Fusta o los estudios de joyería contemporánea. La pasión por crear y el anhelo de conocer mundo y de salir de su zona de confort se conjugaron cuando conoció a su pareja Reynaldo Pulido, de origen puertorriqueño. Decidieron entonces instalarse en Brooklyn, Nueva York y empezar la aventura de una nueva vida, ahora hace casi cinco años. Allí nació ANH Jewelry, firma con la que ya ha lanzado su tercera colección. Piezas que han sido publicadas en ‘Vogue Magazine’, ‘Harper Bazaar’, ‘Desing Dcene’ o ‘L’Officiel Mexico’, entre otros medios.  (www.anhjewelry.com; Instagram: @anhjewelry).

¿Cómo fueron los inicios?
Muy duros. Sin embargo, tuvimos mucha suerte. Como vengo del mundo del arte y los artistas viajan mucho, teníamos amigos aquí. Existe lo que se llama el Karma Neoyorquino, que significa que cuando llegas la gente te ayuda mucho, pero en el momento en que estás bien, te toca a ti ayudar. Es maravilloso. Aquí es donde quería estar porque estás en Estados Unidos, pero en realidad estás en el mundo.  

Vídeo: Laura Giralt

¿A qué se dedica?
Soy profesora en Manhattan, en la escuela británica WPNY, donde imparto clases de español, violín y joyas. También hago las fotos del colegio. El tocar tantas facetas me ha llevado a que las cosas me vayan bien. Aquí todo suma. Si gustas, la cosa funciona muy bien.   

¿Qué significa joyas contemporáneas? ¿A quién van dirigidas?
A un tipo de persona a la que le gusta el arte, la cultura y las piezas únicas, que valorará tu trabajo. Porque yo no soy una fábrica, tardo muchas horas en hacer las piezas. Y en Nueva York hay muchas personas así. Por ejemplo, la ropa es una forma de expresión muy fuerte y eso es algo que a mí me fascina. Si luces una pieza diferente, de ropa o de joyería, es una manera de entrar en conversación en una galería, por ejemplo. Siempre buscan algo especial.

¿Con qué materiales trabaja?
Con plata reciclada. Una de las cosas más importantes es que el material sea reciclado. 

«Lo más duro es tener la familia lejos. Voy a Tarragona una o dos veces al año y ahora hace un año y medio que no he podido viajar»

¿Cómo son sus diseños?
Para mí la joyería es una manera de expresarme. Yo vengo del mundo del espectáculo y se nota mucho la diferencia con las personas que vienen del mundo del diseño. Es muy divertido porque para mí, una colección es como un espectáculo. El proceso es de un año y cuando termina una, empiezo la siguiente. Tengo tres y siempre son temáticas.

¿De qué hablan?
La primera, de arte. Se llama When Jewelry Meets Arts y va sobre artistas muy conocidos como Picasso, Dalí o Matisse y está conectada con mi padre porque siempre conecto emocionalmente con lo que estoy haciendo. La segunda se llama Little Climbers, son pequeños muñecos escaladores que simbolizan a la gente que lucha, con todos los problemas sociales que hay. Tienen nombres como resiliencia o positividad. Y la última es sobre dos calles de Puerto Rico. Todo viene de una canción que se llama Calle Luna, Calle Sol porque mi pareja es músico y toca elementos sobre estas dos calles. Cada pieza es como un número de casa de la calle. En Puerto Rico en la playa hay cristales desgastados del mar y en esta buscaba ese concepto. Encontré unos reciclados de botellas.

¿Qué las une o las diferencia?
Cada una ha tenido un proceso diferente, que es lo que me gusta. Que tenga que aprender cosas nuevas en cada colección, nuevas técnicas y formas de expresión. En esta última, Calle Luna, Calle Sol, lo que hice fue ir a Puerto Rico y fotografiar todas las partes de la calle durante una semana. Pero este año ha sido diferente porque con la pandemia he tenido muchas horas para hacerla. Fui en febrero y en marzo ya estábamos confinados. 

«Nueva York fue el foco de la pandemia. Al principio del confinamiento nos asustamos. No paraban de sonar ambulancias»

Aún tuvo suerte...
Mucha. Además, quería diseñarla con mucho color, con mucha luz, como es San Juan de Puerto Rico. Ha sido la colección en la que más tiempo he tenido para reflexionar cada pieza. Tenía que haber salido en abril por el colorido, pero lo hizo a finales de agosto. Y después, la parte de fotografía, que también es muy importante, fue muy difícil porque no podíamos juntarnos por la pandemia. Finalmente, las hicimos en una hora en la playa. 

¿Cómo vivió el confinamiento?
El apartamento es muy pequeño y la gente no viene aquí para estar en el apartamento, sino para hacer actividades. Pero Nueva York fue el foco de la pandemia y al principio nos asustamos mucho. No paraban de sonar ambulancias todo el tiempo y no salimos de casa en tres meses, ni siquiera para comprar. Subíamos a la azotea a estirar, a hacer yoga. Para mí, que me gusta estar en la calle, en el exterior, la colección de Puerto Rico representaba todo lo que añoraba.

Además, son colecciones solidarias...
Sí. Una característica de ANH Jewelry que para mí es importante es que de cada pieza que vendo dono cinco euros al Fondo Fiduciario de las Naciones Unidas para poner fin a la violencia contra las mujeres. Tuvimos una reunión cuando yo era una marca que acababa de empezar. Son esas cosas que pasan cuando vives aquí.

 

 

¿En algún momento se ha sentido inmigrante?
Sí, siempre. Pero no en el sentido negativo. En esta ciudad somos todos inmigrantes, en mi colegio también y es algo positivo. Yo no hablaba inglés cuando llegué y tengo mucho acento español, por lo que siempre me preguntan de dónde soy.

¿Qué es lo que más le gusta de Brooklyn?
Las personas, la interculturalidad. Pero lo que me ha llevado a vivir aquí es que Nueva York vibra arte. Antes de la Covid-19 podías tener un plan cultural cada día. Exposiciones, conciertos o inauguraciones de galerías. Yo he tenido la suerte de colaborar con estilistas, fotógrafos, modelos, músicos, artistas visuales de alto nivel... Se te abren oportunidades muy potentes. La magia neoyorquina existe, pero te lo tienes que currar.

¿Cómo están ahora?
Ahora es muy diferente. A nivel laboral por ejemplo, las escuelas están volviendo a cerrar y a impartir las clases en línea. Nosotros, como somos privados, seguimos abiertos. Y me siento un poco como los músicos del Titanic. Es un colegio muy pequeño y la mayoría de gente es de fuera. Nadie ha podido ir a ver a su familia.

¿Echa de menos Tarragona?
Siempre. Es lo más duro, tener la familia lejos. Voy una o dos veces al año y ahora hace un año y medio que no he podido viajar. Ahora que estoy trabajando en una escuela en la que los padres pagan sumas impresionantes de dinero por la educación de sus hijos, me siento orgullosa de venir de la pública. Tenemos mucha suerte en casa y se tiene que continuar luchando por las escuelas públicas de calidad. 

¿Cómo han sido los comicios?
He vivido la entrada y la salida de Trump. Lo que aprendí de las anteriores elecciones es que no todo el mundo piensa como mi círculo. Estos años hemos vivido movimientos muy fuertes, como el Día de la Mujer o el Black Live Matter. Y ahora había mucho miedo. Los días posteriores todo el mundo estaba pegado al móvil o a la radio, en silencio. Cuando se supo la noticia, estábamos paseando por un parque cercado a casa, y hubo un estallido de alegría.

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