Ancestros, esa familia tan cercana

Marina Mosquera es profesora de la URV e investigadora del IPHES. Lleva tres décadas estudiando en Atapuerca cómo eran aquellos homininos de los que venimos 

23 febrero 2019 10:56 | Actualizado a 23 febrero 2019 10:59
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Marina Mosquera conoce bien a la humanidad, a nivel psicológico, cultural y sociológico. Pero no únicamente al ser humano actual, que también, sino a los homininos -antes homínidos- que poblaron este planeta hace millones de años, un conocimiento que le lleva a las primeras ocupaciones europeas. «Saber cómo vivieron es importante para el presente porque sin saber de dónde vienes y, sobre todo, de qué tipo de capacidades o condicionantes biológicos y culturales vienes, difícilmente puedes afrontar el presente y el futuro», puntualiza. 

Esta arqueóloga madrileña lleva tres décadas excavando en Atapuerca (Burgos), el que considera «el registro europeo con más restos humanos con muchos yacimientos implicados, por lo que podemos entender cómo a lo largo de un millón y medio de años gestionaron ese área los grupos humanos que vivieron en ella y los recursos de que dispusieron». 

Las preguntas son inacabables. El trabajo, constante. Para llegar a conclusiones, esta profesora de la Universitat Rovira i Virgili (URV) e investigadora del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES), sito en Tarragona, trabaja en tecnología lítica del Pleistoceno inferior y medio, que son la friolera de entre 200.000 a 1.500.000 años atrás. Y lo hace a través de las herramientas líticas, de los sílex que «los homininos fabricaron para realizar sus actividades cotidianas», esto es «para cortar carne o plantas, comer o rasgar».

«El IPHES es un referente mundial con importantes campañas y estamos formando a nuevos profesionales»

Sin embargo, añade que «no es tanto estudiar el proceso de fabricación como los parámetros cognitivos para poder fabricarlos». Es decir, ¿En qué momento de la evolución los homininos empezaron a doblegar la naturaleza a su antojo? Las respuestas las obtiene Marina a partir de una combinación de la arqueología y la vía experimental, «tallando reproducciones de esas herramientas líticas y analizando por secuencias cada uno de los gestos que tuvieron que hacer ellos», cuenta.  

La moderna simetría
«Se sabe que en la tecnología achelense, que aparece en 1.600.000 años en África, realmente hacen lo que quieren», subraya. «No solo pueden crear instrumentos simétricos, que es un concepto muy moderno, sino que ya tienen un tiempo de vida largo. Ya no es fabricación, uso y abandono». En realidad, lo que se rastrea es la modernidad de la cognición, «lo que nos hace humanos y sirve para conocernos, para saber de dónde nos vienen los potenciales, con qué podemos contar y con qué no». 

¿Nos diferenciamos mucho de aquellos homininos? «No somos en absoluto distintos», contesta categórica Marina. En aquel momento no existen las sociedades jerarquizadas, pero «cuando dos grupos humanos se encuentran, lo más seguro es que haya sexo, pero también va a haber en algún momento un choque, haya o no espacio suficiente para todos», explica esta profesional. Por otra parte, las posibilidades de que este encuentro se produjera no eran muy grandes ya que «se calcula que la Europa de la época del Neandertal, hace un millón de años, estamos seguros de que eran algo más de un millón, por lo que en toda Europa es difícil que se encontraran, aunque no imposible». 

«Sin saber de dónde vienes, a nivel biológico y cultural, difícilmente puedes afrontar el presente y el futuro»

Prueba de ello es el hallazgo en el TD6 de Gran Dolina, en Atapuerca, donde aparecieron «once individuos matados y consumidos como cualquier ciervo o bisonte», en lo que es el primer caso de canibalismo que se tiene en la historia mundial. «No es ritual y no es alimenticio porque carne tenían. Así que ya solo nos queda una hipótesis más social cultural porque la mejor forma de hacer la vida imposible a otra comunidad es matando a jóvenes y niños» y destaca que «los chimpancés actúan igual. El humano tiene mucho de primate, pero lo vemos como algo limitador y no, el primate es algo excepcional», comenta. 

«Cuando dos grupos humanos se encuentran, lo más seguro es que haya sexo pero en algún momento, choque»

Si tocaban música o no, el pensamiento conceptual, el arte o los enterramientos. Todo es cultural. Y poco a poco todo se va desgranando con una ciencia multidisciplinar que tiene un futuro prometedor. «El IPHES es un referente mundial que además está formando a los futuros profesionales», expresa orgullosa Marina.

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