Condenado por maltratos y vejaciones a su hija en Tarragona

Cuando ella tenía diez años, el acusado comenzó a golpearle en la cara, a tirarle de los pelos, darle patadas, agarrarle de los brazos, empujarla por un camino con piedras y a encerrarla en el corral con las cabras

03 febrero 2019 18:32 | Actualizado a 03 febrero 2019 18:39
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Un hombre que durante cinco años estuvo maltratando física y psicológicamente a su hija ha sido condenado a dos años de prisión por la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Tarragona, que de esta forma rebaja la pena impuesta inicialmente por el Juzgado de lo Penal, que era de 25 meses. Durante cuatro años y medio no podrá comunicarse ni acercarse a menos de 500 metros de la menor, a la que tendrá que indemnizar con 8.000 euros en concepto de daño moral.

El acusado, hasta julio de 2002, mantuvo una relación con una mujer, fruto de la cual nació una niña. A raíz de la separación, el padre se desentendió de la menor.

Cuando la pequeña tenía nueve años contactó, a través de las redes sociales, con su padre porque quería conocerle. Se inició la relación con la familia paterna. Posteriormente, comenzó la convivencia a solas con el padre en el domicilio de éste durante los fines de semana, cada quince días. 

Durante esta convivencia, de forma progresiva, desde el año 2010, cuando ella tenía diez años, el acusado comenzó a golpearle en la cara, a tirarle de los pelos, darle patadas, agarrarle de los brazos, empujarla por un camino con piedras –provocando que ella cayera al suelo– y a encerrarla en el corral con las cabras. Continuamente la insultaba y vejaba. Y le decía que si contaba algo lo iban a pagar ella y su madre.
Estas agresiones e insultos pasaron a ser de esporádicos a frecuentes. Duraron hasta enero de 2015, cuando ella cesó de convivir con su padre.

Estas agresiones e insultos provocaron un clima de terror, que menoscababan la dignidad de la menor y atentaron contra el bienestar familiar.

El acusado, desde 2010 y hasta 2015, mantenía una situación de dependencia al alcohol, que no afectaba a sus capacidades volitivas ni cognoscitivas, siendo capaz de entender sus actos y actuar conforme a esa comprensión. Sin embargo, esa adicción junto al trastorno depresivo que sufría le afectaba ligeramente la capacidad de autocontrol e inhibición de impulsos.

El acusado quería que se anulara la declaración de su hija al ser familiar. Dicho beneficio, pero, se pierde cuando es acusadora.

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