Ernesto López: «Es una falacia decir que la depresión se cura con una pastilla»

Ernesto López Méndez es especialista en medicina familiar y psicólogo clínico. Con una dilatada experiencia en el apoyo a personas, parejas, familias y grupos que viven la presión y la tensión del estrés, ha sido galardonado en diversas ocasiones. Entre sus obras destacan Manual para la ayuda psicológica, Tócame otra vez o No tengo ganas de nada y no se me va esta tristeza. Recientemente estuvo en Tarragona, invitado por la Delegació Territorial del Col·legi Oficial de Psicologia de Catalunya. En el Palau Firal i de Congressos, López presentó Los problemas psicológicos no son enfermedades, libro en el que pone en entredicho algunos de los tratamientos que en la actualidad se llevan a cabo contra diversos síndromes y que abre un serio debate entre los profesionales.

¿Por qué razón el libro es una crítica a la psicopatología?

Porque es una doctrina que considera enfermedades los problemas psicológicos que podamos tener cualquiera de nosotros. Como una fobia, ansiedad o de tipo sexual.

¿No lo son?

Los problemas psicológicos se configuran de una manera muy distinta a como se forma una patología humana como puede ser una meningitis o un tumor.

Un trastorno bipolar...

Es un problema psicológico. No se ha demostrado y no se va a demostrar que cumpla los requisitos que requiere para poder llamarlo enfermedad. Por un lado están los modelos de la patología humana, de los que entiende la medicina científica. Y por otro, los psicológicos. Son dos cosas distintas.

Esto que usted diferencia, ¿está ahora en el mismo saco?

Justamente. Lamentablemente se consideran algunos problemas psicológicos como patologías. Y es lo que nos parece un despropósito, desnaturalizar el comportamiento humano.

Entonces, ¿cómo se debe actuar, por ejemplo, en el caso de la depresión?

Es complejo. Desde el punto de vista de mi libro, todo el mundo puede llegar a una depresión en algún momento de la vida. Y no es un virus o bacteria. No es el coronavirus. Ocurre porque a la persona le han sucedido cosas. Y cuando llega a la consulta con una depresión importante, que incluso le ha hecho pensar en quitarse de en medio, los psicólogos abordan el problema desde el planteamiento de la psicología.

Van a la raíz.

Exacto. Van al origen de por qué una persona se deprime después de una pérdida importante en la vida. Cuando no puede salir adelante y le pesa.

¿Y si la persona se deprime sin causa aparente?

No sería sin causa. Hay que indagar por qué ha ocurrido. No es una infección. Desarrollar una experiencia vital como es una depresión no surge bajando las escaleras. Surge por una historia de meses y que el psicólogo o la psicóloga va a ayudar a investigar. Y le va a ayudar a resolverla, a salir de ahí. Una de las cosas importantes aquí es el supuesto tratamiento farmacológico.

¿Qué papel juegan las medicinas?

Se dice, se ha dicho y es una falacia científica decir que una depresión se cura con una pastilla, como la fluoxetina o el Prozac famoso. La depresión no es como una meningitis, que se trata con un antibiótico. La doctrina psicopatológica defiende que la causa de la depresión es la serotonina baja, por lo que se prescribe un fármaco para subirla.

¿Qué ocurre con ese fármaco?

Que ese fármaco no cura una enfermedad porque tendría que haberse demostrado que la depresión lo es. Y no lo es. Dicen los expertos que cuando se ingiere el Prozac, por ejemplo, se alteran los circuitos normales de la serotonina. También se altera el sistema digestivo, el funcionamiento sexual, etc.

Tenía entendido que solo los psiquiatras prescribían medicinas en estos casos.

Y los médicos de cabecera. Los psicólogos no. Pero tienen que hacer su trabajo compatible con otros profesionales que sí lo hacen. Y esto es un problema entre las disciplinas. Ocurre que hay gente que deja de tomar el fármaco porque no tolera los problemas digestivos, la pérdida sexual u otras alteraciones.

¿Con qué consecuencias?

Se produce el efecto rebote. Hay una primera consecuencia cuando se alteran los circuitos normales de la serotonina. Y una segunda al dejar de tomar el fármaco, fruto de la abstinencia, como ocurre con cualquier droga. Porque hay dependencia de las drogas farmacológicas. Entonces los profesionales pueden interpretar que la persona ha empeorado de la depresión y le prescriben más medicinas. En lugar de que le pueda acompañar un psicólogo o psicóloga.

¿Aún hay estigma social ?

Un pequeño estigma, pero creo que hay mucho más si tú dices que padeces una patología mental. Fíjate qué disparate.

Pero, ¿lo van a decir de ese modo?

Los defensores de la doctrina psicopatológica sí.

¿Se ha granjeado muchos enemigos?

Hay un debate abierto en la psicología.

Un debate que afecta directamente a la población.

Exacto. Quien dice que se tiene alterada la serotonina no va a estar de acuerdo con nosotros. Los que defienden un planteamiento psicopatológico dicen que el diagnóstico de trastorno mental es un estigma para quien lo padece. Y que hay que luchar contra el estigma. No. Hay que luchar contra llamarle así porque no es una enfermedad. Sin embargo, también hay muchos profesionales que son críticos con ese planteamiento. Al mismo tiempo, piden más disposición de psicólogos y psicólogas en la atención primaria para poder resolver los casos. Son profesionales que tratan de abrirse paso en este país y en otros.

¿A qué retos se enfrenta la psicología?

Hay que pensar que antes no había psicólogos. La gente iba pasando penas sola, a veces con la religión. Ahora sí que existe esa persona que le puede ayudar a resolver su situación. Y aunque tenemos un reto importante, nos toca acercarnos a la población que padece problemas psicológicos, que no son enfermedades y decirles ‘para un problema psicológico, tómate la psicología’.