Guillermo de Chopitea, un señor de Tarragona

07 febrero 2019 13:17 | Actualizado a 07 febrero 2019 17:32
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Guillermo de Chopitea habría cumplido 106 años el día de la Virgen de Montserrat, pero de acuerdo con una fe intensa que dio sentido a su vida, los cumplirá en estado celestial y con el contador del tiempo en modo metafísico. Su hermano melómano y músico, Grau de Chopitea, lo habría dicho con San Agustín: «Los cuerpos resucitados no serán más que música».

Un laico que estudió teología era lo más próximo a los caminos de santidad con los que llegó a codearse. Fue gran amigo de Jaume Hilari, a cuya beatificación acudió, con el que compartió cautiverio en Mollerussa durante la Guerra Civil. Vivió con él los momentos previos a su fusilamiento. Superados cautiverios, exilios y frentes –dedicado a la alfabetización de los soldados, sin disparar un solo tiro, como resaltaba-ya en la cotidianeidad, formó una familia en Tarragona, e impartió docencia en el Col·legi Joan Roig y en La Salle.

Guillermo de Chopitea fue un auténtico señor de Tarragona, un personaje muy apreciado en la ciudad, como profesor de varias generaciones, y también por su actividad a favor de los discapacitados. Tener un hijo con Síndrome de Down le motivó como socio fundador de la Fundación Topromi, con sede en La Canonja, que se ocupa también de las personas con riesgo de exclusión, con programas de preparación de empleo, rehabilitación integral e integración social y laboral.

La saga Chopitea está intrínsecamente vinculada a la obra salesiana. Dorotea de Chopitea, chilena de origen vasco y establecida en Barcelona, fue la gran matriarca, vivió a lo largo del siglo XIX dedicada al patrocinio de obras sociales y religiosas, y puso su fortuna al servicio de la beneficencia.

Conoció y trató a Don Bosco, ayudó a financiar obras importantes del patrimonio de la Iglesia, como la basílica del Tibidado, diversas escuelas salesianas y también de los jesuitas. Juan Pablo II la hizo “venerable”, con inicio de proceso de beatificación.

Acorde con la tradición de la familia, Guillermo de Chopitea fue creyente comprometido de misa diaria hasta que las fuerzas se lo permitieron. En el reportaje que publicó el Diari con motivo de su 104 aniversario, su hija María Gloria apuntaba que solía decir a la familia que se preparaba para dar el paso más importante de su vida, el paso a la eternidad, ‘et lux perpetua luceat eis’. Descanse en paz.

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