La convulsa historia de Iqoxe y su CEO, José Luis Morlanes

El consejero delegado es un histórico de UGT y del PSC, exconcejal de Cornellà con Montilla y exvicepresidente de La Seda de Barcelona

18 enero 2020 09:10 | Actualizado a 18 enero 2020 09:32
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La historia de Iqoxe y de su actual consejero delegado, José Luis Morlanes, tienen diversas etapas, diferenciadas entre ellas.

Morlanes, que compareció ante los medios el pasado miércoles por la mañana en la sede de la Asociación Empresarial Química de Tarragona (AEQT) para dar su primera versión de los hechos, hace décadas que está vinculado a la antigua fábrica de La Seda y es un polifacético sindicalista y empresario que tuvo una carrera política y deportiva.

Fue secretario general de la UGT del Baix Llobregat, entre 1990 y 1998, donde tuvo oportunidad ya de conocer las actividades industriales de La Seda, que durante años fue la empresa cabecera de IQA.

Después fue presidente del Consell Comarcal del Baix Llobregat entre 1998 y 2003, teniente de alcalde de Urbanismo del Ayuntamiento de Cornellà con el expresidente de la Generalitat, José Montilla de alcalde (1999-2003), vicepresidente económico del RCD Espanyol y vicepresidente de La Seda de Barcelona.

Su trayectoria en esta firma, durante años una de las compañías más convulsas del panorama empresarial catalán, tuvo dos etapas. Llegó como ejecutivo en 2001 y dos años y medio después asumió la dirección general. En 2004 marchó al Espanyol pero en 2009 regresó y llevó a cabo una importante reestructuración de la compañía hasta que sus dos principales accionistas en 2013, BA Vidro y Caixa Gral colocaron de nuevo a Carlos Moreira al frente del grupo fulminando a José Luis Morlanes. Pero una vez más este histórico sindicalista y socialista volvió a la empresa de la mano del grupo extremeño Cristian Lay, cuando éste se quedó con los activos de La Seda de Barcelona en abril de 2014, después de que esta entrara en concurso de acreedores ante su incapacidad para afrontar los compromisos de pago de su deuda y el posterior desencuentro entre el principal accionista, BA Vidro, y el principal acreedor, Anchorage, que compró deuda con fuertes descuentos.

La empresa es heredera de la antigua y conocida IQA, firma pionera en el polígono químico sur

El juzgado mercantil número 1 de Barcelona, ante el que se tramitó el concurso optó por la oferta de Cristian Lay antes que la que presentaban Indorama y Cepsa, porque respetaba la actividad de ambas plantas y la totalidad del empleo.

Cristian Lay pagó 16,6 millones de euros por las dos fábricas, la de El Prat de Llobregat (Artenius) y la de La Canonja (Industrias Químicas Asociadas, IQA).

Ricardo Leal es el socio mayoritario (con un 85% de las acciones), y José Luis Morlanes -expresidente de La Seda- es accionista minoritario (con alrededor del 15% restante), pero con funciones ejecutivas como consejero delegado.

Iqoxe y Artenius no son los únicos negocios químicos adquiridos por el grupo extremeño en Tarragona. La compañía adquirió en diciembre de 2015 del año pasado la única planta que la multinacional norteamericana Celanese mantenía en el territorio, tras el cierreen 2013 de su factoría de Reus. En concreto, se quedó con la planta de emulsiones poliméricas (también conocida como PVA) de Vila-seca, que había cesado su producción a finales de octubre de 2015. La compra permitió salvar los casi 30 puestos de trabajo de la unidad.

1961, el origen

Industrias Químicas del Óxido de Etileno (Iqoxe), la empresa siniestrada el martes, fue pionera en el polígono químico sur. Sus orígenes se remontan a 1961, cuando se implantó con otro nombre, tremendamente popular entre los barrios de Ponent: Industrias Químicas Asociadas (IQA). En aquel año, cuatro de las grandes empresas más importantes del sector (Unión Española de Explosivos, la alemana Hoechst y Catalana de Gas y Electricidad, auspiciadas por Shell), se unieron para constituir a partes iguales la industria.

Las obras de acceso y urbanización de los terrenos empezaron en junio de 1964. A principios de 1965 se inició la cimentación de las diversas plantas principales de la factoría. La puesta en marcha definitiva comenzó en mayo de 1966 con las pruebas en el cracker de naftas para producir etileno. A finales de ese año ya se empezó a obtener etileno de alta calidad, materia prima para las instalaciones de óxido de etileno y acetaldehído. La inauguración oficial fue en junio de 1966. Se invirtieron 3.800 millones de pesetas y se crearon 446 puestos de trabajo. Entre 1974 y 1978 se fueron abriendo plantas.

La empresa forma parte del grupo extremeño Cristian Lay desde abril de 2014

Poco después se produjo el cierre del cracker, que no era rentable para sus volúmenes y se decidió comprar directamente de Repsol a Dow. Con esa clausura se produjo la primera regulación de empleo, que afectó a más de cien personas y tuvo lugar en 1982. En 1985 llegó la segunda. Ese mismo año Shell adquirió el cien por cien de las acciones. Una década después, la holandesa se retiró del mercado español vendiendo IQA a La Seda de Barcelona (LSB).

La compañía «es el único productor de óxido de etileno en España y Portugal, sur de Francia e Italia con una capacidad instalada de 140.000 toneladas anuales. El 50% de esta producción está destinada a la fabricación de glicol, una de las principales materias primas para la producción de los polímeros PET».

La empresa invirtió en 2017 más de diez millones de euros en su cuarto reactor de productos derivados del óxido de etileno y propileno, con dos objetivos. Por un lado, aumentar la capacidad de producciónen 40.000 toneladas anuales, lo que les permitió casi doblar la que tenían, que era de 45.000 toneladas. Y por otro, aumentar la flexibilidad de la fábrica, es decir, que pudiera modular en cada momento qué cantidad de óxido de etileno dedicaban a la producción de glicoles y qué cantidad a derivados en función de los precios del mercado.

El ejercicio de 2018 (el último con información disponible) la empresa facturó 148 millones de euros y obtuvo un beneficio de 18 millones.

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