La pandemia dispara las autolesiones e ideas suicidas entre los adolescentes

El Codi Risc de Suïcidi del Departament de Salut, en lo que llevamos de año, se ha aplicado 23 veces en menores de edad de la provincia de Tarragona, casi el doble que en 2019

06 octubre 2021 13:50 | Actualizado a 06 octubre 2021 13:53
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La pandemia ha sido una auténtica bomba de relojería para la salud mental de nuestros niños y adolescentes. Todos los indicadores, cifras, estudios y estadísticas que se han realizado en los últimos meses así lo demuestran. Unos datos que los expertos en la materia corroboran. Jordi Peris es psicólogo clínico y jefe de servicio del Área Comunitaria Infantil y Juvenil del Institut Pere Mata y lo tiene muy claro a la hora de responder a la primera pregunta del Diari. «La pandemia, claramente, ha sido perjudicial para la salud mental de nuestros adolescentes. Y lo ha sido en diferentes aspectos, desde los trastornos de conducta alimentaria, hasta los de ansiedad, depresiones o las ideas y conductas suicidas y las autolesiones», detalla.

Precisamente en este último apartado, las cifras que se nos han ofrecido en los últimos meses desde diferentes estamentos, entidades o administraciones son realmente preocupantes. Por ejemplo, el Codi Risc de Suïcidi de Catalunya, un mecanismo puesto en marcha por el Departament de Salut para detectar y tratar ideas o conductas suicidas, se ha activado en la provincia de Tarragona en lo que llevamos de año (de enero a septiembre) en 23 ocasiones en menores de 18 años, cuando en 2020 fueron 14 los casos (una cifra algo distorsionada si tenemos en cuenta las semanas de confinamiento) y en el año 2019, 14.

Los números de la Fundación Anar, que gestiona a nivel de toda España líneas de ayuda telefónica y un chat para menores que sufren violencia o problemas psicológicos, atendió el año pasado 412 casos de ideación o intento de suicidio (un 145% más que en 209) y a 205 personas por autolesiones (un 180% de aumento).

Jordi Peris aclara que «dentro de la salud mental tenemos los trastornos reactivos o adaptativos, como ansiedad o depresión, provocados por algún desencadenante. Estos han subido porque tienen que ver con lo que está pasando y la pandemia ha sido un acontecimiento vital negativo para los jóvenes, más que para otras franjas de edad».

Pero, ¿qué motiva que todo lo vivido por la Covid-19 haya afectado más a los adolescentes que a los adultos? Para Peris hay varios motivos. «Primero, porque a nivel global son más vulnerables, igual que las personas mayores. Los niños están más protegidos por sus padres y los adultos tenemos más recursos emocionales. En cambio, los jóvenes son más vulnerables emocionalmente ya que están en una situación de camino entre la infancia y la etapa adulta. Y segundo porque la pandemia ha creado unos automatismos que han atacado más la vida de los adolescentes (distanciamiento social, confinamiento, no poder ver a los amigos, etc.)», explica este psicólogo clínico.

Las consultas de psicólogos y psiquiatras se están encontrando con «adolescentes que nos explican que sienten una angustia generalizada, no por algo en concreto. Puede empezar por un problema con un amigo, con la familia o con los estudios. Pero cuando llegan hasta la idea o la conducta suicida es porque sienten una angustia generalizada, llena de pensamientos negativos», asegura el

jefe de servicio del Área Comunitaria Infantil y Juvenil del Institut Pere Mata.

Una pregunta que podrán estar haciéndose muchos de los padres y de las madres que estén leyendo este artículo es si es posible detectar este problema para prevenirlo y evitar males mayores. En este sentido, Jordi Peris comenta que «los padres deben estar atentos a cambios de conducta y del estado de ánimo que no son propios de la adolescencia. Por ejemplo, dejar de quedar con los amigos, quedarse en casa, tener una conducta más irritable, que se enfade más en la vida cotidiana, un bajón anómalo en el rendimiento académico, tristeza, etc.».

Por último, este psicólogo también hace un llamamiento a trabajar más en la prevención. «Habría que trabajar más de lo que se hace hasta ahora en la prevención del riesgo y en la detección precoz. Hay un buen respaldo por parte de Salut una vez se ha detectado el caso, pero hay que mejorar la prevención del bienestar emocional. Por ejemplo, hay un programa que se llama Salut i Escola, donde enfermeras de las ABS van a los institutos y hacen consultas abiertas y privadas con los propios estudiantes. Habría que hacer más iniciativas así».

‘Cóctel molotov’

Benjamín Ballesteros, director de Programas de la Fundación Anar, tiene muy claro que durante el confinamiento los hogares sufrieron un «cóctel molotov» que ha derivado en que se incrementen los problemas graves en los niños y en los adolescentes. Durante un tiempo largo les fue imposible salir de casa, han estado sometidos a restricciones, han sentido que perdían libertad, han sufrido el fallecimiento de sus seres queridos, el miedo a la muerte, la tensión de un espacio reducido, sin colegio, metidos en casa... Esto provocó que aumentaran la ansiedad y la tristeza. Y, en estas circunstancias, las consecuencias psicológicas se disparan. «Hablamos de menores que viven en tensión permanente y muy duradera. Es como una olla exprés», apunta Ballesteros.

Un adolescente de 15 años pedía auxilio por teléfono a la Fundación Anar así: «Tengo pensamientos suicidas todo el rato. Hablando francamente, casi no como y no me gusta la imagen que veo en el espejo». El año pasado, el 55% de los casos que trató esta fundación fue considerado de máxima gravedad, frente al 44% del 2019.

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