La precariedad retrasa los hijos: ya hay más madres de 40 que de 25 en Tarragona

La maternidad de más de 40 años se duplica en Tarragona. Se tienen hijos con más madurez pero en el límite biológico. La franja con más nacimientos son los 35. Los sueldos bajos, clave

20 marzo 2019 09:30 | Actualizado a 20 marzo 2019 09:41
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Marta tiene 43 años y fue madre de Arlet hace dos, a los 41. Fue una maternidad tardía, en este caso poco condicionada al mercado laboral y sí al devenir de la vida, a la intimidad: «Hace 15 años parecía tener la vida encarrilada. Pero tienes una pareja que dura un tiempo y después la dejas, eso se acaba. Luego todo se retrasó, hasta que me casé en 2014, pero ya todo fue más tarde». 

Marta siempre quiso ser madre joven, pero de alguna manera todo se postergó unos años, al tiempo en que también vivió de cerca cómo las prioridades para su generación ya eran otras. «Lo he visto más en amigas que han demorado la maternidad. Quizás es una cosa más de cargos altos, que en un momento dado ponen al trabajo por delante de la familia. Cada persona es un mundo», admite esta tarraconense. 

Ella se embarcó en la aventura pasados los 40, con todo lo que ello acarrea. «Quizás cuesta un poco más conseguirlo que cuando eres joven, pero más allá de eso no creo que la edad me afectara al embarazo. No me perjudicó. Eso sí, la energía que tienes como madre no es la misma… y ¡seguirle el ritmo a mi hija a veces cuesta!», explica. Le sobreviene, además, una inquietud. «Mi madre me tuvo con 23. Lo que me ronda es que cuando mi hija cumpla 20, yo tendré 60. Eso me obliga a cuidarme. Es algo que tengo en cuenta», añade, mientras reconoce que vive con toda la plenitud una etapa igualmente maravillosa. 

Marta personifica la tendencia en Tarragona: la maternidad se retrasa cada vez más. Por primera vez en la provincia, las mujeres que tienen un hijo a los 40 años superan ya a las que lo alumbran con 25, rompiendo así una dinámica que lleva tiempo iniciada pero que ahora vive el gran vuelco. Desde el año 2000, las madres de más de 40 casi se han multiplicado por cuatro: de las 56 a las 212 de 2017, el último dato disponible en el INE. La mayor parte de nacimientos se producen cuando la madre tiene 35 años. 

«En la mayoría de ocasiones el retraso sucede por una cuestión laboral. La mujer pasa unos años posicionándose profesionalmente, gozando de cierta independencia», cuenta Montserrat Carreras, vocal de comadronas en el Col·legi Oficial d’Infermeres i Infermers de Tarragona. En los últimos años factores como la temporalidad o la precariedad en el trabajo se han añadido a la ecuación. 

«Cuando mi hija tenga 20 años yo tendré 60. Sé que deberé cuidarme pero no he tenido ningún problema», dice Marta, madre a los 41 años

Quien también asiste a diario a esta realidad cambiante es Imma Saumell, directora de la clínica de reproducción asistida Embriogyn . «A nivel biológico la maternidad no ha cambiado. La ideal es entre los 25 y los 30. Pero hay un hecho, y es que socialmente esa franja ha cambiado por temas personales, laborales y de prioridad social», narra Saumell. 

Este tipo de laboratorios de fecundación in vitro se han convertido en un recurso asiduo. «El hecho de que la mujer se ponga a tener hijos más tarde hace que afronte más dificultades y eso lo vemos. No es que haya un problema de fertilidad, sino que la edad, la propia fisiología, condiciona. A partir de los 38 años la cantidad y la calidad de los óvulos desciende mucho», añade Saumell. 

Ahí entra en juego la alternativa de la vitrificación de óvulos, que en los últimos años se lleva a cabo por motivos sociales o laborales y ya no estrictamente de salud. «Hace tres años nos consultaban mujeres de 40 años y ya no tenía sentido congelar, ya era algo tarde. Ahora no, notamos que viene gente más joven, con 35. Es lo ideal. Es un avance muy positivo». 

En Embriogyn, la media de edad de las mujeres que iban a consulta por problemas de fertilidad en 2006 era de 34,51 años. En 2018, la cifra creció hasta los 36,72 años, de media. Otro dato que muestra que los tiempos están cambiando: del 28% de consultas ligadas a problemas de fertilidad en mujeres de 40 o más años se ha pasado al 32%. 

La realidad profesional, no exenta de presiones, se impone en la década de los 30. «La mayor parte de personas tienen una proyección laboral que si queda interrumpida le puede suponer una complicación», añade Saumell. 

Cambio de mentalidad
Luego aparece la casuística de esa sociedad líquida, prácticamente postmoderna. Ahí se incluyen parejas de más allá de 40 formadas recientemente pero también un cambio de mentalidad, emparentado con la evolución del concepto social de familia, como añade Saumell: «Las personas se lo piensan más a la hora de ser padres. Hay un cambio de valoraciones, de perspectiva. Parte de la sociedad prefiere, al menos durante unos años, disfrutar de otras cosas, como viajar, salir, tener esa libertad como pareja». 

Alba Pallisé, comadrona de Tarragona, comenta con precisión lo que sucede: «En la consulta observamos que las presiones sociales y laborales de la sociedad actual han cambiado las prioridades de las mujeres. El perfil profesional exigido por las empresas tiene que ver con el aumento de la edad de la maternidad. Pero también influyen aspectos personales. Ahora se produce una maternidad más consciente. Antes se tenían hijos porque tocaba. Ahora no. Tienes más de una pareja en tu vida, la mayoría no se casa, hay muchos tipos de convivencia y la llegada de un hijo se cuestiona mucho más. La gente piensa: ‘Si no puedo dar estabilidad económica a mi hijo, no lo tengo’». 

«Muchas mujeres tienen una proyección laboral que no quieren que sea interrumpida porque lo ven como una complicación», sostiene Imma Saumell, directora del laboratorio Embriogyn

De ahí que la precariedad laboral de los últimos años haya retrasado aún más el momento. Se tarda más tiempo en lograr un empleo indefinido y un salario digno. «Los sueldos bajos, los contratos cortos… Todo influye. Sin una estabilidad, con las familias muy nucleares y cada vez menos extensas, es poco sostenible la maternidad», cuenta Pallisé, crítica con las condiciones profesionales: «La precariedad dificulta tener un hijo en unas condiciones medias de vida. Creo que la incorporación de la mujer al mundo laboral no es un problema, sino una buena noticia. El problema son las desigualdades. La lucha tiene que ser por unas bajas laborales dignas, por ejemplo». Pallisé admite que «la biología no ayuda» pero «hay una parte positiva de crianza más consciente y madura». 

Mireia Marcos, presidenta de la Associació de Llevadores del Part a Casa en Catalunya (ALPACC), también ha percibido el incremento en su especialidad como comadrona, los partos en casa. «El 90% de madres tienen estudios superiores, son mujeres que han dedicado muchos años a su profesión y luego deciden dar a luz», comenta. Marcos desmifitica que ser madre en esas edades suponga un riesgo: «Eso es algo más del pasado, de otras épocas. En la posguerra una mujer a los 35 estaba mucho peor de salud que ahora. Hay gente que se cuida, que come sano, y no hay ningún problema». 

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