Laura Mas: «En nuestra mano está el reescribir la historia»

La periodista rescata en su primera novela ‘La maestra de Sócrates’ la figura de Diotima de Mantinea, una de las principales representantes del pensamiento femenino en la Atenas de Pericles

23 junio 2020 15:48 | Actualizado a 23 junio 2020 17:12
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Laura Mas (Las Palmas, 1989) es una periodista cultural que en su primera novela rescata a una figura femenina de la filosofía que apenas ha llegado hasta nuestros días. Diotima de Mantinea fue maestra del mismísimo Sócrates en la Atenas de Pericles. De ella, el gran pensador aprendió las virtudes del verdadero amor y así dejó constancia en El Banquete de Platón. La maestra de Sócrates (Espasa Libros. Editorial Planeta) relata su historia en un momento de peste y de guerra contra Samos en pos de la democracia.

¿Cómo llegó hasta Diotima?
En una de las clases de filosofía que ofrece la librería Laie de Barcelona la mencionaron. Empecé a indagar y vi que está plasmada en El Banquete de Platón y allí básicamente lo que se desgrana es todo su pensamiento, la filosofía del amor. Así nació la novela.

Era una época muy machista, pero yo aplaudo que Sócrates tuvo la valentía de decir en ‘El Banquete’ que Diotima fue su maestra

Los personajes del ‘Banquete’ son reales.
Correcto. Lo que ocurre es que hay quien cuestiona la existencia de Diotima porque no se tienen datos biográficos sobre ella. Pero quienes defendemos lo contrario nos acogemos a eso, a que en los simposios de Platón todos los personajes que aparecen son de carne y hueso. Entonces, ¿por qué tenía que haber hecho una excepción con ella? 

En la cuna de la democracia los extranjeros y las mujeres no lo tenían fácil.
Efectivamente. Para ellos todo aquel y aquella que no hubiese nacido en Atenas eran ciudadanos de tercera. Si le sumas el hecho de ser mujer, las oportunidades que daba la sociedad eran prácticamente nulas. Por eso me llamó muchísimo la atención que en aquella época tan esclava y tan injusta para las mujeres existiese alguien con tanta valentía y tan adelantada a su tiempo como fue Diotima, que no solo hizo escuchar su pensamiento, sino que lo alzó a la gloria, acabó convenciendo a Sócrates de que sus conocimientos sobre el amor eran muy superiores a los suyos. Fue él quien le pidió que fuese su maestra. 

Hace bueno el dicho ‘Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer’.
Lo hemos visto en muchas ocasiones, pero hasta hace poco la historia la han escrito los hombres. Esto es así y ha tenido unas consecuencias fatales para muchas mujeres. Es algo que hay que asumir. Así que yo siempre digo que en nuestra mano está también el reescribir la historia ahora que los tiempos están cambiando y rescatar del olvido a estas grandes mujeres que, como Diotima, fueron unas impulsoras culturales o destacaron en cualquier ámbito profesional. Bajo mi punto de vista hay mucho camino por recorrer todavía.

¿Cómo ha hilvanado las palabras de Sócrates?
Antes de plantearme el reto de escribir la novela me documenté muchísimo. A raíz de biografías y ensayos pude hacerme una idea bastante clara de quién pudo haber sido. Hay que pensar de todos modos que el Sócrates de mi novela tiene 30 años. 

Invito a volver a acogernos a esa filosofía que siempre ha sido necesaria. Nos ayuda a poner en pausa esta vida tan rápida

¿Qué implica este dato?
No era aún ese filósofo tan consolidado que nos ha llegado. Empezaba a utilizar la mayéutica como recurso para llegar a la verdad, cuestionándolo todo. Sócrates es un personaje fascinante y he ido con mucho cuidado, sobre todo con los diálogos. Si los personajes han existido les debes ese respeto y esa documentación previa y también a la época, que es la Atenas de Pericles. Ha sido un reto en mayúsculas. 

¿Pericles luchaba por la democracia o por Aspasia?
Por ambas. Pero sí que es cierto que amó profundamente a Aspasia y además su historia fue muy peculiar. Se encontró con todo tipo de obstáculos en el camino. 

Diotima predica el amor platónico, pero es un amor que va más allá de la pasión física, para centrarse en el interior de las personas

Otra gran mujer en ‘La maestra de Sócrates’.
También hecha a ella misma y extranjera. Otra gran mujer como Diotima, que acabó creando incluso una escuela para formar a mujeres en esa Atenas que era tan restrictiva en ese aspecto porque pocas mujeres tenían acceso a la formación por aquel entonces. Se dice que Aspasia también fue maestra de Sócrates. Fue logógrafa y logró enamorar a Pericles cuando este ya era un grandísmo mandatario y político y estaba casado. Pericles dejó toda su vida estable con la que era su mujer y acabó viviendo con Aspasia que, para rizar el rizo, era hetaira, que es lo que equivale a ser una cortesana. Pericles tenía muy en cuenta las opiniones de Aspasia. Yo tampoco lo concibo como un mandatario a merced de la voluntad de su mujer, pero Aspasia era una mujer tan ilustre que por supuesto debió ser muy influyente en las decisiones de ese mandatario. Se dice incluso que Aspasia redactaba los discursos.

Volviendo a Sócrates, muchas de sus reflexiones son muy actuales.
Como seres humanos, todas las pasiones y los sentimientos parten de nociones tan primarias que no hay tanta diferencia entre unos y otros, a pesar de que vivieron en tiempos tan remotos. También hay que decir que fui selectiva con las frases. Por desgracia, como sabemos, la época era muy machista y hasta Sócrates tiene comentarios machistas en algún momento de su vida. No hay que negarlo. Pero yo, desde aquí, aplaudo que él tuvo la valentía de decir que Diotima fue su maestra con lo cual también he concebido a un Sócrates más permisivo, que admiraba a las mujeres.

La novela arranca con la sacerdotisa Diotima liberando a Atenas de la peste, por lo que se me puso el vello de punta.

Él dice que todo conocimiento empieza por el asombro. ¿Cree que aún tenemos capacidad de asombrarnos o solo lo hacemos cuando son cosas negativas?
«En cuanto a temas negativos supongo que es más fácil. Por ejemplo, con todo esto de la Covid-19, ¿quién no se ha quedado horrorizado? Pero con tanta sobreinformación incluso lo más terrorífico lo acabamos interiorizando. Por eso invito a volvernos a acoger a esa filosofía que siempre ha sido necesaria. Nos ayuda a poner en pausa esta vida tan rápida en la que a veces no nos detenemos lo suficiente a reflexionar sobre lo que está pasando a nuestro alrededor. La filosofía nos aporta libertad, ensalza nuestro pensamiento y nos da recursos para tener un mejor criterio propio, que creo que también hace mucha falta ante tanta noticia falsa.

La novela empieza además con la peste.
Es verdad que en este libro han surgido cosas impensables porque la novela arranca con la sacerdotisa Diotima liberando a Atenas de la peste, con lo cual se me puso el vello de punta. Enseguida caí en el paralelismo. Es una desgraciada coincidencia.

Me inspiró mucho a la hora de escribir el haber estado en la antigua ágora, en la Acrópolis, pisar esas piedras con tanta historia. Es maravilloso

¿Cómo es el amor del que habla Diotima?
Ella predica un amor que va más allá de la pasión física, de ver la belleza en los cuerpos para centrarse en el interior de las personas. Nos invita a mirar el mundo con ojos bondadosos. Lo curioso  es que este concepto de amor platónico en términos filosóficos dista mucho del uso que actualmente se le da a nivel popular porque el amor platónico que nosotros utilizamos se refiere a un amor inalcanzable. En términos filosóficos el amor platónico es profundo, que nos invita a descubrir la belleza del alma de las personas. 

No todo el mundo está dispuesto a mirarse a sí mismo.
Mirarse a sí mismo es de valientes y muy poca gente es capaz de estar sola. Cuánta gente si fracasa en una relación enseguida la encadena con otra. Eso es porque el acto de estar solo requiere de una valentía brutal porque ahí seguramente tienes que enfrentarte a algunos fantasmas, tienes más tiempo para ti mismo, para hacer esa introspección. A veces en vez de sanar nuestro interior lo que hacemos es, me da la sensación, centarnos en otros temas para no enfrentarnos a cosas que a veces pueden ser muy dolorosas. Pero al final dolor y amor van de la mano como también dice Diotima.

Ella dice que hay que volver a las pequeñas cosas.
Es verdad. Al final el valor de algo no está en lo material, que esto es una cosa que también deberíamos interiorizar más. La felicidad está en las pequeñas cosas. Es una frase muy manida pero muy cierta. Y con la pandemia, lo que estoy viendo es que gente que inicialmente a lo mejor no era una apasionada de la filosofía ahora está empezando a interesarse por ella. Precisamente como un recurso más para poder entender todo este mundo y esta existencia nuestra. Y que tal vez sí que esté cambiando algo o yo quiero creer que hay gente que cree en la importancia de estas pequeñas cosas y que decide valerse de la filosofía para vivir, para tener, en definitiva, mayor calidad de vida.

Sócrates no era muy higiénico...
En todos los ensayos y biografías que leí se incidía en una acentuada falta de higiene, aunque en la época la higiene tampoco era la actual. También debo decir a favor de los grandes genios que están tan absortos en sus creaciones que se olvidan de todo lo demás. Y en el caso de Sócrates, no solo descuidaba la higiene, sino que se olvidaba de comer.

Para mí fue fascinante descubrir a ese Sócrates guerrero. E incluso se dice que fue un soldado muy valiente, un hoplita muy decidido, muy tranquilo, que salvó más de una vida

También es poco conocida su faceta de hoplita.
Para mí fue fascinante descubrir a ese Sócrates guerrero del que nos ha llegado muy poco. E incluso se dice que fue un soldado muy valiente, un hoplita muy decidido, muy tranquilo, que salvó más de una vida. Por supuesto, es compatible ser filósofo y guerrero en una época en que además, la mayoría de los hombres tenían que ir a la guerra. Pocos tenían la capacidad de negarse a combatir. Era un deber moral para ellos.

Y los mitos. ¿Se los sabe todos?
No. Tuve que consultar. A mí me gusta mucho la mitología pero no te la acabas. Está plagada de historias maravillosas que además muchas de ellas tienen lecturas curiosas que contienen buenas enseñanzas. Otras, sin embargo, son muy crueles. Pero me interesaba mucho meter elementos mitológicos y me he dado cuenta de que hay bastantes en el libro. Intercalo de vez en cuanto la aparición de seres mitológicos en el relato. Eran tiempos complicados sobre todo para las mujeres y la manera de hacer de los hombres a veces era como muy tosco, muy bruto y carecía de muchos de los valores que tenemos ahora. Algo sí que hemos evolucionado. Al menos en ese aspecto.

¿Ha estado en Grecia?
Sí. Me inspiró mucho a la hora de escribir el haber estado en la antigua ágora, en la Acrópolis, pisar esas piedras con tanta historia. Es maravilloso y animo a todo el mundo que no haya descubierto Atenas a que vaya. Ahora lo que me ocurre es que al haber escrito la historia tengo unas ganas locas de volver. Cada viaje es distinto, por mucho que repitamos el destino. Lo vemos de otra manera.

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