«Nos despedimos de nuestro padre a distancia»

Vecino del barrio del Pilar. Antonio falleció a causa del Covid-19 el pasado jueves. La familia relata cómo de duro ha sido no poder darle el último adiós en condiciones

30 marzo 2020 19:50 | Actualizado a 30 marzo 2020 20:00
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Antonio Moreno, de 80 años y vecino del barrio del Pilar, fallecía el pasado jueves víctima de la Covid-19. Su familia no pudo apenas despedirse de él. Este virus está deshumanizando incluso uno de los momentos más importantes para una persona: el último adiós.

Antonio era diabético. El pasado sábado día 21 de marzo, el hombre empezó a encontrarse mal. Los niveles de azúcar se estaban descompensando de una manera un tanto extraña. «Pensamos que el problema era que hacía días que no andaba a causa del confinamiento. Le aconsejábamos que caminara por casa», explica una de sus hijas, Juani Moreno. El lunes, Antonio se levantó a 600 de azúcar. La familia llamó al CAP más próximo y los sanitarios se dirigieron rápidamente hasta su domicilio.

Fue trasladado a Urgencias de Joan XXIII, donde al día siguiente se confirmó que Antonio tenía el coronavirus. Fue entonces cuando las alarmas en la familia Moreno se activaron. Antonio vivía con su mujer, que hacía diez días había sufrido un ictus. Tanto ella como una de sus hijas se ponían en cuarentena a partir de aquel momento.

Antonio quedó hospitalizado en el Joan XXIII. Estaba estable, no llegó a ingresar en la UCI. «Él luchó hasta el último suspiro», explica su hija, quien añade que, una enfermera, amiga de la familia, cuidó mucho de su padre durante toda la estancia en el hospital. «Podíamos hablar con él gracias al personal que nos llamaba, pero los últimos días era más difícil, ya que apenas podía respirar. Nos consta que le trataron muy bien y le daban ánimos para seguir viviendo», asegura Moreno.

La madrugada del pasado miércoles, la familia recibía una triste llamada. «Era un médico que nos preguntaba si dábamos el consentimiento para sedar a mi padre, porque estaba muy justo. Ya no se podía ni levantar», recuerda Moreno. Remontó, pero al día siguiente ya no había nada qué hacer. El último día, un enfermero llamó a la mujer y a una de sus hijas. Antonio quería despedirse de su familia. «Pero no tenía fuerzas ni para contestarnos», añade. A las nueve y diez de la noche del 26 de marzo, Antonio fallecía.

La última vez

La familia pensaba que ya no podrían despedirse de él, pero el hospital les ofreció la posibilidad de verlo por última vez. «Entramos a la habitación con mascarillas y batas, y a mucha distancia pudimos decirle adiós», recuerda Moreno. Ni abrazarle ni darle un último beso.

A partir de entonces, todos los trámites del tanatorio se hicieron de manera telemática. «Fue muy duro, muy frío», explica. Antonio era una persona muy querida en El Pilar. Amigable, dispuesto siempre a ayudar, abierto, optimista. Al barrio le hubiera gustado darle el último adiós. El domingo lo incineraron y, ayer, la familia fue a recoger las cenizas.

«Lo hemos vivido con mucha rabia e impotencia. A la vez también con miedo. Mi madre sufrió un ictus hace diez días y ha estado en contacto con él. Vivían juntos. Controlamos que no tenga fiebre durante las 24 horas del día», explica Moreno, quien reconoce que «por nada del mundo nos pensábamos que esto fuera así. Tan rápido. Lo veíamos como algo lejano, y nos ha tocado de muy cerca. Mucho menos nos podíamos imaginar que nos despediríamos así de él, a distancia», explica Moreno.

Como la familia de Antonio, son muchas las que están sufriendo estas consecuencias de la Covid-19. Esta crisis no solo se lleva personas, también deja heridas emocionales difíciles de solventar.

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