¿Nos pasamos con las actividades extraescolares?

Prioridad. Los expertos remarcan que los menores deben tener tiempo libre y hacer actividades con la familia

14 octubre 2018 14:22 | Actualizado a 14 octubre 2018 15:05
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El pequeño Quim tiene solo seis años. Su jornada de lunes a viernes se inicia a las 7.30 horas cuando se levanta para acudir, a las 8.15 de la mañana, al servicio de acogida de su colegio, en Tarragona. En la escuela pasa todo el día, hasta las 18.30 horas, sumando el tiempo dedicado al comedor y a la extraescolar, cuando corresponde. En total, 11 horas sin contar los deberes que pueda tener al llegar a casa, ya de noche. El caso de Quim no es aislado ya que cientos de niños y niñas de toda la provincia se encuentran en su misma situación, inmersos en una vorágine de horarios más dura que la de muchos adultos. 

Alargar la jornada académica de los menores con actividades extraescolares es habitual y tiene defensores y detractores por igual. Sin embargo, estas clases, que pueden ser muy beneficiosas y tener muchas virtudes, responden en ocasiones a la necesidad de «colocarlos» un rato más mientras los progenitores trabajan. Y son unas tareas que ponen de manifiesto la nula conciliación de la vida familiar y laboral en nuestro país. Como el peligro de sobrecargar a los pequeños existe, los expertos remarcan que estas ocupaciones, ante todo, deben ser un disfrute, nunca una obligación. 

A la hora de escoger, el abanico de ofertas es interminable y abarca todas las disciplinas, desde las clásicas clases de repaso para los más rezagados hasta las más novedosas de yoga, pasando por los idiomas y el fútbol, que son los reyes indiscutibles del sector. Pintura, música, robótica, pádel, baile, informática, ajedrez... Incluso existe el buscador buscaextraescolares.com para facilitar la elección.

¿A qué apuntarlos? Prima la preferencia del menor. Conxa Torres, responsable del Grado de Pedagogia de la Universitat Rovira i Virgili (URV) manifiesta que estos quehaceres «deben ser lo más lúdicos posibles y que los haya escogido el menor, no los padres». Añade que «dentro de estas actividades ya sabemos que se hace refuerzo escolar, que está bien un día a la semana, pero también tienen que tener un tiempo donde no haya tanta actividad programada, más horas colocados. La familia debe jugar o hacer actividades con los menores» y subraya que «alguna cosa no va bien» cuando estos hacen un horario de ocho a ocho.
Hobbies vs deberes
Formaciones complementarias como algunos deportes o música conllevan muchas horas de preparación además de las competiciones en fin de semana, en su caso. No obstante, Conxa Torres, que ha sido durante muchos años profesora de educación infantil y de adolescentes, comenta que «esto no tiene por qué ser un problema si es del agrado del niño o niña». Puntualiza, no obstante que «lo importante es que si hace esta actividad dos o tres días a la semana no le busquemos otra. Su cerebro no tiene que estar siempre activo, necesita momentos de calma y después debe tener un espacio para compartir con la familia». En cuanto a la interferencia en los deberes escolares, esta pedagoga es tajante al afirmar que «puede que quede alguna cosa para casa pero en realidad lo que se tendría que hacer en el hogar es leer y en familia.

Todo lo demás lo tienen que hacer en la escuela si no, igual nos lo tenemos que plantear». Como ejemplo a seguir cita al pensador y psicopedagogo italiano Francesco Tonucci quien aboga, entre otras cosas, por un aprendizaje divertido así como por un espacio de juego y de ocio, algo que será fundamental para que formen su carácter y su forma de reaccionar ante el mundo. En la misma línea, Conxa Torres insiste en que por muy atractivas que sean estas extraescolares, «si no se aprenden a mesurar desde la propia familia no le harán ningún bien».

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