Personal y abonados denuncian más deficiencias en el Tarragona

Espectadores habituales del recinto, cerrado desde el sábado, temen que su evacuación en caso de emergencia sea «dudosa». Critican que la acústica «es deficiente en algunas zonas»

20 febrero 2019 07:05 | Actualizado a 27 febrero 2019 19:13
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

Espectadores habituales, personal de los teatros, representantes del sector cultural de la ciudad y los partidos de la oposición del Ayuntamiento de Tarragona temen que el desprendimiento del pasado sábado en el Teatre Tarragona –que ha obligado a cerrar sine die el recinto de la Rambla Nova– sea solo «la punta del iceberg» de las deficiencias que, aseguran, tiene el equipamiento de la Rambla Nova, que fue inaugurado el 12 de diciembre de 2012 –o, lo que es lo mismo, hace escasamente seis años– tras una inversión de más de ocho millones de euros: el triple de los 2,9 previstos. 

«La programación, en general, es buena. Y debe reconocerse que la oferta musical también. Podemos disfrutar de conciertos y óperas de gran calidad», asegura un grupo formado por una decena de abonados del recinto que, sin embargo, exponen los numerosos problemas que han detectado en la instalación a lo largo de los seis últimos años, tras presenciar decenas de espectáculos. 

«Hemos pasado de un Metropol farragoso –donde teníamos frío, había asientos rotos y sufríamos la falta de mantenimiento de los últimos años– a un nuevo Teatre Tarragona, con forma de auditorio más que de teatro, que tiene un sonido deficiente en determinadas zonas y una dudosa evacuación en caso de emergencia», resaltan los espectadores habituales. Este grupo fiel de abonados, que prefiere quedar en el anonimato, lamenta  que la salida del recinto «es muy lenta». Todo ello, unido al desprendimiento del techo, provoca que sea «difícil» volver al teatro con «confianza y seguridad». 

Malestar por la seguridad
Asimismo, las críticas también llegan desde personal profesional del recinto, que expone deficiencias notables en el día a día de los equipamientos teatrales de la ciudad. «No tenemos ninguna formación con los extintores y, además, nunca hemos realizado ningún simulacro de evacuación», critican, a la vez que denuncian que el espacio cultural «no tiene plan de evacuación ni de autoprotección», un extremo que es desmentido por parte del equipo de gobierno, que resalta que «el personal conoce el proceso a seguir en caso de emergencia».

Por lo que se refiere a los desfibriladores, cabe señalar que estos van a cargo de la empresa gestora, y no del Consistorio, que es el propietario del espacio.  

Otra de las críticas del personal –que denuncia que cobra poco más de cinco euros a la hora, la mitad de hace años– es en materia de seguridad. «Cuando vendemos entradas debemos guardar el dinero en un cajón, sin ninguna seguridad, ya que la caja fuerte no funciona. Las taquillas, además, no tienen ni cristal protector», señalan. Desde el Consistorio se indica que en el Tarragona «sí que hay caja fuerte» y que «la normativa actual no dice que las taquillas deban tener cristal». 

Otras de las denuncias es que los validadores de entradas se bloquean a menudo. «De los cinco o seis que hay, funcionan dos. Lo que pasa es que si se va muy rápido el sistema se paraliza», indican las fuentes consultadas. Desde el Consistorio se reconoce que han existido problemas en este sentido, pero que «ya están resueltos». Asimismo, también evidencian que «los pinganillos no funcionan» y que el sistema de comunicación interno (los walkie talkies) «son lo que tenía la Guàrdia Urbana hace veinte años». 

Este grupo de profesionales denuncia, asimismo, que «en verano hemos tenido que trabajar a 31 grados y, en invierno, vamos con el abrigo puesto». Sobre ello, el Ayuntamiento afirma que la mejora de la climatización «está en fase de encargo de la redacción del proyecto». 

Críticas del sector cultural
Las deficiencias no son solo denunciadas por parte de espectadores y empleados, sino también por parte de los artistas. Uno de ellos es el barítono Àngel Òdena, quien precisamente actuó en la inauguración de recinto, hace seis años. «El Tarragona está entre dos paredes, por lo que tiene sus limitaciones», señala el artista, quien critica que, al final, el recinto «no cuenta con la sala de ensayo que estaba prevista, ya que se descartó por motivos políticos. Si no hubiera ignorancia en el tema se podría arreglar», recalca. 

Òdena lamenta que «el foso de los músicos es pequeño, ya que solo caben 35 personas, lo que dificulta que vengan algunas óperas», e indica que «en la caja escénica no haya una caja acústica». 

Por su parte, el artista Oriol Grau recuerda que «hace poco ya trascendió un informe de una alta funcionaria que alertaba sobre la problemática que hay en la gestión del área de Cultura», mientras que el director titular y artístico de la Orquestra Simfònica Camera Musicae, Tomàs Grau, remarca que «pese a estar mejor que en el Metropol, en el Tarragona falta la concha acústica», ya que «de esta forma tendríamos un teatro con acústica de auditorio para albergar grandes conciertos».  La presidenta de Òmnium Cultural en el Tarragonès, Rosa Maria Codines, indica que «es una lástima que la oferta cultural quede obsoleta», un hecho que «se suma a la falta de bibliotecas mientras se apuesta por las instalaciones de los Juegos». 

Finalmente, la presidenta de la Cambra de Comerç, Laura Roigé, considera que el Tarragona "es un elemento de promoción de primer nivel" para la ciudad y, por ello, pide al Ayuntamiento que "invierta en el mantenimiento" del equipamiento cultural. 

Comentarios
Multimedia Diari