Tarraco ya era tierra de vinos

Philodamus, un vinatero que vivió hace dos mil años, se encarga de acercar la historia de la ciudad a los visitantes

09 diciembre 2017 15:41 | Actualizado a 09 diciembre 2017 15:44
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Philodamus (encarnado por el actor y cuentacuentos Agustí Farré) llega envuelto en una escueta túnica romana a pesar de que la mañana está más que fresca. Cuida con mimo y besa sin cesar un ánfora en la que trae, asegura, el mejor vino del mundo.

Es parte de la visita guiada organizada por el grupo de reconstrucción histórica Arqueoescena y titulada Tarraco in vino veritas. En la visita, que ayer se extendió casi tres horas, los visitantes recorren los principales monumentos romanos de la ciudad hasta encontrarse, en los jardines del Amfiteatre, con este vinatero romano que les cuenta, emocionado, cómo la fortuna le ha sonreído porque podrá dar de probar su vino a los organizadores de la lucha de gladiadores que tendrá lugar allí mismo al día siguiente.

Explica Maria Isabel Panosa, doctora en Historia y encargada de guiar la visita, que Philodamus realmente vivió. Hay referencias escritas sobre su existencia, así como ánforas que llevaban su sello y que han aparecido en excavaciones en Altafulla y en el Baix Camp.

Apunta que los romanos, cuando se establecieron en Tarraco, trajeron sus cepas, unas cepas bajas y robustas. Philodamus, por su parte, cuenta como se acostumbraba a intercalar rosales entre las viñas para conseguir un vino más aromático.

Vino con miel

Pero tal vez lo que más llama la atención a los ojos de hoy, es cómo se consumía el vino entonces. Algunos lo endulzaban con miel, mientras que otros lo ponían a cocer a fuego lento con especias como la pimienta, el nardo o el azafrán. Philodamus, que de vez en cuando echa un trago directo del ánfora y no puede evitar toser, habla de elaboradas recetas, como la del vino que era macerado con pétalos de rosas que debían sustituirse cada cierto tiempo.

Al vinatero, cómo no, le afecta la competencia de otros vinos del imperio, se tiene que pelear con los comerciantes del puerto para conseguir enviar su vino a otros sitios a un mejor precio...

Panosa apunta que Philodamus es sólo uno de los personajes que emplean para explicar la historia de la ciudad a visitantes a través de aspectos de la vida cotidiana. «Una forma de ver que la historia no es sólo para eruditos».

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