Un camino tradicional y familiar

Los miembros de la Confraria de Sant Magí dieron ayer el pistoletazo de salida a la 24a edición de la Baixada de l’Aigua. Esta tarde, con motivo de la suspensión de los actos festivos por los ataques terroristas que han sufrido Barcelona y Cambrils, no se hará la tradicional llegada del agua a la ciudad. 

18 agosto 2017 09:44 | Actualizado a 18 agosto 2017 10:05
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Los cascabeles se empezaron a escuchar ayer al mediodía en Santes Creus. Los Portants de l’Aigua de Sant Magí llegaban con carros y caballos para comer y descansar tras seis horas de caminata. Encabezando el grupo iban caminando tanto jóvenes como mayores. Todos ellos comentaban que habían llevado un buen ritmo, «ninguno de los que hemos empezado el camino andando desde las siete de la mañana nos hemos rendido. Hemos llegado hasta Santes Creus sin subirnos al carro a descansar», decían. 

La noche anterior durmieron en Les Fonts de Sant Magí de la Brufaganya, en tiendas de campaña. Carles Salvadó, coordinador de la junta de jóvenes de los Portants de l’Aigua, decía que habían pasado muy buena noche, «no ha hecho nada de frío». Además, Carles Salvadó explicaba que hasta llegar a Santes Creus, a diferencia de otros años, el grupo ha ido junto y no se han separado ni se han creado pequeños grupos dispersos. 

En la Albereda de Santes Creus les esperaba la comida. Muchos no sabían qué es lo que habría para comer, «este año es sorpresa, hasta que no nos sentemos a la mesa no lo sabremos», decía Gerard, un joven de 21 años que ya lleva ya diez participando en la Baixada de l’Aigua de Sant Magí. «La cena de anoche estaba muy rica. Ha mejorado mucho porque se han hecho cambios y hemos salido de la monotonía», añadía. Finalmente el menú fue una ensalada de pasta y de segundo longaniza. De postre había sandía y melón. Como aperitivo también tomaron gazpacho, que sentó de lujo a los Portants por lo fresquito que estaba.

La Societat Sant Antoni de Valls lleva los carros y caballos desde hace 24 años. Marc Buqué, presidente de esta asociación, decía que los caballos habían aguantado a la perfección todo el camino, a pesar de la calor que empezó a hacer desde el Pont d’Armentera. «Los animales están acostumbrados, llevamos un mes entrenándolos», explicaba Marc. Al llegar a Santes Creus, refrescaron a los caballos y descansaron. Los Portants también descansaron. Alguno aprovechó para hacer una pequeña siesta antes de volver a emprender la marcha.   

Marta Puig es la primera vez que vive esta experiencia, «soy una de las novatas». Explicaba que hasta el momento no le había resultado tan duro como pensaba. «Nos vamos animando los unos a los otros. El grupo de grallers, que después de muchos años se han recuperado, nos ha acompañado todo el camino y la música también nos estimulaba a seguir caminando», comentaba. Marta decía que la mejor sensación había sido el chorro de agua fría en los pies cuando llegó a esta arboleda. También añadía: «Para mí, lo más emotivo ha sido cuando la gente de los pueblos  ha salido a la calle para vernos. Nos han animado mucho».

Joaquím Julià, una persona mítica dentro de los Portants de l’Aigua y que lleva participando en esta tradición desde los inicios, explicaba que a las cuatro y media saldrían en marcha hasta llegar a Bràfim, donde cenarían sepia y albóndigas, «eso no falla, ya es un clásico», añadía. Además, a esa cena estaban invitados los alcaldes de todos los municipios por los que habían pasado los Portants de l’Aigua. Después dormirían en la iglesia de Bràfim para coger fuerzas y seguir el camino. 

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