Una enciclopedia del saber

El Ara Pacis ?el altar en honor a la paz que consiguió el emperador Augusto? era un cartel de propaganda electoral en toda regla. Así lo cuenta Magí Seritjol, director del festival Tarraco Viva.

19 mayo 2017 22:52 | Actualizado a 22 mayo 2017 18:10
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El Ara Pacis –el altar en honor a la paz de Augusto– era un cartel de propaganda electoral en toda regla. En el año 13 a.C. la historia se detiene y llega la paz de la mano del emperador. Es por esto que el Senado decide, a modo de homenaje, dedicar un monumento a Augusto: el Ara Pacis. El emperador decidió colocar el altar a las afuera de Roma, en el Campo de Marte. Así lo vería más gente y podría llegar a ser un lugar digno de peregrinaje. En el interior del Ara Pacis se sacrificaban animales para así mantener la paz de Augusto. Pero no era el único monumento del lugar. Todo el Campo de Marte estaba repleto de estructuras arquitectónicas en honor al emperador: desde un mausoleo dinástico, en el que se enterró a toda la familia del emperador, hasta un obelisco que funcionaba como reloj de sol.

El Ara Pacis estaba construido a partir de una mezcla de estilos. Las ofrendas florales y la vegetación eran características de la tradición italiana. En cambio, la idea de las escaleras evocaba un estilo helenístico. Aunque en la reconstrucción del Ara Pacis situado estos días en el Palau de Congressos no exista el color, el Ara Pacis original estaba lleno de vida y color. Según palabras de Magí Seritjol, director del festival Tarraco Viva, «el año que viene o de aquí a dos pintaremos el Ara Pacis». El altar, de forma cuadrada, está construido encima de una peana. Para poder acceder a él se deben subir unas escaleras. El entorno del altar es una lección de decoración. En el primer nivel encontramos vegetación, es decir, el mundo natural, y en el segundo nivel, el mundo humano. La esvástica, símbolo del sol, separa, y a la vez une, los dos universos.

El Ara Pacis era lo que hoy en día es un cartel de campaña electoral o un mitin ideológico, político y religioso. Nada era casual en el altar en honor a la paz de Augusto. Su decoración lleva muchos mensajes implícitos. En la parte superior del Ara Pacis se puede observar a la perfección la imagen que define mejor la fundación de Roma. Por un lado, Eneas, y por el otro, los hermanos gemelos Rómulo y Remo. Con esta escena, el emperador Augusto quería demostrar que él era el descendiente de los fundadores de la capital del Imperio. En las partes laterales del altar se encuentran los protagonistas de esta historia, la familia imperial. El emperador Augusto y los suyos en procesión.

 

Una procesión política

Abrían el seguici los funcionarios –lictores– que daban paso y escoltaban a los magistrados. A continuación, Augusto con su capa de tonalidad púrpura –el color del poder–. Detrás del emperador llegaron los representantes del poder religioso, y después Agripa, su mano derecha, y en ese momento el marido de la hija de Augusto, Iulia. La única hija del emperador dio a luz a cinco hijos. Cansada de obedecer a su padre, Iulia fue adúltera. Entonces el emperador Augusto, predicador de la moralidad, castigó a su hija enviándola a una isla muy pequeña. Iulia murió poco después que su padre. Esto muestra cómo era la personalidad del emperador Augusto. A la procesión también asistieron Tiberio, hijo de Llívia –la segunda mujer de Augusto–, y Mecenas, el ideólogo y pensador de la mayoría de acciones políticas del gobierno.

La parte inferior del Ara Pacis estaba decorada con motivos vegetales y de la naturaleza. Según explicaba el historiador Magí Seritjol, «la simbología vegetal y animal estaba al servicio del mensaje político». Incluso las matemáticas también estaban presentes en el altar en honor a la paz de Augusto. Todos los elementos del Ara Pacis estaban regidos por la proporción áurea –proporción divina o bella–. El Ara Pacis era una enciclopedia del saber.

La recreación histórica se celebró la noche del viernes y la de ayer, en el Palau de Congressos, y fue a cargo del Projecte Phoenix. Magí Seritjol, director de Tarraco Viva, aseguraba que «debemos saber de dónde venimos para saber hacia dónde vamos».

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