Usar la tecnología con criterio

Ensayo. El libro ‘Familias puntocom’, de Álex de Anta, ayuda a educar a los menores en un buen uso del mundo digital

17 marzo 2019 12:00 | Actualizado a 18 marzo 2019 19:31
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Móviles, tabletas, videojuegos, la Wii, redes sociales... Todos estos dispositivos y plataformas que son compañeros habituales en el día a día no son siempre fáciles de gestionar, sobre todo cuando hay menores de por medio. Educar en el buen uso de las nuevas tecnologías no es fácil. Al contrario, en algunos momentos puede ser fuente de disputa en el hogar. Consciente de ello, Álex de Anta, experto en este ámbito, acaba de publicar Familias ‘puntocom’ (Ediciones Humanidades), un libro que pretende aportar algunas claves para abordar el tema con sensatez. «Solución de manual no existe», asevera Álex. Sin embargo, considera que son los padres o tutores y es el hogar el entorno en el que debe llevarse a cabo esta pedagogía tecnológica.

«Requiere tiempo, esfuerzo y amor y la base es la educación en virtudes, la garantía de que irá bien en un 99% de probabilidades». ¿Qué tipo de virtudes? Para contestar, Álex remite a la filosofía griega, a Platón y a Aristóteles y apunta a «la fortaleza, la templanza, la prudencia y la justicia», alrededor de las que -añade- «se desarrollan las demás, éticas o morales». 

«Todos los padres en el fondo quieren educar a sus hijos en virtudes porque quieren que sean buenas personas y muchas veces lo hacen sin saberlo. Es lo más habitual», comenta. Llevadas al terreno digital, De Anta es partidario de compartir y de que se produzca una confianza recíproca entre progenitores y menores, por lo que técnicas como desconectar el Wifi en casa «solo conducen a rebotarte con los hijos, es ponerle vallas al campo».

Responsabilidad

«Criterio» es la palabra clave. «Los padres tienen que aplicar el criterio sociocultural para que el niño aprenda a hacer servir las nuevas tecnologías en base a estas cuatro virtudes. Lo que vale también para la vida real», manifiesta. Como padre de familia numerosa, aclara que no se les puede prohibir una herramienta útil, pero «es necesario supervisar positivamente al menor». Una supervisión activa, «la mejor», con unas reglas, con un ordenador en un lugar compartido del hogar y unos padres y madres atentos a sus hijos.

También habla de la «supervisión pasiva, la que se hace a posteriori», a modo de espía. «Es negativa porque se dirige más hacia el control y porque el mal ya está hecho» Finalmente la «nula, que es como darle las llaves del coche a un niño de 13 años».

Álex de Anta se declara un gran defensor de las nuevas tecnologías. Sin embargo, considera que se debe ser consciente de los peligros que también comportan. «Igual que enseñamos a los niños a salir a la calle y a respetar los semáforos, con internet pasa un poco lo mismo». Para ello, aboga por que los menores hagan tareas constructivas en la red. «Una actividad positiva sería que tuvieran un blog donde publicar sus intereses», señala. También un canal de YouTube, «siempre que no sean de pérdida de tiempo o animarles a que participen en Instagram aportando comentarios elaborados». Sobre la eterna pregunta de ¿para cuándo el móvil? es categórico. «No hay edad. Hay que ir a la raíz. Con 14 años les dejaría utilizarlo en casa, pero no que tuvieran uno».

«Disrupción» es el vocablo que el autor utiliza para referirse a la llegada de las nuevas tecnologías, desde el momento en que han provocado profundos cambios de mercado y sociales. De Anta plantea justamente educar en virtudes para eludir algunas disrupciones negativas entre los jóvenes como las relaciones sociales a través de las pantallas o las adicciones, entre muchas otras.

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