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    «Ahorrar en energía es muy difícil. Si hace frío hay que calentar la instalación»

    Cambiar el gasoil por leña o pellets, poner placas solares, aerotermia, cerrar habitaciones... Casas y alojamientos rurales buscan alternativas para reducir este invierno el gasto energético

    08 noviembre 2022 19:16 | Actualizado a 09 noviembre 2022 07:00
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    Vamos en manga corta y las temperaturas son anómalamente superiores a lo habitual para un mes de noviembre, pero la temporada turística de invierno está a la vuelta de la esquina. Si saber todavía si tendremos un invierno especialmente frío, las casas y alojamientos rurales del territorio se enfrentan a unos meses complicados a la hora de poder cubrir los gastos energéticos, con los precios de la electricidad, el gas o el gasoil disparados.

    Aunque no haga demasiado frío tocará calentar las instalaciones y es aquí donde los negocios están dándole vueltas a la cabeza para intentar reducir costes. Según publica la página web de Hosteltur, citando un informe de ‘ClubRural’, ocho de cada diez propietarios de establecimientos rurales en España creen que es «insostenible» el mantenimiento de sus alojamientos. Y, precisamente, por ese motivo se plantean abrir únicamente en las épocas de mayor demanda, como puentes o navidades.

    Estos mismos propietarios han observado que la factura de la luz ha subido más de un 50% con respecto al año pasado y nueve de cada diez sostiene que el tope al precio del gas ha contribuido a este aumento.

    Entre las alternativas que se plantean los dueños de estas casas rurales para rebajar la factura energética destaca la instalación de placas solares. Según el informe de ‘ClubRural’, el 22,7% ya cuentan con placas instaladas y el 20,4% prevé hacerlo próximamente.

    Ruth Ceperuelo forma parte de la Federació Associació d’Empresaris d’Hostaleria de Tarragona (AEHT) y representa las casas rurales de la Conca de Barberà. Ella es una de las propietarias de estos negocios (en su caso cuenta con seis casas rurales) que lleva tiempo trabajando en la transición hacia la energía verde en sus instalaciones.

    Lo de utilizar gasoil para la calefacción de las casas, ni pensarlo. Ruth se pasó al pellets, a pesar de que el precio se ha doblado. «El año pasado pagaba por un saco de 15 kilos 5 euros. El último lo he pagado a 11. El que tenga gasoil, ni te cuento», explica. Calentar las casas más pequeñas es más sencillo, «porque complementas con chimeneas. Pero para calentar las grandes necesitas calefacción y el precio se dispara», se lamenta esta propietaria de casas rurales.

    Ruth no para de darle vueltas a la cabeza para intentar reducir costes. Por ejemplo, «mucha gente se ha puesto aerotermia y nosotros la tenemos para el agua caliente. También hemos pedido presupuesto para instalar placas solares. Antes, estas instalaciones las amortizabas en 14 o 15 años y no salían tan a cuenta. Pero ahora -tal y como se ha puesto todo- se amortizan en menos tiempo y es una buena alternativa».

    Otra idea para intentar abaratar costes es alquilar la casa, como mínimo, para dos noches. Ruth Ceperuelo explica que «en la Conca de Barberà tenemos muchos clientes de una sola noche y esto lo complica todo e incrementa el coste. Si alquilas por dos noches es más fácil amortizar la apertura de la casa, porque calentarla cuesta mucho dinero. Por eso, muchos negocios han puesto lo del mínimo de dos noches».

    Respecto a las previsiones para este invierno, Ruth casi prefiere no ‘mojarse’ demasiado. «El mercado es muy cambiante. Tenemos muchas peticiones para Fin de Año, pero desde la pandemia la gente va más al día», comenta. Lo que sí tiene muy claro es que «este invierno, aunque abramos, se reducirá el margen de beneficio».

    En el Mas Ardevol, en Falset, hace tiempo que apostaron por la «energía más sostenible», explica Gemma, su propietaria. Por eso pusieron estufas nórdicas en las habitaciones más grandes. «Son tan grandes (4 metros de alto y 35 metros cuadrados) que es imposible que la calefacción de confortabilidad solo con la leña», comenta Gemma.

    Precisamente esta leña, que se utiliza para las tres habitaciones grandes y la sala de estar de la casa, «la conseguimos del sotobosque. Pedimos permiso a Agricultura para limpiarlo y nos lo permitieron. Es más caro que comprar la leña, porque tienes que pagar a un profesional, pero así también contribuimos a tener el bosque limpio», explica Gemma.

    Respecto a las dos habitaciones restantes de la casa «en una pusimos pellets el año pasado y la otra, la única que tenemos con gas, el invierno pasado ya decidimos cerrarla porque no podíamos asumir el gasto. Este año volveremos a hacer lo mismo. Se trata de ingeniárselas para reducir gastos y sobrevivir como se pueda», concluye.

    Menos habitaciones

    Otros negocios, como el albergue Lo Refugi de Cornudella de Montsant, han optado por cerrar plantas en invierno. «El año pasado, los meses de más frío, ya lo hicimos y pasamos de 32 a 6 plazas. Y este año lo vamos a repetir», comenta su propietario, Víctor Miró, quien añade que «querer ahorrar en energía es muy difícil, porque si hace frío hay que calentar la instalación».

    En su caso, la calefacción es de gasoil, «que hemos pasado de pagarlo a 70 céntimos el litro a 1,40. El precio de la luz también nos afecta y pagamos el doble que hace tres años». Por eso, en Lo Refugi han optado por alternativas para recortar gastos como, por ejemplo, «lavarnos nosotros la ropa, en vez de llevarla a la lavandería. O cambiar las luces de los pasillos y de los espacios comunes, sustituyendo los interruptores por sensores de movimiento que permiten que la luz se apague sola si no detecta a nadie».

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