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    Bombas sobre Tarragona, el reto de poner cara a las víctimas

    Memoria. Una exposición sigue la pista de los fallecidos en 1938 en los bombardeos a dos buques británicos en el Port, hechos que pusieron a la ciudad en el mapa mundial

    03 febrero 2023 20:24 | Actualizado a 04 febrero 2023 07:00
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    La Tarragona de hace 85 años era una pequeña población que no llegaba a los 35.000 habitantes, sin industria de guerra ni polvorines y sobre la que, sin embargo, no paraban de llover las bombas. Entre el verano de 1937 y enero de 1939 cayeron sobre la ciudad más de 3.800 y causaron 230 muertes (incluidas las de 15 niños). Derribaron 74 edificios y afectaron a otros 522, lo que dejó a casi 6.000 personas sin un sitio donde vivir.

    Así describe la ciudad de entonces Jordi Piqué, director del Servei d’Arxiu i Documentació Municipal. Estos hechos son los que centran este año el Programa de Memòria Democràtica de Tarragona que ya ha comenzado y que se prolongará hasta el 9 de junio.

    Tirar del hilo... muy fuerte

    Hasta aquí las cifras. Cuentan los investigadores Òscar Martín y Txell Navarrete que su empeño ha sido poner cara al menos a una pequeña parte de las víctimas. En su caso a quienes fallecieron por los ataque de los aviones italianos y alemanes sobre dos buques mercantes británicos, el Thorpeness y el Stanwell, el 20 de enero y el 15 de marzo de 1938.

    Su investigación ha resultado en una exposición que puede verse hasta el 5 de marzo en el Espai Turisme y ha servido, además, de base para un documental dirigido por Joana Zapata que se estrenó esta semana y que será emitido próximamente por TAC 12. Hay programadas, además, varias visitas guiadas.

    La expresión ‘tirar del hilo’ describe perfectamente cómo comenzó el interés de los investigadores por estas víctimas en particular. Martín, licenciado en Historia y máster en Arqueología Clásica, había investigado junto a Jordi Rovira la historia del Cementiri dels Jans. Publicaron un libro en 2016.

    Entre las personas enterradas en el cementerio protestante, propiedad del Gobierno británico y ubicado en el Passeig Marítim Rafael Casanova 28, estaban algunas de las víctimas de aquellos barcos bombardeados en el Puerto de Tarragona.

    Los ataques aéreos causaron un total de 13 víctimas mortales, 10 del Thorpeness (7 marineros británicos y 3 trabajadores tarraconenses del puerto) y 3 del Stanwell (2 marineros británicos y un danés, observador del Comité de No-Intervención). Ambos iban cargados de carbón.

    Los investigadores encontraron referencias de los hechos en periódicos de todo el mundo. Todo este revuelo no fue casual. Tiene que ver con el hecho de que el ataque al Thorpeness coincidió con la presencia en España de una delegación de laboristas británicos que habían sido invitados por el Gobierno de la República para que explicaran lo que estaba sucediendo al regreso a su país.

    Alcance internacional

    Para entonces la República estaba en plena campaña mediática para tratar de explicar a Europa que el Comité de No-Intervención, al cual se habían adherido 27 países, no había conseguido que terceros países no se involucraran en el conflicto. Mientras los regímenes fascistas apoyaban descaradamente al «bando nacional» como demostraban los ataques de la aviación alemana e italiana, la República no podía comprar armas a otros países sino depender del mercado negro o de lo que llegaba eventualmente de la URSS.

    En este contexto, el adiós a los británicos muertos en Tarragona se convirtió en un funeral de Estado con presencia de representantes políticos y militares, la delegación laborista y, cómo no, cámaras para documentar lo sucedido.

    Pero lo que supuso un salto definitivo en la investigación fue una carta manuscrita que encontraron en la que un soldado explicaba a sus padres la pompa de los funerales y los animaba a ir a verlos al cine.

    Fue este detalle el que los puso sobre la pista de las imágenes en movimiento, hasta ahora inéditas, de las ceremonias en Tarragona y que forman parte del documental.

    La investigación está llena a su vez de otras pequeñas historias, como la de los marineros que sobrevivieron traumatizados. Uno relata en su diario cómo les alojaron en un hotel de la Rambla Nova que luego sería alcanzado por una bomba. Milagrosamente salvó la vida... de nuevo.

    Y también recogen la historia del otro lado, la del hidroavión HE-59 de la Legión Condor que bombardeó al Stanwell y que fue abatido cerca de Vinaròs. En la exposición está incluso la foto de la tripulación del avión: cuatro alemanes y un portugués.

    Todos estos detalles no consiguen explicar lo inexplicable: la crueldad de la guerra. Jordi Piqué recuerda que la Guerra Civil inauguró el concepto de ‘guerra total’ en que los civiles en la retaguardia se convirtieron también en un objetivo. Un concepto, recuerda, que ahora, con la guerra de Ucrania, tiene la misma vigencia.

    Los británicos muertos en el ataque a los buques están enterrados en el Cementiri dels Jans
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