Burros, colgadores y ofertas en las calles para dar salida a la ropa

Los mercados de ropa en las calles son algo habitual en muchas ciudades del mundo. En Tarragona se acostumbran a ver los martes y los jueves. Sin embargo, gracias a la XIV edición de la campaña ‘Botigues al Carrer’, los comercios del centro de la ciudad cuentan con la posibilidad de exponer sus productos a pie de calle durante cuatro días. Hoy, día 2 de septiembre, será el último.

«Es más fácil vender aquí fuera. Es como un anuncio. La gente pasea, observa y pica». Magda Ribot, propietaria de su boutique desde hace seis años en la calle Comte de Rius, afirma que esta iniciativa le funciona para dar salida a las piezas que no se han vendido durante el verano. Coloca un par de burros justo en la entrada de su local, los adorna con carteles con las ofertas y los precios y esto parece ser suficiente para mejorar sus beneficios durante unos días.

De hecho, mientras preparaba la ropa para colgarla se acercaron dos mujeres. Y lo hicieron exactamente de la misma forma que explicó. «Nos parece una buena iniciativa para los comercios. No es la primera vez que participamos; ver la ropa en la calle ayuda mucho a hacerte una idea de lo que quieres comprar», explicó una de las mujeres.

Pese a ser una buena iniciativa, ha habido un cambio que este año no ha acabado de contentar a los comercios de la zona. «En otras ediciones, para la temporada de verano pudimos sacar la ropa a principios de agosto. Las fechas de esta edición nos perjudican un poco porque la gente ya no contempla comprarse ropa de verano», reivindicó Magda Ribot.

Sin embargo, sacar la ropa a la calle a veces no lo es todo. Según Maria Rosa, voluntaria en la tienda Oxfam Intermón, «esto de vender ropa es una cosa loca». El establecimiento, vinculado a una ONG, no ha incorporado nuevas ofertas. El principal objetivo ha sido liquidar la ropa que no se ha vendido para poder limpiar el stock.

En cualquier caso, el denominador común de todas los establecimientos que participan en la campaña es que, para poder exponer su ropa, toca pagar. «No me gusta pero lo hago porque saco más beneficios que pérdidas», expuso Ribot. Unos clientes de la calle Sant Agustí tenían claro su posición respecto a este tema. «Habría que ofrecer más facilidades a las tiendas. Casi no ocupan la calle y ya les cuesta demasiado salir adelante».