Diez días después de haberse detectado un remolque cargado con lechugas que con el paso del tiempo se han ido pudriendo –con el consiguiente olor nauseabundo–, el Ayuntamiento ha realizado la primera –y única– acción: cerrar la puerta. Se hizo el pasado jueves. También se limpiaron los ejemplares de hortalizas que estaban en el suelo. Sin embargo, ayer por la tarde seguía chorreando líquido, que se continuaba desplazando a lo largo de la calle.
Fuentes municipales indicaron que no podían actuar dentro del remolque al tratarse de un bien privado. Las mismas fuentes indicaron que mediante un decreto de emergencia se contratará a una empresa para que realice las labores de limpieza de los restos que hay en el interior, unos trabajos que no se harán a corto plazo. «Se desconoce cuándo se realizarán», indicaron.