Los recelos con AstraZeneca son solo eso, recelos, y parece que se han quedado en la cola de espera para la inyección. Es verdad que en el primer día de la reanudación de la vacunación con la fórmula de la Universidad de Oxford había cierta reticencias entre los que aguardaban para ser inoculados. Sin embargo, la mayoría acabó accediendo. Ese primer día, el 87% de los convocados en Tarragona a través de SMS para irse a pinchar respondió. Los trombos asociados en un primer momento a la fórmula británica o el parón cautelar para analizar el vínculo entre la patología y el pinchazo no parecen estar mermando la confianza ciudadana en los fármacos de la lucha contra el SARS-CoV-2: hay muchas ganas de protegerse y de empezar a recuperar la vida normal y poco miedo a efectos secundarios.
Los datos más recientes del Departament de Salut así lo corroboran e incluso son mejores a cada día que pasa. La ocupación de las convocatorias de AstraZeneca es del 94,4% en el Camp de Tarragona desde que la semana pasada se reabrieran las listas para inmunizarse con esta fórmula. O, dicho de otra manera, nueve de cada diez ciudadanos convocados por SMS responden velozmente para quedar inscritos en el listado definitivo que les da acceso al pinchazo.
Por eso estos días se han visto colas y se han demorado las inoculaciones en algunos de los cuatro sitios de la provincia habilitados, Tarragona, Cambrils, Valls y, por último, desde ayer, el pabellón Joan Ortoll de Calafell. En el hogar del jubilado Tàrraco, en la Avinguda de Catalunya de la capital, pasaron alrededor de 700 personas diarias durante la semana pasada. En Calafell, un punto que dará servicio a zonas tan pobladas como el Baix Penedès –y la comarca tarraconense con un porcentaje de inmunización más bajo– se prevé inyectar 240 dosis diarias.
No hay vacunas mejores o peores
El temor de las autoridades sanitarias a que lo sucedido con la marca inglesa provocara un rechazo parece haberse diluido a las primeras de cambio. En ello tiene que ver la didáctica de enfermeros y responsables de la vacunación. «Hemos visto que no hay muchas reticencias. Hay que dejar claro que los beneficios son muy superiores a los riesgos. Todas las vacunas pueden dar reacciones pero las ventajas son más elevadas», sostenía con firmeza en el reinicio de la inmunización Mapi Muniain, directora de cuidados de la Atenció Primària en el Camp de Tarragona.
Los responsables sanitarios se esfuerzan durante estos días en transmitir un mensaje contundente. «No hay una vacuna mejor que otra. Eso es un mito que hay que desterrar. Son todas buenas, seguras y eficaces porque están aprobadas. Simplemente son distintas», dice Muniain que, al mismo tiempo, deja claro que «no se puede elegir, la campaña de vacunación está planificada según las marcas y según las franjas de edad y el que rechace una no puede optar por otra». La desconfianza se prolonga incluso hasta el instante inmediatamente antes del pinchazo, donde desaparece tras la intervención de los sanitarios.
Así, las dosis de AstraZeneca se han retomado en la provincia mientras sigue la administración de las de Pfizer-BioNTech y las de Moderna, estas últimas más acotadas y de menor distribución. «Las de Moderna no se pueden deslocalizar, se tienen que inyectar allí donde están, por eso se están usando más en el ámbito hospitalario. Se administran a los pacientes oncológicos y hematológicos», dice Muniain.
Pero la fe en la ciencia de estos medicamentos contra la Covid-19 va más allá de lo ocurrido con AstraZeneca. Un último mes turbulento y lleno de incertidumbre podía haber repercutido en un mayor porcentaje de personas que declinan pincharse, pero no ha sido así. En Tarragona, alrededor de un 2% de las personas a las que se les ha brindado el inmunógeno han obviado la oferta, prácticamente la misma proporción de hace un mes, antes de que aparecieran los problemas en torno a AstraZeneca. Por tanto, el ‘no’ a las vacunas registra balances mínimos. Incluso la cifra de un rechazo por convencimiento será aún menor, ya que en ese 2% se incluyen también los que no se inyectan por contraindicación o por infección previa. El rechazo, en relación con el censo de cada comarca, no llega al 1% en ningún caso, sino que se queda oscilando entre el 0,18 y el 0,51%.
Prioridad: de 60 a 65 años
Personas operadas del corazón, diabéticos o enfermos crónicos con problemas respiratorios han formado parte del listado de ciudadanos citados para ser inyectados con AstraZeneca, una vacuna que también se usa para proteger a profesionales esenciales como profesores, Mossos d’Esquadra o policías locales. El foco se ha puesto ahora estos días de reanudación en la franja de 60 a 65 años, una de las consideradas prioritarias por Salut. En el Camp de Tarragona este perfil tiene una cobertura del 8% con la primera dosis y solo del 0,2% de la segunda –que se pone a las 12 semanas–. En el Ebre, la protección es del 5,6% en el caso del pinchazo inicial y también del 0,2% en el siguiente.
La solución británica va ligada también a otro colectivo clave, que es el de los trabajadores esenciales. En el Camp de Tarragona, el 60,1% se ha protegido ya con ese primer pinchazo mientras que en las comarcas ebrenses el dato es ligeramente superior y sube al 62,6%.
Hasta el momento de ‘standby’ en el que entró el diseño de AstraZeneca y la Universidad de Oxford, más de 20.000 tarraconenses se habían inoculado la primera dosis de un inmunógeno que fue el tercero en llegar pero el segundo más común. Actualmente, alrededor del 33% de vacunas contra el coronavirus en la provincia llevan esta firma. 26.612 tarraconenses se han inyectado la primera dosis. Pfizer-BioNTech, la primera en aprobarse e inyectarse tras una carrera científica exprés, hace justo ahora tres meses, supone el 62% de las inoculaciones para derrotar al SARS-CoV-2 mientras que la norteamericana Moderna se queda con aproximadamente el 5%, según los datos del Departament de Salut. Por el momento, todos estos compuestos precisan de dos dosis para garantizar una cobertura completa frente al patógeno.
Con la confianza intacta, al parecer, en estos compuestos, la duda es saber si el suministro se va a mantener según lo previsto. La incertidumbre vuelve a rodear a la misma AstraZeneca. Catalunya denunció la semana pasada, a través del Departament de Salut, el retraso de 148.000 dosis que debían haber llegado esta semana y que no lo harán al menos hasta el próximo lunes.