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El ingeniero influencer de la central nuclear de Ascó

Alfredo García es Operador Nuclear en las redes. Posee la licencia de Operador y Supervisor del Consejo de Seguridad Nuclear para trabajar en Ascó. Tiene más de 200.000 seguidores. Alterna su empleo a turnos con la divulgación y la defensa de la tecnología atómica

15 abril 2023 18:36 | Actualizado a 16 abril 2023 19:00
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En los pasillos de la nuclear de Ascó percibía sonrisas furtivas. Nadie se lo decía pero él lo notaba en el ambiente. Era un secreto a voces en el gremio nuclear que Alfredo García estaba tras aquella cuenta de Twitter que tanto éxito había acumulado. «No sé si era psicosis mía, pero sospechaba que algunos ya lo sabían», explica.

Fue poco antes de dar el paso y dejar atrás el anonimato que le había permitido guarecerse como @OperadorNuclear y ejercer durante años la divulgación de ciencia y tecnología nuclear. Hasta entonces solo se sabía que trabajaba en una central española. «Ascendí a ayudante de jefe de turno en 2016 y estuve de anónimo hasta 2019. Ya me habían encargado libros antes de dar la cara», cuenta Alfredo, hoy vecino de la Arrabassada, en Tarragona, tras 18 años viviendo en Móra La Nova.

Él es un rostro mediático, que se reconoce a mucha honra como lobby nuclear y que no tiene miedo en enzarzarse en debates de todo pelaje, desde Fukushima a Zaporiyia, pasando por la convicción de ver la nuclear como un complemento necesario a las renovables.

Retrocedamos para ver quién atesora 200.000 seguidores en redes y lleva dos libros publicados. «Estudié Ingeniería en Telecomunicaciones. No tenía un especial interés en la nuclear pero al acabar envié el currículum a empresas», cuenta. Vandellós II y Ascó I y II aparecieron en el horizonte. «Me llamaron para decirme que había sido preseleccionado para ser operador de reactor», explica.

Es uno de los rostros más mediáticos en debates, a veces polémicos, sobre la energía nuclear

Mil candidatos pelearon por cuatro plazas para esa formación de operador. Fue un elegido. Entró en 1998 e hizo tres años de formación. Con una licencia exclusiva para Ascó, empezó una carrera ambiciosa que tuvo sus ascensos: jefe de sala de control con licencia de supervisor para ser jefe de operadores, tanto el de reactor como el de turbina, y ahora ayudante de jefe de turno. Alfredo, a sus 51 años defensor a ultranza de esta energía, compagina su labor didáctica con el trabajo a turnos. Ese mundo le sedujo. «De pequeño quería hacer alguna ingeniería. Me atraía saber cómo funcionaban las cosas. De una nuclear me gusta lo amplio que es el abanico, es una catedral de la ciencia y la tecnología, hay electrónica, física, matemáticas, informática, química... es un compendio de la aplicación práctica de la ciencia».

Fukushima, punto de inflexión

Fukushima lo cambió todo. «Había medios que trataban el accidente de forma sensacionalista, abundando en el miedo». Felicitó a la plataforma Amazings (ahora Naukas) por su rigor y se ofreció a asesorarles. Fue el inicio de su rol popular. «Aportaba mis conocimientos sobre riesgos reales. Decía que mis compañeros en Japón estaban entrenados, que no se iba a poner en riesgo la vida de nadie allí». De la mezcla de curiosidad y lucha contra la desinformación hizo Alfredo su ‘leit motiv’. «Vi que había mucho mito, desde pensar que puede explotar una central o que las torres de refrigeración emiten gases tóxicos...».

Se licenció en Comunicación Audiovisual y comenzó a poner sobre la mesa datos científicos para defender la nuclear. Alfredo se sabe foco de los haters y los trolls en las redes pero intenta ser dialogante. «Nunca pensé en tener esta difusión. Creo que había un nicho, un hueco para la divulgación nuclear que no ocupaba nadie. «Soy conciliador con todo aquel que vaya con buenas intenciones. Mi mensaje es de compatiblidad. Las renovables son imprescindibles para nuestro mix energético pero solas no son suficientes», expone. Es un ideario espinoso, a veces políticamente incorrecto, en el que ha aprendido a desenvolverse hábilmente. «Los ataques son diarios, claro, pero uso mucho el sentido común y el humor, que para mí es imprescindible», explica.

«Mi mensaje es de compatibilidad. Las renovables son imprescindibles para nuestro mix pero solas no son suficientes»

Una prueba son las infografías, casi metáforas para convencer luchando contra prejuicios. Dice que ni en España se puede producir una catástrofe como la de Chernóbil ni los operadores se parecen en nada a Homer Simpson. También añade, en su libro ‘La energía nuclear salvará el mundo, que comer un plátano te produce una mayor dosis radioactiva que vivir un año junto a una central nuclear.

«La guerra ha sido un catalizador»

Luego ha venido la guerra y su recrudecimiento de la crisis energética. «Ha sido como un catalizador para ver el escenario. Creo que en España puede cambiar la política de las nucleares. Lo que yo planteo es que nos basemos más en la ciencia que en la ideología».

Alfredo alterna esa militancia con su empleo en Ascó. Como ayudante de jefe de turno, es el segundo máximo responsable: «En mi trabajo aprendo a diario, es algo tan complejo que cada día pasan cosas distintas. Tienes esa sensación de operar una máquina gigantesca que ayuda a que por las arterias de la sociedad fluya la energía eléctrica». Alfredo cree que su mensaje «va calando, algo que no pasaba antes, y creo que en cierta manera he podido contribuir».

De hecho, hay gente que le da las gracias, pero él se resta importancia y, sobre todo, se defiende de intereses particulares: «A los que me dicen que hago esto para proteger mi puesto de trabajo... se me ocurren decenas de formas mejores de hacerlo. Debe ser más sencillo ascender que hacer esto en mi tiempo libre. Cuando se apague Vandellós II, en 2035, seguramente estaré prejubilado. Lo hago por vocación. Creo que las nucleares son útiles y necesarias y deben seguir en marcha».

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