El ajetreo del día a día hace que muy a menudo sean invisibles para sus vecinos. Sin embargo, Tarragona conserva la «colección epigráfica más antigua, más importante y más numerosa de la península ibérica y fuera de Italia», y las calles del centro histórico son un museo al aire libre en el que se puede apreciarse una parte importante de esta colección. Así lo asegura la profesora de la URV e investigadora del ICAC, Diana Gorostidi, quien alerta sobre la «degradación» de un patrimonio que necesita situarse en el foco de atención para evitar que siga deteriorándose.
En total, son casi una cuarentena las piezas que están incrustadas en fachadas de edificios, tiendas e incluso en los pies de la misma catedral. Esto ha hecho que estas inscripciones ya formen parte del paisaje del barrio. Pese a ello, esta exposición a los agentes atmosféricos y a la acción directa del hombre ha provocado daños que, en algunos casos, ya son irreparables y que necesitan poder frenarse para evitar la pérdida de un patrimonio «muy valioso».

«Son documentos importantísimos de la antigüedad, que nos proporcionan un texto y un conocimiento directo valiosísimo desde un punto de vista cultural e histórico», indica Gorostidi. Esta información también habla a los especialistas sobre cómo ha evolucionado la ciudad y del reciclaje de materiales que ha permitido reconstruir Tarragona en los diferentes períodos. «Forman parte del patrimonio cultural, igual que el resto de las grandes construcciones de la época romana», indica.
Gorostidi asegura que la colección es «excepcional» y como resultado de estos años de investigación, el ICAC cuenta con un equipo de trabajo especializado en epigrafía que, junto con la URV y la Real Societat Arqueològica Tarraconense (RSAT), ha planteado un proyecto de valorización de este legado.
El proyecto tiene tres ejes básicos. En primer lugar, la creación de bases de datos digitales, con toda la información georreferenciada sobre estas inscripciones para la creación de gemelos digitales. Esta base de datos, en la que ya se está trabajando, tiene como objetivo generar una planimetría con la ubicación de estos materiales y dónde fueron encontrados, para hacer una reconstrucción.

Esta parte de la investigación avanza de forma paulatina a la transferencia de conocimiento. Y, en este sentido, aprovechando que tanto el Museu Nacional Arqueològic de Tarragona (MNAT) como el Museu Diocesà están en un proceso de «reordenación», quiere potenciarse la divulgación de estos materiales, con visitas guiadas y actividades didácticas tanto para estudiantes como para los turistas que quieren conocer el patrimonio.
Retirar las piezas
La tercera pata de este proyecto es la que hace referencia a la preservación de este patrimonio. En este sentido, esta investigadora del ICAC asegura que ya se han producido las primeras conversaciones con el Ayuntamiento para garantizar que no se pierdan estas inscripciones.

Esta es la parte más compleja, ya que los especialistas son partidarios de sustituir esas piezas, de forma que también pueda mantenerse el paisaje epigráfico de la Part Alta. Y aquí aparece el problema de la titularidad. Este ha sido uno de los principales handicaps que ha hecho que nunca se haya abordado de forma decidida este proceso. «Después de tantos años casi forman parte del mobiliario urbano, por lo que debería ser el Ayuntamiento el que debe estudiar cómo puede solicitar o exigir a los propietarios que puedan sacarse», indica Ramon Aloguin.

Aloguin, que es arquitecto y apasionado por el patrimonio, forma parte de un grupo de personas que desde hace tiempo busca generar complicidades entre las instituciones para preservar la epigrafía urbana de la ciudad. Lo que proponen es hacer escáneres fotográficos de los elementos, obteniendo archivos que puedan ser reproducidos con impresoras 3D, para, a partir de ahí, que plantearse la extracción de las piezas y su sustitución.
Cómo tendría que hacerse la extracción es un tema que genera dudas, aunque hay un precedente. Es el caso de la sede del Col·legi d’Enginyers Industrials que, cuando en los años noventa reformó su sede, decidió hacer una reproducción (que es la que se puede ver desde el exterior), mientras que en el patio interior se exponen las inscripciones originales.
Pendientes de una ayuda
Estas inscripciones se esculpieron sobre piedra calcárea de Santa Tecla y ofrecen información de primera mano de los personajes que habitaron la Tarraco de hace más de 2.000 años. En algunos casos, estas ya han perdido la pátina y los materiales están empezando a deshacerse, lo que acelera su degradación.
Por este motivo, tendrá que estudiarse pieza por pieza cómo podría hacerse esta retirada. Para seguir avanzando en la preservación de estas inscripciones, el equipo que lidera Diana Gorostidi ha solicitado una subvención de 100.000 euros al Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, que debe permitir avanzar con el conocimiento y preservación de este legado.