«Como cada aniversario pongo flores en un jarrón y una foto de ellos. Pero no tengo adónde llevarlo, por lo que lo dejo en el comedor». Hoy será un día especial para Mercedes Lamas, pero no precisamente de alegría. Se cumplen diez años de la desaparecieron su esposo Maurici Font y su hermana Julia. Por dichos crímenes fue condenado Ramón Laso –pareja de Julia– a treinta años de prisión –quince por cada uno de los dos homicidios–. Pero los cuerpos todavía no se han encontrado. El autor material no ha revelado dónde los dejó, una circunstancia que para Mercedes y su familia agrava la situación.
«Todos los días los tenemos en el pensamiento», asegura Mercedes, que por cada cumpleaños de los dos desaparecidos y cada 27 de marzo prepara un ramo de flores. Todavía se sigue medicando, «ya que prácticamente hasta el año pasado no se terminó el tema judicial. Y he tenido que batallar mucho». Desde un principio ha estado al frente de la familia, dando la cara y aguantando el chaparrón.
Mercedes reconoce que ahora ya puede dormir, aunque sigue teniendo pesadillas, «a veces he soñado con los dos». Para ella, una de las circunstancias que agrava la situación es no haber podido enterrar a sus dos seres queridos. «No sé si se llevará el secreto a la tumba», afirma. «Pensaba que durante el juicio, Ramón lo diría. Pero si no lo ha hecho, no creo que lo haga. Le dije a mi abogado a ver si se lo podían sonsacar, pero nada».
La paella pendiente
Recuerda perfectamente el último día que vio a su hermana Julia. Fue el jueves, el día antes de su desaparición. Mercedes y su marido Maurici estaban en su casa de Els Pallaresos. «Vino Julia –acompañada de Ramón–. A ella le gustaban mucho los Tres Tombs y me preguntó si el domingo iríamos a verlos a Tarragona. Yo le contesté que sí».
Pero otro tema fue motivo de conversación, y también de alegría: «Mauri le dio la enhorabuena a Ramón porque había sacado un sobresaliente en un curso que hizo para ser celador en el Hospital Joan XXIII. Porque para entrar a trabajar le pedían algunos estudios relacionados con centros hospitalarios o sanitarios. Pero él no tenía ninguno».
Pero en realidad, el curso –que se realizó a través de internet– no lo hizo realmente Ramón, «lo pagó él, pero los exámenes on line los hicimos Maurici y yo». Tras la buena noticia de haber conseguido el diploma le dijeron a Ramón si se pagaba una paella. «Yo lo vi muy serio».
En cambio, a Maurici lo vio por última vez al día siguiente, el mismo día en que desapareció: «Me llevó al trabajo, al Hospital Joan XXIII, a las ocho de la mañana. Me dijo que después se iría al huerto, porque Ramón le había pedido hacía dos semanas si podía ayudarle. Mauri aceptó, a pesar de que no le gustaba hacer de payés».
Todos los días del juicio
Durante los catorce días que duró el juicio contra Ramón Laso, Mercedes Lamas estuvo sentada entre el público después de declarar. «Me resultó un poco fuerte, violento. Se me revolvía el estómago verlo ahí sentado».
Ahora, si tuviera a Ramón delante, Mercedes le diría que «el perdón lo tiene, pero no se puede olvidar el mal ni el daño que nos ha hecho». Y algo muy importante: «Debido al tiempo que ha pasado podría decir finalmente dónde están Julia y Mauri».
Mientras, Ramón Laso –ya condenado en su día por la muerte de su esposa y de su hijo en las Terres de l’Ebre, haciendo pasar los crímenes por un suicidio y por un accidente– se encuentra en al Centre Penitenciari Brians 2, donde es ordenanza de confianza del Departament de Règim Tancat. Y es que, como ya hizo durante su anterior estancia entre rejas, dentro de prisión es un buen trabajador y sabe ganarse la confianza de los funcionarios, lo que hace que esté en buenos destinos. Se decidió que Laso fuera a la prisión barcelonesa porque en la de El Catllar hay algunos funcionarios que eran amigos suyos e incluso lo tuvieron en casa. Además, está la funcionaria que reveló a Mercedes quién era realmente Laso.