Genis: «Los chicos con altas capacidades también necesitamos ayuda»

27 febrero 2020 08:30 | Actualizado a 27 febrero 2020 09:31
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Carlos tiene altas capacidades, igual que su hijo. Es docente en un instituto, y reconoce que no es algo que le guste exponer en público porque «todo el mundo comienza a crearse expectativas; es como si tuvieras algo que demostrar todo el tiempo... Conozco a otros adultos con altas capacidades, unos son maestros, otros tienen problemas con el alcohol y las drogas... Y no todos sacamos buenas notas; tener un Ferrari no implica que no puedas ir a 60 kilómetros por hora».

Este baño de realidad sobre lo que supone tener altas capacidades lo ofrecía Carlos ayer en el Aula Magna de la Facultat de Ciències de l’Educació i Psicologia de la URV, repleta de docentes, psicopedagogos y estudiantes. La jornada, de hecho, despertó tanto interés que tuvieron que cambiarla a un sitio más grande y trasmitirla por videoconferencia para quienes se quedaron fuera.

«Tengo un alumno con altas capacidades en el aula. ¿Y ahora qué?» era el nombre de la jornada organizada por la Associació per les Altes Capacitats de Tarragona i Terres de l’Ebre, Athena, con el apoyo de la URV y el Col·legi de Pedagogs de Catalunya.

La asociación de padres nació en 2018 de «la angustia y la desolación» de siete familias, como explica su presidenta, Mónica Casellas. Hoy son 57 con 66 chicos.

Cuanto antes, mejor

Mònica Fernàndez Díaz, coordinadora Grupo de Trabajo Superdotación y Altas Capacidades del Col·legi de Pedagogs de Catalunya, se encargaba de poner el contexto: «Las altas capacidades engloban a un conjunto de personas que presentan características intelectuales y cualitativamente superiores, de manera significativa a la mayoría de la población».

Y, ¿cómo se determina? la experta explica que hace tiempo que el diagnóstico no se basa solo en el test de cociente intelectual, sino que se valoran aspectos como las distintas inteligencias, la memoria, la lógica, la creatividad, la habilidad verbal... Y cuanto antes mejor, incluso si el niño está en educación infantil.

De hecho, hay diferentes tipos de altas capacidades, como la superdotación, que abarca todas las áreas; los niños con talentos para algún área o para varias y los niños precoces. En todos los casos el sistema reconoce que tienen necesidades educativas especiales, igual que los alumnos con algún trastorno del aprendizaje o déficit de atención, pero, aseguran las familias, están muy lejos de recibir similar atención.

Para entenderlo, asegura, hay que acabar con ciertos mitos (también por parte de las escuelas), como pensar que es producto de una sobreestimulación, creer que tienen que tener un perfil específico o que es un asunto de elitismo. De hecho, no tomar cartas en el asunto en la escuela suele acabar con niños quemados, desmotivados, frustrados.

Mila Valera, pedagoga, terapeuta y logopeda, desgranó todas las posibilidades que se pueden ofrecer a estos alumnos y que no pasan solo por subirles de curso, sino por otros recursos que benefician a todos los alumnos.

Pero si algo tuvo de valiosa la jornada de ayer fue escuchar su experiencia de su propia boca. Oriol, de 12 años, contaba como en tercero de primaria llamaron a sus padres porque se pasaba las clases haciendo papiroflexia. A partir de allí vino la época en que le daban más fichas que a los demás (cosa que fue un reto al principio y luego le pareció un castigo) la época en que se enfadaba con las profes... Y ahora, que le han hecho un plan individualizado.

También la historia de Biel, de 13, con un talento especial para las matemáticas, o la de Mar, de 10 años, con un diagnóstico de superdotación y que se estaba ‘apagando’ en palabras de su madre y que ahora está bien adaptada en un curso superior... Genis, de 14 (4º de ESO), lo resumía: «Los chicos con altas capacidades también necesitamos ayuda».

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