La bandera de los Pagesos preside los Tres Tombs en TGN

Josep Costa y sus tres hijos, vecinos de Calafell madrugaron ayer para llegar a tiempo al desayuno previo a la celebración de los Tres Tombs de Tarragona. Como ellos, vinieron personas de distintos puntos del país para rendir homenaje a Sant Antoni, protector de los animales y protagonista del día. Sara y Roger con sus hijos desde la Selva del Camp, las pubilles Marta y Núria de Solivella o Héctor de Benicarló. Todos ellos desfilaron tres veces por la Rambla Nova, acompañados de sus carruajes y caballos.

Ayer, Tarragona celebraba, tras dos años de parón por la pandemia, la fiesta de los Tres Tombs. Antiguamente, hasta mediados del siglo pasado, la tradición era que, el día de Sant Antoni –17 de enero–, los carruajes, caballos y otros animales recorrían algunas calles de la Part Alta hasta llegar a la iglesia de Sant Llorenç. Una vez allí, el cura de la parroquia bendecía a los animales y la comitiva se desplazaba hasta la Plaça Corsini, donde se sorteaba un cerdito y un cabrito. El festejo acababa en el Serrallo, con un baile. La celebración fue evolucionando y, a principios de los años 80, la tradición se transformó en la fiesta, conocida popularmente, como los Tres Tombs.

La edición de ayer fue especial. Y es que justo este año se conmemoran los 700 años del Gremi de Pagesos, entidad organizadora del acto. Por eso, como novedad, la cofradía recuperó la participación de la Guàrdia Urbana montada a caballo, y se incorporó también en el desfile la bandera del gremio, tal como se hacía antiguamente. Abría la comitiva la Banda de Cornetes i Tambors Verge de la Misericòrdia de Reus, que iba seguida del estandarte de los Tres Tombs. Participaron unos 45 carros y carruajes y 70 caballos, además de pubilles y hereus de todo el territorio.

«En esta ocasión, y con motivo de los 700 años del gremio, hemos querido hacer unos Tres Tombs a la antigua», explicaba Raül Font, presidente del Gremi de Pagesos, quien añadía que «la pandemia ha hecho bastante daño a este sector. Hay personas que han tenido que vender o dar de baja los caballos». Otra de las novedades es que, la cofradía junto con el Ayuntamiento, pusieron ayer en marcha un protocolo que veló en todo momento por el bienestar de los animales participantes.

Josep Costa dirigía un carro, conducido por tres caballos percherones y lleno hasta arriba de corcho. Costa es la tercera generación de pagesos de su familia. «Queremos reivindicar que en los carros se llevaba material como este, por ejemplo», explicaba Costa, quien lleva toda su vida inculcando esta tradición a sus tres hijos. Quienes también iban orgullosas encima del carro eran Marta Garcia y Núria Iglesias, pubilles de Solivella. «Para nosotras, participar en este acto es una manera de hacer pueblo y representar nuestras raíces y nuestra cultura», decían.