«Me han amenazado con quemarme el local»

La inseguridad y los robos en la calle Doctor Battestini y alrededores se han convertido en el pan de cada día para vecinos y comerciantes

11 febrero 2021 06:40 | Actualizado a 11 febrero 2021 06:48
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La calle del Doctor Battestini, la estación de autobuses y el Parc de la Ciutat. Los vecinos y comerciantes de la calle Pere Martell y alrededores lo definen como el Triángulo de las Bermudas, por eso de ser una zona peligrosa, donde ocurren cosas paranormales. El lugar se ha convertido en punto de encuentro para jóvenes que se dedican a intimidar a cualquier persona que pasa por allí. La situación ha empeorado desde el pasado mes de enero y los vecinos no dudan en denunciar y llamar a la Guàrdia Urbana cuando es necesario. Aseguran estar viviendo una pesadilla. Gritos, robos, peleas e intimidación. «Un día puntual no pasa nada. Pero convivir día a día con este ambiente, acaba afectando», explica Marina Sans, vecina de la calle Pere Martell.

La problemática se centra actualmente en la calle Doctor Battestini, donde se concentra un número importante de personas que piden limosna. Hasta hace unos meses, el lugar era un parking. Ahora, se ha convertido en una calle llena de plazas de aparcamiento de zona azul, lo que significa que cuando los conductores bajan de su vehículo, deben acercarse hasta el cajero para sacar el tíquet. Allí les esperan un grupo de jóvenes que piden dinero.

Agustina y Paco, un matrimonio de 70 años que ayer aparcaron en la calle Doctor Battestini, explican su vivencia. «Queríamos pagar la tarifa con tarjeta, pero un chico se ha acercado a nosotros y nos ha dicho que solo se podía pagar con monedas, que el tarjetero no funcionaba. Nos ha extrañado, pero le hemos hecho caso. Al sacar el monedero, sin apenas darnos cuenta, ya nos lo ha quitado de las manos y se ha ido corriendo», explica Agustina, quien asegura que «solo llevaba dos o tres euros, como mucho. Pero me ha dado rabia. Ya no aparcaré más aquí».

Este es el pan de cada día, según explican comerciantes y vecinos de las calles Pere Martell e Higini Anglès. Jennifer Trujillo regenta una cafetería justo en medio del meollo. Desde su local, es testigo de la situación. «Pasa mucha gente por aquí y, para ellos, es un punto clave donde conseguir limosna. Yo aquí no me meto. Pero lo que molesta es que intimidan a las personas que van tranquilamente a sacar el tíquet», explica Trujillo, quien, en los últimos días, ha sido víctima de amenazas por parte de alguno de estos indigentes. «Me dice que me quemará el local. No tengo miedo, pero tampoco me gusta vivir así», explica Trujillo, quien, por el momento, no ha llamado a la policía para alertar de los hechos. Sí lo han hecho algunos vecinos, que ya están hartos de esta situación. La Guàrdia Urbana de Tarragona es conocedora de la problemática y, en los últimos días, ha aumentado la presencia policial en el lugar.

Robos en comercios

El problema se extiende y va más allá de la calle Doctor Battestini. El Parc de la Ciutat es cada vez más inseguro y no siempre se cierra por la noche. Es habitual encontrarse grupos de jóvenes haciendo botellón y consumiendo drogas. «Hace unos días, vimos perfectamente como un chico que iba en bici, se acercaba a una joven que hablaba por teléfono y se lo robó», explica Trujillo. A pocos metros se encuentra Maria Esther Fernández, propietaria de la farmacia de la calle Pere Martell. «Gritos, peleas, discusiones, gente corriendo, insultos. Sobre todo, estos episodios tienen lugar por la tarde», explica Fernández, quien añade que «algunos comercios también han sido víctimas de algunos robos». Esta farmacéutica asegura que «necesitamos que alguien nos escuche y nos haga caso, no puede ser que tengamos que sufrir amenazas constantes. Esta zona es una de las entradas más importantes a la ciudad».

Por su parte, desde la asociación de vecinos, liderada por Lorena Holm, se ha denunciado públicamente la situación. «Necesitamos hacer visible nuestra problemática», explica Holm, quien apuesta por poner en marcha actividades en el Parc de la Ciutat y en su entorno «y, así, de esta manera, cambiar dinámicas que generan inseguridad e intimidan a nuestra gente mayor por otras constructivas», acaba Holm.

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