Peridis reconcilia a los dos bandos de la Guerra Civil

‘El corazón con que vivo’ relata la historia de dos familias enfrentadas. No es una novela de la contienda, sino de las personas que la sufrieron y de las vicisitudes por las que pasaron

07 junio 2020 08:20 | Actualizado a 07 junio 2020 09:02
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Una portada con un sincero abrazo recuerda que no son tiempos de efusividades, que las muestras de cariño son peligrosas con la Covid-19 de por medio. Curiosamente, en los años a los que remite dicha portada, los afectos entre bandos enfrentados tampoco tenían cabida. Pertenece a El corazón con que vivo, de José María Pérez, Peridis, Premio Primavera de Novela 2020, que salió a la venta nada más finalizar el confinamiento, el pasado día 19 de mayo. «Es una historia de reconciliación de dos familias enfrentadas, primero ideológicamente y de posicionamiento político y después por una Guerra Civil que fue terrible para ellos», contó el autor en una presentación en línea, tan características estos días. «Una presentación rara», como apuntaron en una charla Peridis y la periodista Pepa Fernández.

Pero El corazón con que vivo no es una novela sobre la guerra, sino sobre las personas que la vivieron, que la sufrieron, con una base real que transita entre Palencia y Cantabria. «Es la crónica de una novela soñada. Cuando me fui enterando de las relaciones especiales de estas dos familias de médicos, que eran mis médicos, siempre pensé que ahí había una historia, pero que se conocía poco. He combinado vivencias y recuerdos de mi infancia, la memorias de familiares y amigos de los protagonistas y documentos sacados de los archivos de un valor extraordinario. Con todo esto me animé», manifestó Peridis, quien como su novela, tiene un corazón delicado, el mismo que ha mimado durante la pandemia del coronavirus, de la que él mismo fue víctima. «El confinamiento ha sido vivir con el corazón, que es la familia. Nos hemos vuelto a encontrar con nuestras familias. Esa es la parte buena», resaltó durante la presentación.

El origen de la obra fue un encuentro fortuito con uno de los descendientes de aquellos tristemente protagonistas del 36, unido a una tragedia personal del autor. «Se me murió un hijo», dijo Peridis. «Estaba perdido, comido por la pena, por la culpa, por todas esas cosas que acarrean una desgracia de ese tipo. Me apliqué lo que escribió Jane Austen en Mansfield Park, que no hay nada como una ocupación que te absorba para disipar la melancolía. Y me dije, ponte a escribir la novela José María, es tu salvación porque al menos te distraerás y luego igual eres capaz de escribirla. Y le metí horas, muchas horas».

El corazón con que vivo se inicia con la romería de la Virgen del Carmen en Paredes Rubias, dos días antes del alzamiento. Allí Esperanza se encuentra con Lucas, recién licenciado en medicina. Ambos piensan que tienen la vida por delante. «Pero había nubarrones políticos enormes. Y aquel baile, donde los jóvenes se las prometían muy felices, tiene su seguimiento al día siguiente cuando algunos de los protagonistas marchan y otros desaparecen definitivamente», explicó Peridis.

Las familias de los dos jóvenes están en bandos enfrentados y Gabriel, el hermano de Lucas, es detenido y condenado a muerte. En medio de esa desgracia, un gesto tan valiente como inesperado tendrá un valor trascendental. Qué representa el enfrentamiento en un mundo donde todos se conocen, las amistades truncadas, los desafectos, los médicos en las zonas rurales o el papel de la Iglesia. También los paseos y las prisiones. Todo pasa por sus páginas. Entre los personajes destaca Germán Blanco, basado en el abuelo republicano de Pablo Casado, presidente del Partido Popular (PP), Herman Blanco Ramos. Miembro de la UGT, tras el triunfo del golpe militar fue detenido, en agosto del 36, y condenado a 30 años de cárcel. Médico y cirujano, a falta de bisturí, en prisión operaba con la tapa afilada de una lata de sardinas. Puesto en libertad condicional en 1941, la cárcel acentuó todavía más su militancia antifranquista.

Una guerra no la gana nunca nadie, afirman los protagonistas. «Ellos se dan cuentan. Todos pierden. Todos pasan miedo. La generación de la guerra ha estado hablando de ella 40 años. El problema fundamental que plantea una Guerra Civil es el odio al vecino, al padre del vecino... Son sentimientos que pasan de generación en generación y los amores se difuminan. No hay mayor agravio que el que te hayan matado a un hijo o a un hermano o te hayan mutilado o arruinado. Y no te digo nada de los desaparecidos, una asignatura pendiente», concluyó.

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