Prisión de Mas d´Enric, día 12

Alrededor de 300 presos y casi 140 funcionarios ya se han habituado a las nuevas instalaciones penitenciarias. La valoración de familias, internos y trabajadores en los primeros días es buena, aunque hay cosas a mejorar

19 mayo 2017 20:59 | Actualizado a 22 mayo 2017 11:14
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Los altavoces no entienden de sentimientos. Pasadas las ocho de la mañana escupían la palabra «¡recuento!». Es el despertador de Mas d’Enric. Así se dan los buenos días a los presos, se les avisa que deben tener la celda en condiciones y que en breve se pasará a comprobar que cada cual está en su sitio. La despertá general entre semana es a las 7.30 horas (algunos antes porque deben ir a cocinas para preparar los desayunos), pero en fin de semana se deja dormir un poco más.

Ayer se cumplieron 12 mañanas de actividad en Mas d’Enric. Los sábados y domingos no son anodinos, por mucho que el extrarradio de El Catllar no sea el ambiente urbano de Tarragona. De hecho, los vecinos de la Plaça de la Generalitat ahora se asoman a sus ventanas y ven los patios vacíos. Incluso ya han olvidado el sonido de altavoces.

Volviendo a las instalaciones de El Catllar y aunque la mañana era gris, ayer en Mas d’Enric era día de sonrisas. Las familias pueden visitar a los internos el fin de semana en horario de mañana y tarde. Algunos, a través del cristal que separa la libertad de la condena. Otros, con contacto físico.

El transporte

Las familias llegan espaciadas. Pueden aparcar el coche en la zona reservada para ellos, aunque el camino debe mejorar su asfalto. También hay autobús que permite llevar y traer a las familias desde el centro de la ciudad hasta la prisión de Mas d‘Enric.

Los funcionarios tienen un sistema familiar, un aparcamiento en la entrada o un autobús que hace paradas en Tarragona, una en la estación de tren. De esta forma, los funcionarios que residen fuera de la ciudad y llegan en ferrocarril, tienen conexión habilitada. Los que viven en Tarragona, sólo deben ir al punto de encuentro.

Adquirir costumbre

Los primeros días han servido para adaptarse, tanto para funcionarios como para internos. Mas d’Enric ya no es una cárcel provinciana. Se ha convertido en una prisión grande. Cuentan los trabajadores que alguno de los 180 internos que se trasladaron el pasado día 24 aún tiene algunas costumbres adquiridas que en las nuevas instalaciones ya no están permitidas. Por ejemplo, en el recuento matinal y nocturno, el preso debe estar vestido y al fondo de la celda. En la antigua prisión, había cierta flexibilidad en este aspecto, pero ahora ya no hay concesión posible.

Antes de la comida, alrededor de la una, cada cual tiene su función. Unos van a talleres del CIRE (Centre d’Iniciatives per la Reinserció), otros a destinos: lavandería, cafetería, economato, cocinas..., otros hacen actividades de estudio y algunos van al patio. «Nadie puede obligarles a nada y pasan el tiempo», cuentan. Eso sí, si no haces nada, olvídate de pedir rebajas de pena u otras ventajas.

La comida y el descanso se prolonga hasta las 16.30 horas, donde las actividades, talleres o destinos se reactivan. Esto, pero, es la rutina de entre semana. Ayer y hoy los que tienen la familia en las instalaciones disfrutan de compañía e intentan evadirse mentalmente por un momento del porqué están allí.

Los altavoces se activan de nuevo a las 19 horas. Es la hora de la cena y de vuelta a las celdas. Todo de forma ordenada. En cada una, se hace una nueva revisión y el recuento. Las luces se apagarán poco después.

Cuentan los que conocen Mas d’Enric que en estos doce días de actividad que la calefacción está alta, que hay algunas deficiencias que llevan de bólido a la empresa de mantenimiento y que algún que otro suministro no ha llegado a tiempo.

Sin embargo, los mismos presos y trabajadores admiten que son cosas fáciles de subsanar y entendibles en estos primeros días de estreno. Admiten los trabajadores que no ha habido ningún altercado, ni acción punible. Todo parece bajo control.

Reparto por módulos

A día de hoy, Mas d’Enric tiene una población reclusa de unas 300 personas, casi el doble que hace 12 días. En ella una sola mujer que entró el mismo día de apertura. Está en el área de ingresos y cumple pena por violencia de género.

En la enfermería hay otro preso de forma permanente. Va en silla de ruedas y sus limitaciones de movilidad obligan a que esté en este departamento. Los otros módulos no están preparados.

En el de jóvenes hay 5 reclusos y en el DERT (Departament Especial de Règim Tancat), un par. En este módulo un preso va por mal comportamiento o por petición.

El resto de reclusos de Mas d’Enric se reparten en otros tres módulos, uno acoge a los que cumplen delitos por violencia de género; el segundo los que tienen problemas o relación con drogas y el tercer módulo es más heterogéneo: robos, violencia, crímenes...

Así han discurridos los primeros días en la nueva cárcel.

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