Ricard Espinosa: «Los universitarios solo llevan carpetas, ya no compran libros»

Librero de toda la vida, en 1997 cofundó la Llibreria La Capona, que el 11 de julio soplará 25 velas, un cuarto de siglo en el que Espinosa ha vivido la transformación de la profesión, de analógico a digital

18 marzo 2022 18:24 | Actualizado a 19 marzo 2022 06:33
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Corría el año 1997 cuando Ricard Espinosa cofundaba, junto con Pau Espinosa y Pitu Rovira, La Llibreria La Capona de Tarragona, un establecimiento que este año, el próximo 11 de julio, cumplirá un cuarto de siglo. Sin embargo, su trayectoria empezó mucho antes, en 1977, cuando abrió las puertas de la librería Vyp, entonces sita en la calle Lleida. Lector empedernido y prescriptor de buena literatura, Espinosa ha vivido la transformación del sector, del analógico al digital, de los Sant Jordi en los que se vendía el fondo de la librería, a la avalancha de novedades.

¿Un librero es como un farmacéutico?
No. Al farmacéutico le pedimos consejos, a veces más que a los propios médicos, para que nos curen algún malestar. Nosotros, si los lectores nos piden consejos, ayudamos a que se lo pasen mejor. 

Pero conoce a los clientes y sabe qué quiere cada uno.
Quien se quiere dejar conocer, sí. Con el cliente cómplice te intercambias cromos. Es decir, también te recomienda y disfrutas mucho. Lo complicado es cuando una persona compra un libro para regalar y desconoce los gustos del destinatario. Entonces, puedes recomendar los que a ti te han gustado, optar por los que han ganado algún premio o por los que crees que pueden llegar a más gente.

 

«A los lectores les diría que sigan confiando en las librerías. Damos un servicio igual o mejor que las plataformas y es más cercano»

En estos años, ¿cómo ha cambiado la profesión?
Con las nuevas tecnologías todo ha cambiado. Por ejemplo, la venta de mapas y guías ha bajado muchísimo, igual que el libro universitario.

¿El libro universitario?
Antes era importantísimo. Ahora los estudiantes que van con las carpetas con apuntes ya no llevan libros. Estoy seguro de que al acabar la carrera no tienen ninguno en casa o solo unos pocos. Puede que en algunas titulaciones sí, como Derecho, pero en otras, no.

Hace muchos años un profesor me dijo que tener libros en casa era un hábito burgués. ¿Qué opina?
Entonces, ¿dónde tienen que estar los libros?, ¿en las bibliotecas? También, es una opción. Pero siempre están aquellos libros que te gusta tener o que te gusta releer. No comparto la opinión de este profesor, clarísimamente.

¿Relee, con todo lo que se publica?
No puedo, ya me gustaría.

¿Cuáles?
Clásicos catalanes u otros que tengo pendientes. Y la razón es que el trabajo te lleva a otros. Cuando tienes presentaciones intentas dedicarte a los libros que presentas o a los autores que vienen. Y otro motivo es que se publican muchísimas novedades. A nosotros mismos nos cuesta saber qué hay en el mercado. Lo que sí es cierto es que se nota mucho la influencia de las redes, sobre todo entre la gente joven.

¿Es cierto que la gente joven no lee?
Leen de otra manera, con los móviles, mal leen. Es una lectura muy inmediata, no es placentera. 

Pero, ¿compran?
Compran un tipo de literatura más de consumir y tirar, bastante que desear. Cuando vienen buscan un libro determinado, ya sea porque siguen a una autora, a influencers o youtubers. Saben el día exacto que saldrá a la venta y vienen el mismo día. 

¿Es cierto que un librero lee tanto como se dice?
A veces se habla románticamente de esta profesión. Pero la realidad es que mientras estás aquí no puedes leer. Tienes que dedicar horas fuera del horario de la librería.

¿Cuánto dura una novedad en el escaparate o en la mesa?
Las que más me gustan son las que duran mucho tiempo. 

¿Por qué esta rapidez?
Porque sale mucha cosa y no tienes espacio. Entonces, unos matan a los otros. Pero si un libro se aguanta y hay una buena pila, eso es fabuloso. Esto ocurre con títulos como Jo confesso, de Jordi Cabré o La sombra del viento, de Zafón. También El infinito en un junco, de Irene Vallejo o Sapiens, de Yuval Noah. 

¿E infantil y juvenil?
Actualmente es la sección que más funciona porque hay libros más bonitos que nunca. Y los de 13-14 años se decantan por la fantasía, las novelas épicas o la ciencia ficción. Finalmente, las recomendaciones de la escuela, que a veces son duros de leer. 

¿Por eso dejan de leer? 
A veces sí. En las recomendaciones se ven las ganas de un profesor.

Cuando empezó, ¿qué se vendía? 
En la época del 77 salía mucho el libro político, la gente no estaba educada políticamente. Y antes, por Sant Jordi, trabajábamos el fondo de la librería. Ahora ya no. La parada que montamos en la Rambla es toda de novedades.

¿Tarragona necesita un gremio propio?
Dependemos del Gremi de Catalunya. Y cada ciudad presenta sus actividades. En Tarragona solo quedamos Gertri y nosotros. 

¿Qué les diría a los lectores?
Que continúen confiando en las librerías. Que están bien las plataformas, pero se tiene que fomentar el pequeño comercio porque si yo vendo libros, compraré zapatos o me tomaré una cerveza. Todo es una cadena. Es un servicio igual o mejor y más cercano. ¿No queremos kilómetro cero? Ahorramos los viajes del transporte y contaminamos menos. Al fin y al cabo, aquí encontrarán lo mismo.

¿Se aventura a recomendar para Sant Jordi?
Me han gustado mucho Guilleries, de Ferran Garcia y Terres mortes, de Núria Bendicho, Encara hi ha flors, de Margarida Aritzeta, L’alquímia de la vida, de Coia Valls y El refugi de la Sandrine, de Jérôme Loubry. Se venderán el nuevo de Santiago Posteguillo, Roma Soc jo, que publica en abril, y los de las listas de más vendidos como Toni Cruanyes, Empar Moliner, Eva Baltasar y en castellano, Eva García Sáenz de Urturi. 

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