Tarragona: los comercios difuntos

Tres libros y una página de Facebook rescatan imágenes y anécdotas de los comercios de toda la vida

12 marzo 2022 22:30 | Actualizado a 13 marzo 2022 15:25
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«Recuerdo que íbamos al Pepito al salir del cine. Sus bocatas de tortilla eran tan grandes que, si íbamos mal de dinero, lo compartimos entre varios. Por veinte duros comíamos todos. La limpieza brillaba por su ausencia, la verdad, pero cuando eres joven y tienes hambre, no te importa nada. El Pepito era como el Boada, pero, ahora bien, los bocatas del Boada eran los bocatas del Boada». Así recuerda María uno de los establecimientos emblemáticos de Tarragona, ahora ya cerrado, uno de esos locales TTV (tarragoní de tota la vida) que han pasado a la historia.

Tres libros y una página de Facebook permiten sumergirse en la nostalgia comercial. A uno de ellos, 'Fotos Fer-Vi. Tarragona 1965-2015', de Ramon Giner y Rafael Vidal, pertenecen a las imágenes de esta página.

Fer-Vi, al que el 'Diari' le dedicó una anterior crónica pelacanyes, publicada el 27 de febrero, era un conocido fotógrafo de la vida social de Tarragona y también de sus comercios. El propio Josep Ferrer Vilar y su esposa, Mercè, cerraron la tienda en 2015 tras medio siglo con la cámara en ristre.

Muchos de esos establecimientos ya extintos estaban en la Rambla, como detallan Giner y Vidal en un libro ('El comerç a la rambla de Tarragona pas a pas'), divididos en dos tomos: 'La vorera de l'ombra' y 'La vorera del sol i les coques centrals'.

Vidal es también el impulsor de la página de Facebook 'Tarragona Antiga', que recopila imágenes de la historia de la ciudad e incluye un apartado para los comercios que duraron más de 50 años al pie del cañón.

La Cistellería Joan Rosell (153 años de existencia), Almacenes Apodaca (58), Cuchillería Rodríguez (76), Discos Arsis (50), Bodega Gras (60), Fleca i Pastisseria J. Pijuan (123), Sastreria Andreu (93) , Alimentació Rius (62) son algunas de las tiendas de las que 'Tarragona Antiga' ofrece imágenes.

El Gran Café Tarragona

Para Vidal, una de las pérdidas más importantes de la ciudad, comercialmente hablando, es el Gran Café Tarragona. Situado en la Rambla Nova 51-53, en lo que hoy en día es Argo interiorismo y el Moto Club, tuvo a lo largo de su vida cinco propietarios desde que abrió en 1894 hasta que cerró el 4 de abril de 1956. Su último dueño Fue Josep (Pepito) Cardona.

Según explica Vidal, «Josep Cardona lo restauró totalmente y lo reinauguró el 10 de diciembre de 1925 con la presencia de las autoridades locales y amigos y al frente de ellos el alcalde, que ofreció un parlamento. Acabado el mismo tomó la palabra un amigo personal de Cardona, un tal Barragán, que leyó una poesía».Cardona lo restauró totalmente y lo reinauguró el 10 de diciembre de 1925 con la presencia de las autoridades locales y amigos y al frente de ellos el alcalde, que ofreció un parlamento. Acabado el mismo tomó la palabra un amigo personal de Cardona, un tal Barragán, que leyó una poesía».

Merece la pena reproducirla. No tiene desperdicio: «Es su joven propietario/el simpático Cardona/un hombre que en Tarragona/es un ser extraordinario./Y que resulta tan listo/el gran Pepito Cardona/que yo otro ser no he visto/más listo que Cardona. /Así pues, nobles señores/perdonad vuestras mercedes/si os omite en los honores/que deseo a sus mercedes. Brindo y bebo por usted/mi buen amigo Cardona/y brindo por este café/orgullo de Tarragona». Eso es amistad. Seguro que se ganó una copa gratis.Cardona/un hombre que en Tarragona/es un ser extraordinario./Y que resulta tan listo/el gran Pepito Cardona/que yo otro ser no he visto/más listo que Cardona./Así pues, nobles señores/perdonad vuestras mercedes/si os omito en los honores/que deseo a sus mercedes. Brindo y bebo por usted/mi buen amigo Cardona/y brindo por este café/orgullo de Tarragona». Eso es amistad. Seguro que se ganó una copa gratis.

Vidal apunta que «el Moto Club de Tarragona se fundó en 1953 en una mesa del Café que utilizaron los amantes del motociclismo, que no eran pocos, y allí se redactaron sus estatutos». También fue sede temporal de otras entidades como el Club billar de Tarragona, el Grupo Excursionista Ginestar o el Club Ajedrez de Tarragona».Ginestar o el Club Ajedrez de Tarragona».

No todo fueron alabanzas. Para Petrófilo, un periodista del 'Diario Español', el Gran Café Tarragona era «viejo y anacrónico» y fue reemplazado por un ultramoderno garaje en el que «el gusto y la suntuosidad son norma en sus instalaciones». El Moto Club siguió abierto. Es uno de los pocos supervivientes de los establecimientos históricos de la ciudad. Otros, como los que ilustran estas páginas y muchos más que quedan en el tintero, pasaron a mejor vida.

 

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