El centro de Tarragona está en obras. Después de diecisiete meses desde que se presentó el proyecto de peatonalización de la calle Canyelles, finalmente el pasado 8 de abril se iniciaban las primeras actuaciones, una intervención que debe suponer un antes y un después en este ámbito y a la que días más tarde se le sumaban los trabajos de la nueva zona de juegos inclusiva de la calle Ixart.
Las vallas y las casetas de obras esconden la envergadura de esta línea recta que, desde Estanislau Figueras a la Plaça Corsini, prácticamente se transformarán en su totalidad. En medio queda una imponente Rambla Nova que en algún momento también deberá seguir los mismos pasos. Mientras tanto, los vecinos y negocios de la zona observan con expectación como su entorno va cambiando paulatinamente. «Esto era una calle peatonal low cost, porque de hecho tan solo podían aparcar las motos, pero creemos que una plazoleta en esta zona generará vida y ambiente», asegura Clara Medina, de la tienda Puericultura Vallès, en la calle Ixart.
En este tramo de 400 metros prácticamente se han instalado los aparatos de la nueva zona de juegos, que será la primera inclusiva en el centro. Los trabajos aún no se han acabado, pero ya se ha instalado el material de caucho en el suelo y los nuevos aparcabicis. «No hay muchos parques es esta zona, el más próximo es el de Verdaguer y siempre está lleno, por lo que esperamos que se anime», añade Marc Pardo. Ahora es una calle de paso, por lo que se espera que la nueva zona de juegos la convierta en un aliciente. Asimismo, el público que atraerá son clientes potenciales del establecimiento, por lo que la transformación se encara con optimismo.
En Canyelles de momento se sigue avanzando con los trabajos preliminares, que servirán para transformar este eje en una plataforma única, tan solo para peatones. «Después de doce años aguantando las obras del mercado, nos merecíamos que se dignificara toda esta zona, porque ahora ya nadie se acuerda, pero fue un infierno», asegura el presidente de la Associació de Comerciants del Carrer Canyelles, Jordi Gombau.
Los comerciantes aguantan con resignación estas semanas que les esperan de ruido, polvo y con las vallas casi a tocar de los escaparates. «Es una lástima que no se empezara después de Reyes, como nos habían dicho, porque ahora nos coge en plena campaña de verano», añade. Pese a ello, Gombau afirma sentirse «optimista». «Debemos dar las gracias que se arregle, porque supondrá una mejora importante para el centro y un cambio para toda la ciudad, porque estás ligando dos polos muy potentes, como son la Rambla Nova y el Mercat», sigue explicando.
Gombau se muestra convencido de que esta actuación «generará un centro más potente», aunque defiende que esta actuación debería ir acompañada de medidas para «facilitar el aparcamiento». «Si empezamos a eliminar plazas, después esto será un drama y aparcar en el centro siempre ha sido muy complicado», añade.
Cuatro meses
Las obras no arrancaron con buen pie por culpa de la polémica de los árboles. «Los cortaron y en cambio han dejado las farolas y todo lo otro. No sé, las aceras ya eran nuevas a lo mejor tan solo cambiando el mobiliario ya hubiera sido suficiente», lamenta Antonio Álvares, de la Farmacia Salomó Tuset. Estos días, el ritmo todavía es bajo y hay poco personal en la obra, una cuestión que empieza a inquietar a algunos comerciantes, que hacen la cuenta atrás para estos cuatro meses en las cuales estaban previstas.
«Estamos convirtiendo las calles en plazoletas, que sean un reservorio para que estén a gusto los viandantes, de forma que no tan solo sean espacios de paso, sino que puedan estar allí», indica el concejal de Territori, Xavier Puig. En esta misma línea se ha previsto la actuación en las calles López Peláez y Josepa Massanés, que se aprovechará para ensanchar la acera de Maria Cristina. «Es un cambio más significativo de lo que pensamos que sorprenderá», añade el tercer teniente de alcalde. Según el calendario, estas obras podrían arrancar en octubre.
Todas estas obras van en la línea de descongestionar el centro y que los peatones ganen protagonismo. De hecho, Canyelles podría considerarse la primera fase de la futura superisla del centro, con la Plaça Corsini y su entorno, y que más adelante se ampliará también con el Fòrum de la Colònia. «Poco a poco y por fascículos vamos avanzando hacia a una reducción del vehículo privado, incluso en algunos casos residual, dando más importancia y protagonismo a los viandantes», sigue explicando Puig.
Esta misma semana, la administración local sacaba a través de la plataforma de contratación pública dos licitaciones que afectan a la redacción del proyecto del Fòrum de la Colònia. Estos afectan, por un lado a un diagnóstico con perspectiva feminista del futuro parque y, por el otro, a la asesoría ambiental para el proyecto urbano de conservación y accesibilidad del yacimiento. El objetivo es transformar este recinto en un parque público, para dicho efecto la administración local cuenta con una ayuda de tres millones de euros, de los fondos Next Generation.