Un paseo por la historia de la entrada a la Costa Daurada

La herencia histórica y cultural de la Conca de Barberà permite revivir fácilmente el pasado

23 febrero 2022 18:00 | Actualizado a 23 febrero 2022 18:08
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Atravesada por las montañas de Prades y los ríos Francolí y Anguera, la Conca de Barberà es la entrada, desde tierra, a la Costa Daurada. Las reminiscencias indican que fue una zona ya habitada en el periodo neolítico. Prueba de ello son las numerosas cuevas con restos prehistóricos, muchas de las cuales han sido declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco.

Con más de 3.600 metros de galerías topografiadas que confirman la presencia de humanos en ellas, las Coves de l’Espluga son unas cavidades naturales que forman la séptima cueva más larga del mundo y la segunda de Cataluña. En ellas se ha encontrado el primer santuario del paleolítico, integrado por más de 300 grabados con figuras de caballos, ciervos o toros.

Si bien el santuario no se encuentra abierto al público por precaución con el material de la cueva, la visita al museo sí incluye un recorrido de 600 metros por la cavidad subterránea para conocer la formación geológica y la evolución humana. En la Cova del Castell se podrá realizar un recorrido dedicado a la espeleología, que discurre hacia el interior de las galerías más profundas (no apto para gente con claustrofobia), remontando el río subterráneo que cuando sale al exterior por la Font Major recibe el nombre de Francolí.

El salto a la Edad Medieval

Si bien en las épocas romanas y posteriores no se encuentran vestigios, vuelve a coronarse como zona dorada en la época medieval. La comarca entraña el corazón de la Ruta del Císter, un nombre otorgado por el patrimonio artístico y cultural de cada una de las poblaciones que aún conserva un monasterio cisterciense. Uno de los más reconocidos a nivel nacional es el Real Monasterio Santa Maria de Poblet, donde arquitectura, religión e historia hacen de este espacio un símbolo de la cristiandad que cautiva a quien lo visita. Hoy en día es uno de los conjuntos monásticos más importantes de Europa y el más grande del continente entre los habitados.

Sin dejar de lado la época medieval, nos adentramos en el casco antiguo de Montblanc. Su núcleo histórico se esconde tras un recinto amurallado con un recorrido poligonal de 1.500 metros con 31 torres de 16 de hasta 20 metros de altura. Detrás de estas espectaculares murallas, perfectamente conservadas, encontraremos un recoveco de calles sinuosas, donde la luz entra a pequeñas dosis, recuerdo de un fuerte legado medieval, declarado como bien cultural de interés nacional.

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