Cuenta la leyenda que Sant Martí de Tours compartió su capa de soldado romano para abrigar a un mendigo que se le cruzó en el camino. En su honor, Altafulla celebra cada año la Festa Major y aquí el manto del santo patrón acoge a toda la población para festejar juntos los actos populares, tradicionales, religiosos, de ocio y diversión, iniciados a primeros de mes y que se prolongarán hasta el día 19.
La noche del viernes, hasta el amanecer del día de ayer, fue larga, ya que el parque del Comunidor es el nexo de unión y escenario de la concurrida empalmada popular, con la música, esta vez del grupo de versiones Ready to Rock y el pinchadiscos Jarras. Todavía no había roto el alba que, como manda la tradición, Grallers d’Altafulla, con sus ‘matinades’, recorría la población para disfrutar, a partir de las 8 de la mañana, del Esmorzar de l’Arengada.
Pero hubo que apresurarse porqué a las diez y media había que estar en la Plaça del Pou, donde Castellers d’Altafulla se disponían a subir caminando el Pilar de Quatre por los 42 escalones que separan este punto, de la Plaça de l’Església. A la mitad del recorrido se desmontó la estructura al topar el casco del enxaneta con un cable de teléfono, que hizo desestabilizarla. Todo quedó en un pequeño susto y se volvió cargar el Pilar que ascendió con seguridad total hasta la plaza, entre los entusiastas aplausos del público.
Minutos después, se celebrara el oficio de fiesta mayor, cantado por la Coral Nous Rebrots, de Altafulla. Terminada la misa, llegó el momento de recorrer procesionalmente, por las calles habituales, la imagen de Sant Martí, acompañada de los elementos festivos, con Castellers, Diables pequeños y mayores, el Gat, Bastoners, Gegants y Nans y Grallers d’Altafulla, además de la cobla La Principal de Tarragona.
Acto institucional
Al mediodía, la Plaça del Pou retomó protagonismo con el recibimiento institucional en el Ayuntamiento de la delegación de Amics de Roviano, población italiana con la que Altafulla está hermanada desde 2003.
Sobre las siete de la tarde se organizó uno de los actos más participativos de pequeños y mayores, con la rúa de Sant Martí. Un numeroso grupo de niños y niñas, portadores de los farolillos confeccionados en casa y en la escuela, iluminaron el camino del caballero Sant Martí, montado en un brioso corcel, acompañados de los alumnos de viento y percusión de la Escola Municipal de Música, en el recorrido del Carrer de Dalt a la Plaça del Pou.
Ya en la plaza, los pequeños formaron un círculo para que el jinete diera la vuelta a la redonda. Fue entonces que el soldado romano, futuro Sant Martí, topó con el hombre desvalido (figura que encarnó el dramaturgo y actor altafullense, Joan Maria Vidal) al cual le entregó la mitad de su capa, para que este pudiera protegerse del frío, y que la rapsoda, Joana Badía se encargó de narrar.
Como es tradicional, los pequeños pudieron degustar la tarta de la capa de Sant Martí cubierta de mermelada de fresa, el mismo color que la capa de Martí de Tours. Para ellos fue el momento más dulce de la fiesta.
