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La Fira d’Artesans de Altafulla atrae a público de todas partes en su 25ª edición

Hoy, cuarto y último día de la muestra que se celebra en los alrededores del castillo. Vendedores y visitantes destacan la calidad y la procedencia artesanal de los productos. Además de los oficios clásicos, hay muestras de impresión 3D

20 agosto 2023 07:57 | Actualizado a 20 agosto 2023 07:59
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Quien todavía no haya acudido a la Fira d’Artesans de Altafulla aún está a tiempo de darse una vuelta esta tarde y noche, por la zona de las eras de detrás del Castillo de los Montserrat, en el último día de la muestra inaugurada el jueves.

Viendo, uno, todo lo que ofrecen los artesanos en las 120 paradas instaladas, de las cuales siete son de artistas locales, a nadie le extraña que esta cita anual, que nació hace 25 años por iniciativa del Col·lectiu d’Artesans de la localidad, haya adquirido una creciente fama que se traduce cada año en una mayor afluencia de visitantes.

El requisito a cumplir es que los productos que hay a la venta sean elaborados por sus propios artesanos. De la gran aceptación que la feria tiene entre el público da fe que en esta edición el horario se ha ampliado una hora más: de las 12 de la noche, al cierre a la 1 de la madrugada.

Según comenta Diego Spano, el coordinador de la Fira, «a falta de la gente que pueda venir hoy domingo y a juzgar por la afluencia, durante los tres primeros días, no me extrañaría que batiéramos récords». Spano destaca que «vemos un notable incremento de público familiar, lo que es garantía de futuro y eso nos compensa el trabajo realizado».

Es que, además, la Fira d’Artesans cuenta con la complicidad del tejido asociativo de Altafulla, que aporta atractivos añadidos como el grupo de Bastoners y los Diables Petits, además de los cuentacuentos y música en directo, con la actuación de distintos grupos.

Los oficios antiguos siguen muy presentes con demostraciones del hojalatero, vidriero, carpintero o picapedrero, ante un público curioso y la atenta mirada de los más jóvenes. Ahí está el reusense Joan Mateu, que lleva una docena de años acudiendo a la feria «porque recibo muchos encargos de piezas exclusivas», señala el picapedrero. Oficios clásicos que se combinan con otros relacionados con las nuevas tecnologías, como la impresión en láser.

Así, al azar, de los artesanos altafullenses vemos a Víctor, el cual construye relojes con discos de vinilo decorados como soporte de la esfera, ciertamente muy originales, que llaman poderosamente la atención.

Ropa, complementos, cerámica, cosmética, perfumería, forja, cera, papel, joyería... Talleres, granja, atracciones infantiles, gastronomía y muchas cosas más. Josep y Maricel, joyeros de Masalcoreig (Segrià) es la primera vez que acuden a Altafulla «por las excelentes referencias que nos han llegado sobre esta feria, afirman ambos.

Contrasta con Paula Martínez, de Organyà (Alt Urgell) que lleva nada menos que 13 años sin faltar a la cita. A la vista y ante el telar elabora sus tejidos artesanos. Asegura que «la feria de Altafulla es diferencial porque aquí se controla rigurosamente la calidad, un horario de tarde-noche muy acorde para un pueblo playero, en un entorno excepcional y cuidada organización«. Añade que, «si una lleva tantos años viniendo es que vale la pena por las ventas».

De hecho, al caer el sol es cuando el público acude en masa a la zona de la feria, hasta el punto que se hace muy lento el paseo entre las paradas. Así lo hacían ayer Óscar y Ariadna, una joven pareja vallense que suele veranear en Altafulla, «y aprovechamos para dar una vuelta, que bien vale la pena, por todo en conjunto: la oferta, la música, la gastronomía y el entorno», señalan.

Pau y familia son de Begues (Baix Llobregat) y afirman que «en Altafulla tenemos segunda residencia y es obligado acudir a esta feria que tiene un especial encanto. Cada año invitamos a los amigos para que la conozcan». Y así muchos.

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