Escapadas
De ruta por Tarragona: La ciudad invisible
Esta semana proponemos volver a mirar. Cambiar la indiferencia por curiosidad. Un paseo urbano por Reus, pensado para caminar y activarnos en unos días especialmente propensos a los excesos

La Font del Triptòlem.
Vemos nuestras ciudades cada día: las cruzamos con prisa, las usamos y en algún punto dejamos de mirarlas. Lo cotidiano se vuelve invisible y tarde o temprano deja de importar. Si la protección del patrimonio nace del conocimiento, detenerse a observar y valorar los edificios que nos cobijan es el primer paso para conservar aquello que nos hace singulares. No porque todo sea extraordinario, sino porque muchas veces lo extraordinario se esconde en aquello que hemos normalizado.
La ruta de esta semana no pretende descubrir nada nuevo, al contrario: propone volver a mirar. Mirar fachadas que creemos conocer de memoria, cambiar la indiferencia por curiosidad y preguntarnos qué historias se esconden tras esos muros que siempre han estado ahí, acompañándonos en silencio. Un paseo urbano por Reus, pensado para caminar y activarnos en unos días especialmente propensos a los excesos.
Tras la huella de Gaudí
Emprendemos esta ruta de escasos cinco kilómetros frente al Santuari de la Mare de Déu de Misericordia, el edificio en el que Antoni Gaudí pudo imprimir su huella en la ciudad. El arquitecto, que era gran devoto de la virgen, presentó un proyecto de reforma de la fachada que jamás se ejecutó. Como apunta Armand Puig en la biografía que le dedicó a Gaudí, «el projecte mai no es dugué a terme per l’oposició que va trobar entre certs sectors de Reus vinculats amb l’ajuntament de la ciutat i els propietaris de les finques adjacents al santuari». Si el arquitecto encontró algo de consuelo dibujando la silueta de la Mare de Déu de Misericòrdia en su diseño de la Capella de l’Assumpta de la Sagrada Família, nosotros lo encontramos recorriendo la ciudad.
Caminamos hasta la plaça de la Pastoreta, donde la escultura de Isabel Besora surge a nuestro encuentro. La tradición popular narra que la Mare de Déu se apareció frente a ella en el lugar que hoy ocupa el santuario para entregarle un mensaje celestial: la devoción a la candela debía renovarse para que la ciudad se liberara de la peste. Por miedo a no ser creída, la virgen le puso la mano en la mejilla e imprimió una señal que, según una versión más actual de la leyenda, se convertiría en el escudo de la localidad.

La escultura de La Pastoreta.
Dejamos atrás a Besora, de la que puede leerse más en La formació de la devoció reusenca a Misericòrdia, de Ezequiel Gort y Salvador Palomar, y paseamos hasta la Font del Triptòlem, presidida por un grupo escultórico obra de Joan Rebull que retrata una escena de la mitología griega en la que Deméter, acompañada de Perséfone, acoge al joven Triptólem mientras se le revela el secreto de cultivar el trigo, que luego deberá difundir a los hombres. Llegados a este punto, podemos ampliar el recorrido yendo, en primer lugar, hasta la Ermita de Santa Ana de Castellvell del Camp, lo que añadirá algo de desnivel positivo a la ruta.

El Palau Boulé.
Una estación desaparecida
Al margen de que extendamos nuestra ruta hasta Castellvell del Camp, continuamos hasta la entrada del Parc Sant Jordi en busca de una estación ya desaparecida, a través del Carrer del General Moragues. Antes, no obstante, nos sorprenderá Cal Boule. Si los reusenses decimonónicos abogaron por remodelar casas antiguas a fin de convertirlas en sus residencias, Josep Boule, el pionero en la exportación del vino cuya huella está a lo largo y ancho de la ciudad, hizo todo lo contrario: construyó un palacio rodeado de jardines y naves comerciales. De planta cúbica y abierta a cuatro vientos, el Palau Boule se divide en 3 niveles y está coronado por un torreón: un testimonio del Reus del siglo XIX que ha sabido adaptarse a diferentes usos, quizá de ahí que haya permanecido entre otros. No se puede decir lo mismo de la estación Reus–Avinguda, conocida también como la Estació del Nord.

Monumento conmemorativo de la Estació del Nord.
A las puertas del Parc Sant Jordi, descubrimos que, antes de que el lugar se convirtiera en un pulmón verde, existió una estructura ferroviaria de diseño particular inaugurada el 19 de abril de 1863. Su característica más destacada era su puente giratorio, una ingeniosa solución que permitía cambiar el sentido de los convoyes, algo especialmente importante si consideramos que la Estació del Nord era de fondo de saco; dicho de otro modo, una en la que termina la vía.

La Casa Munné.
Ecos del pasado
De regreso al punto de inicio, podemos observar algunas de las fachadas de las casas destacadas de Reus, como la Casa Serra, obra de Joan Rubió i Bellver, uno de los colaboradores de Gaudí y el mismo que construyó esta casa en Raval Santa Anna por encargo de su concuñado, Antoni Serra i Pàmies. Es sólo uno de los ejemplos arquitectónicos de los que Reus puede enorgullecerse, a los que podemos sumar el Palau Bofarull, la Casa Munné o la Casa Rull, entre muchas otras.