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    Hernán Díaz: «Toda inmensa fortuna tiene una fuente criminal»

    ‘Fortuna’ es la nueva novela del escritor y editor, una obra colosal, situada en el Nueva York de principios del siglo XX

    22 abril 2023 18:59 | Actualizado a 22 abril 2023 23:03
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    ¿Qué es la realidad?, ¿qué es la verdad?, ¿acaso lo que queremos creer? Hernán Díaz (Buenos Aires, 1973) ha publicado ‘Fortuna’, una obra colosal, tanto en la forma como en el fondo. En catalán, con Edicions del Periscopi, con traducción de Josefina Caball y en castellano, con Anagrama. La novela, situada en Nueva York, a principios del siglo pasado, habla de dinero, de finanzas, de clases sociales, de poder, de codicia y también de manipulación. De esa perspectiva que todo hecho contiene. ¿Quién tiene la razón? Bajo esta premisa, su presentación es original y sorprendente. Son cuatro puntos de vista sobre el protagonista, un gran magnate y su mujer, Benjamin y Helen Rask. Cuatro partes escritas de forma diferente, un ejercicio literario extraordinario. Todo ello en unos felices años veinte que tocaban a su fin.

    ‘Fortuna’ ha sido escogido como uno de los cinco mejores libros de ficción del año, según ‘The New York Times’, uno de los mejores libros del año según ‘The Guardian’ y es imprescindible para ‘The New Yorker’. Además, el expresidente Barack Obama la ha calificado como una de las mejores lecturas.

    La publicación de ‘Fortuna’ ha coincidido con la caída de Silicon Valley Bank.
    Le ha llamado la atención a todo el mundo y con justa razón. Pero, algo que aparece en la novela misma, es que estos cracks, estas crisis son absolutamente constitutivas y suceden de un modo muy periódico. Esto podría haber pasado hace un año o puede volver a pasar el año que viene. Creo que es algo inherente al sistema, no es accidental. Es parte del funcionamiento del sistema y de expectativas de un crecimiento ilimitado, que son matemáticamente imposibles. También es el resultado de una codicia que no acepta ningún tipo de límites y los límites en este sentido, tienen que ver con formas de regulación. Esto es el efecto directo de ciertas desregularizaciones que impuso Donald Trump hace unos años, de controlar ciertas transacciones bancarias y de la salud financiera de los bancos. Así que es la naturaleza de la bestia y va a volver a pasar. No existe la estabilidad.

    ¿Por qué ha construido de este modo la novela?, ¿existe la realidad?
    Ese es el corazón de este proyecto, que es pensar en cómo la realidad no es un todo monolítico estable y homogéneo. Es más bien una suma de relatos contradictorios, de disonancias, de huecos, de malos entendidos y nuestro rol como personas sociales es, de algún modo, tratar de entender cómo estas piezas se relacionan. Es decir, me parece que lo que llamamos realidad es el resultado de una operación de lectura que está en nuestras manos. Por esto la novela tiene esta estructura un tanto peculiar. Quería, más que discutir o tematizar esto que acabo de decir, que los lectores y lectoras pudieran sentir esta realidad. Una vez que la han aceptado presentamos una nueva, que tal vez tiene que ver con la primera, pero que no se condice absolutamente. Y creo que lo que llamamos verdad a veces habita esos resquicios y esas fisuras que se encuentran entre estas versiones un tanto disonantes.

    Nuestros apetitos, nuestros deseos y nuestra codicia, a la escala que sea, como generación, nos condenan, no podemos ver más allá

    El protagonista no siente ni padece...
    En la superficie, este gran magnate se presenta como una persona absolutamente fría y desvinculada de cualquier forma de afecto, pero yo tenía la esperanza de que este personaje cobrara cierta humanidad en su relación con su esposa a quien creo que, dentro de su limitadísimo espectro afectivo, realmente ama y adora y por quien sufre. Es decir, no quería que ese personaje fuera una especie de caricatura del multimillonario incapaz de sentir cualquier emoción.

    Cierto, pero aparentemente no siente pasión por ningún negocio o hobby.
    No te olvides de que lo que citas es una parte, una ficción. Pero es adecuado, en el sentido de que me parece que el modo en el que nos presentamos todos, sin temor a equivocarme, es un poco una ficción. Tenemos nuestros propios personajitos de quienes somos y tratamos de convencer a los demás de que es real.

    El comunismo cayó. ¿Hay alguna alternativa a este capitalismo?
    Me gustaría responder a esto con un recordatorio amable de que soy novelista y no economista, ni tampoco me dedico a las ciencias políticas, pero realmente no sé si las experiencias comunistas que vivimos en el siglo XX fueron viables alguna vez. A mí, por cierto, no me hubiera gustado vivir en ninguna de esas sociedades. También me parece que han sido capitalismo de Estado con la misma relación alienante respecto al trabajo, con la misma relación destructiva respecto a la naturaleza. No sé si era un proyecto viable a largo plazo, tampoco. Pero parece difícil pensar en alternativas al modo capitalista hoy. Creo que nadie ha logrado articular nada convincente. Lamentablemente, las únicas respuestas son reformistas que, por supuesto, las acepto. Acepto todo lo que por pequeño que sea pueda hacer de fuga, pero son propuestas reformistas que tienen que ver, tal vez, con una mejor redistribución de la riqueza, que creo que es muy importante; tal vez con refrenar un poco el asalto incesante a la naturaleza, que creo que también es importante. Pero estas dos cosas son insuficientes en última instancia. Creo que es un orden insostenible. Y a todos nos cuesta imaginar qué es lo que va a venir después. Literalmente, es inimaginable. Nuestros apetitos, nuestros deseos y nuestra codicia, a la escala que sea, como generación, nos condenan, no podemos ver más allá. Creo que tal vez la respuesta, más que política a largo plazo, pasa a ser biológica, algo que nos va a forzar a pensar en el mundo y en nuestro lugar en él de un modo diferente. Pero por ahora venimos fracasando de un modo muy notable.

    Habla de codicia. ¿Diría que el protagonista es buena persona?
    No sé. Es un poco difícil hacer este tipo de juicios universales sobre sujetos particulares, que también son abstracciones. ¿Vos conoces una buena persona? Es complicado. Es difícil ser una buena persona.

    Y con dinero, ¿es más difícil aún?
    Lo que me parece indudable es que el primer paso es reconocer el fracaso de ese intento y para citar a Beckett, ‘fracasar mejor’ en ese intento de ser una buena persona. Sí, creo que indudablemente toda inmensa fortuna tiene una fuente criminal, no me cabe la menor duda. No existe otro modo. Toda gran fortuna es un gran robo. Creo que sí.

    Las clases sociales están muy presentes. De nuevo, la perspectiva.
    La figura del inmigrante para mí es muy importante. Yo soy inmigrante, soy hijo y nieto de inmigrantes. He sido un inmigrante toda mi vida porque me he mudado de país muchas veces, así que es una experiencia importante y también lo es para la ciudad de Nueva York, una ciudad hecha de inmigrantes. Por lo tanto, es algo de lo que quería hablar. El centro de la novela está ahí, la cuestión de la voz y lo que me interesaba es la idea de esta persona que es una mujer joven, pobre, hija de inmigrantes, que vive en un barrio pobre. Es decir, alguien esencialmente sin voz transformándose en el altavoz de uno de los hombres más poderosos del planeta. Cuando descubrí que eso estaba en el centro de la novela, fue realmente el momento en el que el libro tomó vuelo.

    $!Hernán Díaz: «Toda inmensa fortuna tiene una fuente criminal»

    El de las finanzas es un mundo de hombres.
    Esto no debería ser una sorpresa para nadie, pero cuanto más leí y aprendí sobre el mundo de las finanzas, confirmé que es un mundo sin mujeres. Obviamente, no es accidental. Me pareció evidente que era imposible hablar de este mundo de las finanzas y del poder económico sin hablar de esta exclusión absoluta, que no es privativa de los EEUU, ni mucho menos, ha sido así siempre en los medios de producción. Los recursos financieros, que son el cimiento del poder político, han estado siempre en manos de los hombres. Es así. Deplorable, pero cierto. Eso para mí era crucial incluirlo en esta historia y tratar de decir algo acerca de ello.

    Como lector, ¿se queda con alguna de las partes?
    Creo que la parte más difícil de digerir es la segunda porque es un hombre, con el peso de esa palabra. Es todo lo que uno espera de un gran hombre.

    La manera de escribir cambia.
    Esta segunda parte es muy agresiva. Esa agresividad es totalmente intencional y fue un riesgo también porque imagino que tal vez algunos lectores se sientan un poco agredidos por esa voz. Pero para mí era relevante que estuviera porque es una voz que todos conocemos, con la que todos nos hemos criado. Es la voz que todos leemos en los libros de historia, es la voz que todos sentimos en los periódicos, es la voz que escuchamos en los micrófonos de los podios políticos, es la voz del poder y quería que fuera lo más desagradable posible. Pero es cortita. También me interesa esa cierta incomodidad amable, producir cierta incomodidad de un modo gentil.

    Me pareció evidente que era imposible hablar de este mundo de las finanzas y del poder económico sin hablar de la exclusión de las mujeres. Ha sido así siempre

    ¿Y el resto?
    A la primera parte le tengo mucho afecto porque está escrita como un homenaje a ciertos escritores por los que siento gran admiración y encontré un modo de escribir en su estilo, lo que me dio mucho placer. La tercera es un personaje al que le tengo mucho cariño, la hija del inmigrante italiano, es todo lo que a mí me gustaría ser. Valiente, emprendedora, temeraria. Es una parte más llena de acción, que fue muy divertida de escribir, de planear y de pensar. Finalmente, en la última, me siento muy expuesto. Es una parte escrita con mucha sinceridad. Me cuesta releerla, pero fue pensada también como una especie de poema en prosa modernista, una tradición que me gusta mucho. Trato de que me guste lo que escribo y describirlo con sentimiento. No me interesa la literatura que es simplemente un ejercicio intelectual. Debe serlo también, pero no exclusivamente, porque hay una dimensión emocional que para mí es muy importante.

    ¿A qué escritores se refiere?
    Creo que es evidente la presencia de escritores como Henry James y Edith Wharton. Ese es su mundo, de alguna manera. Ninguno de los dos habló jamás de las finanzas notablemente, en sus novelas la riqueza siempre es algo que aparece ya dada, está ahí, nunca hay una reflexión de cómo se generó ese dinero, lo que es un problema porque eso también los excusa de examinar la injusticia, la explotación y la expropiación que está en el origen de toda fortuna. Por eso decía que siempre es un gran robo. Por eso, en estos escritores y escritoras la riqueza aparece como algo dado, pero sus novelas me fascinan, me parecen bellísimas.

    En los años 20 del siglo pasado todo estaba por construir. Sin embargo, en nuestros años 20 parece que se vaya a acabar el mundo.
    Pensemos que 150-200 años es el tiempo del capitalismo tal como lo conocemos. Comienza con la Revolución industrial, es nada, es muy poco y creo que el fin del mundo siempre ha estado en el horizonte. Supongo que la Revolución industrial en su momento fue percibida como el fin del mundo y no se equivocaron. Fue el fin de cierta forma, de cierta experiencia, de cierto modo de habitar el mundo. Fue, efectivamente, el fin. Me imagino que mucha gente debió pensar que el final de los regímenes monárquicos era también el fin del mundo. Creo que como especie tenemos una cierta adicción a estos relatos apocalípticos, nos gusta pensar que nuestra generación es la que va a ser testigo de verdad, esta vez sí, del fin del mundo. No creo que seamos nosotros, pero nos corresponde prestar atención a las alarmas ensordecedoras que suenan todos los días a nuestro alrededor.

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