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125 años sin Oscar Wilde, el escritor que desafió la moral victoriana

Oscar Wilde.

Oscar Wilde.DT

Glòria Aznar

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«Sé tú mismo, todos los demás ya están ocupados» es uno de los aforismos más célebres de Oscar Wilde, que el poeta irlandés escribió en una carta dirigida a Alfred Douglas (Bosie), en 1891, el también poeta, británico, y su pareja amorosa más famosa. Un precepto el suyo que bien podría ser considerado una de las claves para entender su vida y su obra.

Oscar Wilde moría solo, arruinado y olvidado, en un hotel de París, donde estaba exiliado, el 30 de noviembre de 1900, hace ahora 125 años. Aquejado de meningitis y proscrito por la mayoría de sus amigos e incondicionales. Este 2025, para celebrar la efemérides, Irlanda ha rendido homenaje y también reconocimiento a su autor, idolatrado y humillado a partes iguales en vida.

Wilde nació el 16 de octubre de 1854 en un Dublín todavía bajo dominio británico, en una familia erudita. Hijo de madre escritora y activista y de padre cirujano, su vida estuvo marcada por la brillantez intelectual, el ingenio literario y un estilo de vida excéntrico y exagerado. Pero también por una tragedia dramática que lo convirtió en una figura compleja y polémica. A pesar de su estatus como uno de los más grandes autores de su tiempo, Wilde enfrentó un escándalo social que le costó su reputación, su libertad y su acceso a las instituciones culturales más importantes de su época cuando ya había publicado sus obras maestras, El retrato de Dorian Grey o La importancia de llamarse Ernesto.

Su crimen: ser homosexual y con ello desafiar los cimientos de la Inglaterra victoriana. El coste de ser diferente en una sociedad con una moral tan cínica como intolerante le valió dos años de prisión y la ignominia. Su sexualidad provocó que diera con los huesos en la cárcel de Reading, a las afueras de Londres, condenado a trabajos forzados, lo que marcó el fin de su carrera y su reputación como figura pública. 

El escarnio llegó incluso a la Biblioteca Británica que frecuentaba y de la que tenía el carnet 4031879. Tras la condena por actos de «indecencia grave» con otros hombres, la institución libresca le prohibió entrar y le revocó su acreditación. Lo convirtió en un escritor sin acceso a libros públicos y sin sala de lectura. Un paria intelectual, además de reo. Mientras, en su ámbito más privado y familiar, su mujer Constance Lloyd, y sus hijos huyeron a Europa para evitar el estigma, usando el apellido Holland.

Este 2025, la biblioteca ha resarcido su deuda y ha reimprimido un carnet similar al que tuvo Wilde, para entregárselo al único nieto del célebre autor, Merlin Holland. «Wilde llevaba tres semanas en la prisión de Pentonville –donde fue encarcelado inicialmente– cuando le cancelaron la entrada a la Sala de Lectura del Museo Británico –ahora Biblioteca Británica–, así que no se enteró, lo cual probablemente fue una suerte», dijo Holland a la agencia EFE.

A pesar de mantener el veto durante 130 años, la institución resguardó sus obras, incluido un largo poema, De profundis, que escribió desde la cárcel a su amante. El título, que en latín significa Desde lo más profundo o Desde las profundidades, refleja la tristeza, la reflexión y el sufrimiento que Wilde experimentó durante su encarcelamiento. En la carta Wilde medita sobre su vida, su relación con Douglas y sus propios errores. Aunque es un testamento de su dolor y arrepentimiento, también es un profundo análisis de su carácter y de las pasiones que lo llevaron a su caída en desgracia. Una epístola que ofrece una visión única sobre las complejidades del alma humana y las dificultades de afrontar las consecuencias de las propias decisiones.

Entre sus principales obras, que han quedado para la eternidad, además de De profundis (1905), destacan El retrato de Dorian Gray (1890), La importancia de llamarse Ernesto (1895) y El príncipe feliz y otros cuentos (1888). El retrato de Dorian Gray es su única novela y su incontestable obra maestra, un clásico universal. Una reflexión sobre la juventud, la belleza, el hedonismo, el arte y la moralidad, que cuenta la historia de un joven que, a través de un retrato, mantiene su apariencia inmutable mientras su alma se corrompe.

El camposanto de Père-Lachaise, en París, alberga la tumba del dramaturgo, junto a las de otros personajes ilustres como Molière o Jim Morrison. Si bien Wilde escribió que «Un beso puede arruinar una vida», en clara referencia a su infortunio, su sepultura, lugar de peregrinación, solía estar llena de decenas de siluetas de labios de admiradores, tradición que se popularizó en los años 90. La práctica llegó a causar problemas de conservación, por lo que en 2011 las autoridades optaron por protegerla con un muro de cristal. No obstante, los visitantes siguen con el ritual a pesar de las multas y de la placa, que reza: «La memoria de Oscar Wilde se debe respetar».

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