De ruta por Tarragona: La conquista de la ciudad

Apesar de sus más de 3 horas de duración, el Napoleón de Ridley Scott no incluye la Guerra de Independencia, como tampoco lo hará el montaje del director, que agregará una hora de material adicional.

La Guerra del Francés, como se conoce en Cataluña el conflicto que enfrentó a España con el imperio francés de Bonaparte, imprimió una huella imborrable en la península ibérica, sobre todo en ciudades como Tarragona, Girona o Zaragoza. Después de más de 50 días de sitio, el 28 de junio de 1811 la localidad cayó en manos del ejército de Napoleón a sangre y fuego.

Las fuerzas lideradas por el General Louis Gabriel Suchet, según un informe firmado por él, acabaron con la vida de más de 4.000 personas, asesinando a otros cientos a sangre fría mientras intentaban escapar. En la ruta de esta semana, descubrimos algunos de los escenarios clave del conflicto, al menos aquellos que siguen en pie después de que los franceses detonaran una veintena de explosivos con su retroceso.

Dificultad de la ruta

Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables.

El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino.

Desde el punto de vista de la dificultad física, esta ruta es de dureza fácil. Sus escasos 7 kilómetros y 100 metros de desnivel positivo o subida transcurren por las calles de la ciudad, convirtiéndose así en un itinerario cultural que puede complementarse con otras actividades, como una visita a las murallas de Tarragona o la Casa Museu de Castellarnau. La única complicación técnica será mantenerse en el trazado del recorrido, aunque podrá modificarse si deseamos añadir más puntos de interés o incrementar su dificultad física.

Instrucciones de la ruta

Estacionamos en las inmediaciones del Fortín de la Reina y el de Sant Jordi, ambos utilizados como defensa de la línea de costa de la Platja del Miracle, sobre la que tantas leyendas pesan. A continuación, emprendemos la marcha al barrio marinero del Serrallo, donde observaremos la iglesia de Sant Pere, edificada sobre los restos del extinto Fortín del Serrallo.

El paseo por las construcciones de carácter defensivo concluye en la Plaça dels Infants, antaño conocida como la Plaza de los artilleros del sitio. En este lugar se replegaron las tropas que sobrevivieron a la pérdida de los fuertes de Francolí y Orleans con el objetivo de mantener a raya el enemigo. La próxima parada es el Monumento a los héroes de 1811.

Conocido popularmente como ‘Els Despullats’, es un conjunto escultórico obra Antonio Julio Rodríguez Hernández en recuerdo a quienes sufrieron los horrores de la represión posterior al asedio. Finalmente, nos dirigiremos a la catedral de Tarragona haciendo uso del Portal del Roser. Podemos hacerlo por el llamado Carrer de l’Assalt, cuyo nombre encuentra su justificación en que fue aquí donde tuvo lugar el último choque.

La plaza del Pla de la Seu, la misma que aparece múltiples en obras que recuerdan la dura lucha que se libró en ella, representa el punto final del itinerario. Así, la vuelta podemos llevarla a cabo por la Vía Augusta, desde la que accederemos a los fortines después de pasar junto a las murallas de Tarragona y la Torre del Pretorio, el Castillo del Rey.

Las consecuencias del asalto

El asedio de Tarragona a manos de las fuerzas napoleónicas se cobró numerosas víctimas. Si bien son difíciles de concretar con exactitud, el mismísimo Suchet sostiene en sus memorias que hicieron 9.781 prisioneros y abatieron a más de 4.000 soldados en la localidad, cifra a la que debe sumarse otro millar de personas asesinadas: aquellas que trataban de escapar saltando las murallas.

El mariscal reconoce que las tropas estaban exaltadas por el deseo de venganza contraído a causa de las penurias vividas durante el asedio, razón por la cual desoyeron las órdenes de los comandantes de mantener la calma.

Sin embargo, en la carta que Suchet envió al príncipe Bethier el 29 de junio, esto es, un día después del asalto, señala la necesidad de aleccionar a los españoles sobre los horrores que deparan a quienes actuaran como los tarraconenses. He aquí la razón por la que obligó a medio centenar de destacados vecinos de Reus a contemplar el castigo que les impuso.

Durante dos años y cincuenta y un días, Tarragona permaneció bajo dominio napoleónico, concluyendo el 18 de agosto de 1813.

La retirada se llevó a cabo después de que fueran minadas las murallas y los baluartes, provocando la destrucción total de 459 edificios, así como la parcial de otras 556 construcciones que jamás conoceremos.