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De ruta por Tarragona: Las dos caras del río Ebre

El ‘meandre’ de Flix constituye un tesoro natural, hogar de múltiples aves. Su orilla izquierda ofrece un sendero tan breve como accesible que descubre estampas de postal

10 enero 2024 20:07 | Actualizado a 11 enero 2024 07:00
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Bajo la colina presidida por el castillo nuevo de Flix, el río dibuja un meandro de gran belleza. El meandre de Flix, como es popularmente conocido, constituye un tesoro natural hogar de múltiples aves. Su orilla izquierda ofrece un sendero tan breve como accesible que nos descubrirá estampas de postal. Las tranquilas aguas del Ebro son una suerte de espejo que crea imágenes especulares de la vegetación que puebla la orilla. Así, es una propuesta que hará las delicias de los amantes a la naturaleza y la fotografía, como también las de los aficionados a la historia gracias a los vestigios del baluarte de la localidad o el refugio antiaéreo de la Guerra Civil. Esta semana, exploramos el meandro de Flix a fin de conocer su patrimonio cultural y natural.

Instrucciones de la ruta

Estacionaremos en el interior del municipio, lo más próximo posible a la presa. A ella se accede por una rotonda unida con la calle Costa del Graner, en la que encontraremos un aparcamiento de zona blanca junto a un punto de reciclaje. A continuación, cruzamos a la otra orilla para encontrar una baliza de madera del Camino Natural del Ebro (GR 99) y, a escasos metros, un panel de señalización de la ruta del Meandre de Flix. Caminaremos en dirección Vinebre por el Camí de l’Aumaec, una ancha pista forestal paralela al río que nos descubrirá un bosque de ribera después de dejar atrás el tanatorio y la depuradora municipal. De este modo llegaremos al paso de barca, el servicio municipal que necesitamos utilizar para cruzar el cauce. Ahora podremos o bien atravesar la localidad para volver al coche o bien caminar por la otra orilla para descubrir el baluarte de Flix, el refugio antiaéreo de los Pentoneros o la antigua esclusa. Navegar por este sendero es más complicado, sin embargo, compensa por su rico patrimonio.

Dificultad de la ruta

Determinar la dificultad de una ruta ya es de por sí una dificultad. Por suerte, existen escalas de graduación que establecen la dureza a partir de factores observables. El Método SENDIF, creado por la Taula de Camins de l’Alt Pirineu i Aran, sostiene que la dificultad de un itinerario de senderismo depende, por una parte, del esfuerzo físico que este supone y, por otra parte, de los obstáculos del camino. Desde el punto de vista de la dificultad física, esta ruta es de dureza moderada debido a sus 10 kilómetros de distancia y 150 metros de desnivel positivo. Las subidas son anecdóticas en tanto que la senda corre junto al cauce del río. En lo que respecta a la dificultad técnica, el primer tercio del itinerario puede resultar confuso, por lo menos hasta el Camí de l’Aumaec. Finalmente, es crucial consultar el horario del paso de barca: si no estamos dentro de él, tendremos que deshacer nuestros pasos.

Tan pronto emprendemos el camino de vuelta por la orilla derecha del Ebro, descubrimos los restos de las murallas del municipio. Reza el panel informativo del lugar que el sistema defensivo de Flix evolucionó motivado por los avances en armamento, entre los que se encontraba el cañón, capaz de desbordar las viejas murallas medievales. Junto con la fortaleza templaria de Miravet, el castillo de origen sarraceno de Flix tenía un papel de capital importancia por su situación natural, pues permitía el control de la navegación fluvial. He aquí la razón por que jugó un papel estratégico tanto en la Guerra Civil catalana (1462-1472) como en la Guerra dels Segadors (1640-1652). Las murallas que observamos obedecen a la reformulación del sistema defensivo acuciado por el segundo conflicto, cuando se construyó el baluarte: una construcción poligonal cuyos muros sobresalen para ofrecer una ventaja.

La navegació del río

Antes de concluir la ruta, a escasos metros del punto de inicio, visitamos la esclusa que facilitaba la navegación por el Ebro. Si bien hoy es imposible debido a los numerosos pantanos construidos, hubo un tiempo en que podía navegarse por el río. A pesar de lo que pueda parecer, no se trataba de una empresa fácil: la irregularidad del caudal, unida a las riadas y el estiaje, lo dificultaban. Construida en la segunda mitad del siglo XIX, la esclusa de Flix facilitaba la navegación de barcos de vapor de gran tonelaje. Sólo unos años antes, en 1849, un grupo de ingenieros de diferentes nacionalidades trató de comprobar la navegabilidad del río zarpando desde Zaragoza con rumbo a la desembocadura del Ebro. Sea como sea, la historia de la esclusa concluye el año 1947 con la inauguración del pantano del pueblo de Flix. Ya no hay barco que navegue a través del Ebro, o quizá sí: de acuerdo con la tradición, un barco fantasma lo hace en los días de niebla. Es el que desapareció sin dejar rastro de sus mercancías o tripulación.

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