Eran las ocho de la mañana y Rafael Sierra, uno de los aficionados incondicionales del Nàstic, se instalaba frente a las oficinas del club en la Budallera. Al poco llegó otro de los seguidores habituales en desplazamientos, entrenamientos y fiel a los partidos en el Nou Estadi, Antonio Roldán. Ninguno de los dos quería quedarse sin entradas para el derbi del domingo. "Cuando vas a una cola nunca sabes qué te puedes encontrar, así que en cuanto leí que las entradas se ponían a la venta a las 18.00 y vi que no tenía nada que hacer decidí acercarme a primera hora", explica el primero de la cola que a las 13.00 horas ya era de unas 35 personas. Por delante, diez horas de espera, para poder adquirir una de las 255 localidades disponibles para los socios de la entidad tarraconense. Muy pocas para la expectación que este partido tan esperado levanta entre los seguidores del Nàstic. "Se hace largo, pero todos los que estamos aquí nos conocemos de desplazamientos y de vernos en los días de partido y entre todos lo hacemos ameno", asegura Sierra.